Capítulo 9

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—¿Quieres una soda? —le pregunté a Park antes de subir a mi habitación.

—Por favor.

Habíamos quedado en que me ayudaría en un proyecto donde escribiría una reseña en inglés acerca del libro "El retrato de Dorian Gray" para el día siguiente.

Saqué dos sodas de tamarindo y le pasé una, ambos subimos las escaleras y le indiqué la habitación.

—Bonita madriguera —silbó al momento en que abrió la puerta y observó todo lo que había a su alrededor, no era mucho, pero lo suficiente para mis necesidades escolares. Normalmente estudiábamos en la sala o el comedor, pero Theo tenía una visita importante y me refería a una linda chica.

—Gracias, puedes tomar asiento en donde quieras —dejé mi mochila a un lado de la cama y abrí la soda. Había un calor espantoso dentro de la habitación y yo llevaba un suéter de lana.

Park se sentó en la silla giratoria a un costado del escritorio, dejé la soda asentada y traté de quitarme el suéter, para mi suerte, llevaba una blusa por debajo así no pasaría la vergüenza frente de Park o eso fue lo que creí cuando un hilo de mi suéter se atoró en uno de mis aretes, traté de jalar hacia arriba varias veces.

—¿Quieres que te ayude? —Dejé de forcejear y mis mejillas se calentaron. Me quedé en silencio peleando con mi conciencia.

—Está bien —reprimí una risa, sentí como la cama se hundía con su peso, esperé el momento para que me sacara de apuros. —Pero con cuidado mi arete se a—... sin terminar la oración Park tiró con fuerza el suéter hacia arriba y este salió del tirón.

¡Y se hizo la luz!

—¡Gracias! —Park parpadeó al apartar la vista de inmediato, ocasionando que sus mejillas se colorearan de rojo— ¿Qué?

—T-Tu blusa esta..., bájala ya —escondió su rostro con el suéter y de inmediato me di cuenta de que tenía a la vista el sostén. ¡Madre mía! Bajé la blusa rápidamente y la puerta se abrió enseguida dejando ver a Theo de pie en el umbral confundido.

Se cruzó de brazos e intercambió varias miradas con ambos. De verdad sentía que me iba a desmayar por tal vergüenza. Se llevó dos dedos hacia sus ojos y después a la dirección de Park y mía.

Estar vigilando —dijo para luego cerrar luego la puerta.

Los cinco minutos más vergonzosos de mi existencia en la Tierra.

Park estaba asustado como un gato que ni siquiera se movió de donde estaba.

—F-Fue un accidente, yo no...

—Lo sé —para que no se dé cuenta de mi rostro rojo como cereza opté por tomar mi mochila y sacar la tarea que necesitaba. Agradecí a las estrellas por no ver lo que tenía marcado en medio del pecho— ¿Me ayudas con Dorian Gray? Necesito terminar la tarea antes de empezar con las lecciones.

—Claro —le dio un sorbo a su soda y se acercó a la cama— bien, te ayudaré con esto, pero si tú lo escribes ¿va?

—Suena bien —le guiñé el ojo. Leí la presentación del libro, para luego comentarle mis ideas con una breve explicación del contenido así sería más fácil dictaría en inglés mis propios argumentos.

...

—Cuatro páginas, me hiciste dictarte cuatro páginas —dejó caer todo su peso en la cama y cerró los ojos. Desvíe la vista hacia mis escritos, era mucho, pero me alegraba haberlo terminado.

Estuve todo el rato pasando de los escritos de mi ensayo al libro en español, enseguida me enganché con la historia y escuché los ronquidos de Park a mi lado, se había quedado dormido. Las ganas de tomarle una foto invadieron mis pensamientos y corrí a buscar el celular que estaba en el escritorio, le quité el flash y enfoqué la cámara del celular a su rostro, un clic inundó la habitación tras otro y otro. Esto me serviría en un futuro para chantajearlo o usarlo para planes malignos que por supuesto, solo ocurrirían dentro de mi cabeza.

Park tenía el cabello todo alborotado algunos mechones de cabello caían en su frente, se veía indefenso como un bebé.
Él era alto, al igual que delgado. Nunca fui fan de realizar dietas o ir al gimnasio, la pereza me ganaba en ocasiones y la comida..., ¿qué les podía decir? Me gustaba comer, siempre y cuando no me excediera, pero si se trataba de pizza, dejaba todo atrás. Siempre he pensado en mi felicidad que en lo que dicen los demás, estamos en un mundo lleno de personas prejuiciosas y yo no quería ser parte de esa sociedad.

Por un momento salí de la habitación para buscar algo de comer, olía a pollo y a puré de papas. Tomé dos platos y a cada uno le coloqué una ración, no sabía si Park comía bastante o moderado debido a sus entrenamientos. Cuando abrí de nuevo la puerta de la habitación él estaba boca abajo abrazando una almohada. Dejé los platos sobre el escritorio.

¿Sería debido despertarlo?

—Hmm... ¿Park? —Hundí un dedo en su abdomen—. Park, despierta Park.

Five minutes more, please. —Ahogó un ronquido y me reí.

—He traído pollo con puré de papa, debes estar hambriento.

—Gracias —susurró— ¿Violet?

Me habló.

—Dime —me senté en la cama esperando que hable.

—Me agradas mucho —murmuró aún adormilado, aunque no logré escucharlo.

—¿Qué? —Me acerqué a su lado y le moví el brazo— ¿Puedes repetirlo? Al parecer tus balbuceos de bebé no me dejaron escuchar con claridad.

Me sorprendió al momento que abrió los ojos, plasmó una sonrisa y habló:

—Tengo suerte de haberte conocido —se reincorporó para mirarme. Mis mejillas de nuevo ardían como un volcán, se movió a mi lado y aferró sus brazos a los míos. Me daba miedo y a la vez era agradable ese gesto de amabilidad y agradecimiento. Aunque me sentía un poco cohibida tenerlo tan cerca de mi rostro aun mirándome, sentí un vuelco en el estómago, no era nada de qué preocuparse, solo eran mis tripas reclamando comida.

—Gracias, y yo tengo la mala suerte de tenerte como tutor —bromeé mientras él ahogaba una carcajada—. Ahora, si no es mucho pedir, ¿podrías soltarme? Tengo mucha hambre y me estomago no deja de reclamarme que lo alimente.

Ups, sí, lo siento.

Debía mantener mi cabeza centrada en una sola cosa, antes de que pudiera imaginarme miles de escenarios cursis. 

El universo en tu miradaWhere stories live. Discover now