Capítulo 3

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Ni los mismos astros conspiraban a mi favor el primer día de clases. Tenía que usar el uniforme conformado por una falda de tablones estilo escocesa, calcetas blancas por debajo de las rodillas junto con zapatos negros bien lustrados, una blusa blanca abotonada, un saco rojo y una corbata del mismo color del saco.

Ver el horario y no entender lo que decía me desesperaba, uf, ni que decir cuándo fue la hora de entrar al aula y recibir miradas curiosas de los que serían mis nuevos compañeros. Me detuve en la puerta del aula analizando en qué lugar podía sentarme para no ser notada por los demás, entre más apartada mejor, quería retroceder y salir huyendo no solo de la escuela, sino que también del país, tomar otro avión y regresar a casa. Las clases transcurrían y yo trataba de prestar atención a las palabras de cada profesor que tenía con sus acentos bastante elegantes y poco masticable para mi vocabulario. Perderse entre los pasillos no podía faltar al estar buscando el casillero que se me asigno para guardar mis libros que pesaban como tres enciclopedias entre mis brazos de fideos.

«¡Cobarde!» mi consciencia me gritó

No tenía opción, en la siguiente clase traspasé la puerta del aula tratando de aparentar tranquilidad. Me senté en el penúltimo pupitre cerca de la ventana que se encontraba abierta. Empecé a divagar acerca de mis tíos y el par de chiflados que tenía como primos al igual sobre las cosas que cambiaría en mi estancia. Había estudiado a la familia y escrito varios indicadores que me resultaban bastante curiosos sobre sus hábitos:

A) Ellos no tomaban café, noticia casi me hizo lanzarme del balcón del segundo piso.

B) Amaban el té de diferentes variedades acompañado con leche, era su debilidad como el resto de los habitantes y tendría que averiguar el porqué.

C) Eran muy religiosos, no es que yo no lo fuera, estuve dos años dando catecismo en la iglesia, pero eso es otro tema. Mi tía Ava rezaba todas las tardes y a la hora de la comida realizan una pequeña oración para dar las gracias.

D) Eran muy madrugadores, puesto que a las ocho de la noche todos ya se iban a sus habitaciones —¡eso era ilegal tíos!—, mientras, yo me la pasaba escuchando música. Y por las mañanas ¡se levantaban muy temprano! Theo me despertó esta mañana con un megáfono cerca de mi cara.

Y, por último:

E) Mis tíos amaban cocinar carnes, panes, pescado y tenían una adicción con el puré de papas.

Hi, you must be new, I have never seen you. —Sacudí la cabeza y desvíe la mirada de la ventana para mirar a una chica sonriéndome, era pelirroja y con una sonrisa parecida al del guasón.

—¿Qué? —Abrió la boca asombrada de mi idioma y aplaudió ¿ah?

Oh my God! Do you speak Spanish? I don't know anything about that language. —Si antes nadie había notado mi presencia, ahora todos volteaban a vernos, la chica no dejaba de hablar y exclamar oraciones en inglés—. Wait... hola, hola, hola.

Pronunció de manera graciosa.

—Hola...

Rowan Huff, and you? —me rasqué la nuca, ¿qué dijo? — Your name... Look —llevó una mano en su pecho y dijo—: Rowan —y luego me apuntó—. And you?

Había caído en cuenta. ¡Mi nombre! Pero que tonta fui, era simple.

—¡Oh! Soy Violet Neeson —ella hizo un gesto de confusión.

But your name is... whatever —sonrió— welcome to London.

No dijo nada más, ya que fue interrumpida por el profesor quien entraba al aula, se sentó a mi costado derecho y sacó sus cuadernos. De nuevo fui envuelta en el mundo del aburrimiento, el profesor explicaba y yo lo ignoraba mientras miraba por la ventana. ¿Así serían todos los días? No creía que pudiera avanzar a mi siguiente año sin poder realizar las tareas en otro idioma, ni siquiera podía escribirlo bien, miraba de reojo lo que Rowan escribía y trataba de hacer lo mismo. A simple vista se veía fácil. Lo único que capturó mi atención fue cuando el profesor nos mostró una imagen del Sistema Solar y señalaba cada uno mientras explicaba.

El universo en tu miradaWhere stories live. Discover now