Consorte del rey • Thorki •

Capítulo 27

Déjame mirarte despacio, poco a poco, recorriendo tus secretos y disfrutando de tus silencios, déjame admirarte mientras te deseo.

Thor desde hace mucho tiempo se había resignado, su cuerpo no reaccionaba ante otra mujer luego de lo sucedido con Loki.

Por mucho tiempo estuvo preocupado porque no conseguía ser como antes para un guerrero era importante el tema de la virilidad, que sus amigos lo alabaran por sus hazañas y era realmente horrible ser impotente, no poder ni siquiera besar a alguien, cuando lo hacía era porque imaginaba a Loki, parecía fuera de lugar poder excitarse con la imagen de alguien que debía ver como su familiar.

Tener ese problema resultaba ser la ruina en todas sus relaciones desde aquel tiempo en que beso apasionadamente a Loki en medio del jardín y estuvo a punto de hacer en amor en medio de las flores, la tierra y las hojas de los árboles. Se asustó de sentirse de esa manera como si todo fuese un sueño hermoso del que nunca quería despertar; estaban ellos dos proclamando su amor por medio de sus cuerpos, de la pasión y de la suavidad, de la ternura o la rudeza ¡Era una forma de demostrar sus sentimientos sin necesidad de palabras!

Desde ese día no era capaz de tocar a ninguna doncella porque recordaba los gemidos de Loki en ellas y su cuerpo parecía no responder como si supera no era la persona adecuada. Thor desistió, no era capaz de funcionar; pensó que toda esa energía y frustración debían ir dirigidas en ser mejor guerrero, claro tenía preocupaciones en el tema de casarse sobre todo porque un rey debe tener herederos y ¿cómo podía hacerlos si su cuerpo no lo permitía?  ¡Era imposible tener intimidad!

Al besar a Amora se dio cuenta que ningún beso resultaba ser lo mismo, ninguna caricia se asemejaba porque ninguna persona lo hacía sentir sin respiración, sin que su piel ardiera al tener contacto con esa piel pálida suave, sin que su corazón palpitara sin parar, sin enloquecerse. Se preguntaba ¿Por qué no había nadie igual? No podía estar con alguien porque pensaba en Loki, en sus ojos resplandecientes mirándolo con asombro, con inocencia impresa, estaba seguro de que podía hundirse en ellos ¿Acaso era pecado aquel sentimiento extraño que parecía llenar todo su ser de felicidad?

Al abrazar a su esposa, al percibir su aroma le provocaba recuerdos.

Sabía que quería a Loki fraternalmente siempre existió algo especial entre ellos, algo tan fuerte como una tormenta de nieve, tan peligroso y arrebatador, el hecho de que sentía que debía protegerlo, que era como un regalo del cielo o le gustaba discutir con él, pasar todo su tiempo libre y lo quería, eternamente lo quiso... Sin embargo, su conciencia decía que ese día hizo algo incorrecto al no contarle sobre el asunto, el día que lo deseo y quiso que sus cuerpos se complementaran como uno sólo, por un momento codicio que una persona se entregara a él por amor.

Fue un cobarde al no contarlo, él no recordaría si bien era mejor de ese modo, no podía decirle a Loki que estuvo a punto de tomarle con lujuria sabiendo que no recordaría nada.

Tenía miedo de perderlo, pero era culpa del embaucador por cambiar de forma y fingir ser otra persona que sin querer se convirtió en una obsesión, en una droga placentera que mata lentamente.

Porque Loki siempre era el origen de sus problemas, pero no podía vivir sin su presencia, sentía que una parte del moría cada día porque lo extrañaba y él no estaba ¡Eso era insoportable!

No entendía que pasaba con Ikol, ya que con ella fue diferente, su cuerpo reacciono de nuevo sintiéndose arder por sólo el roce con su piel y eso fue algo nuevo, nunca había sentido algo tan apasionado luego del hechicero.

Con la reina se sentía como si nada importara, el dolor desaparecía y se dejó llevar por aquel sentimiento que invadía sus entrañas. Llevaba milenios sin tener intimidad sentía como si fuera su primera vez, su cuerpo parecía moverse solo y su boca recorría ese cuerpo esbelto que sabía a nieve fría pero tan dulce, no pudo controlarse cuando estuvo con ella necesitaba demostrarle a Ikol que él era fuego que con el hielo se fundía.