» Aun así, te diré que no soy un santo, sí he hecho cosas malas en el pasado, no así, pero las he hecho ¿Pero y qué si me equivoqué antes? ¿No tengo derecho a cambiar mi manera de pensar? De todos modos, ¿Qué sería del ser humano sin los cambios?... Aunque mantengo algunas ideologías del pasado, he cambiado mucho este último año, creo que soy mejor ahora, no soy perfecto y estoy muy lejos de serlo, aún cometo y puedo cometer errores ¿Pero no es eso parte de crecer? ¿No me merezco una segunda oportunidad? ¿Tengo que cargar con mis errores del pasado incluso si ya aprendí de ellos y no los quiero cometer de nuevo? ¿Me vas a decir que nadie merece perdón?

Él tenía un punto muy importante allí, de esta manera, logró atraparme.

Todos hemos cometido errores, lo entiendo, así es, pero eso de tener que cargar con tus errores del pasado si ya aprendiste de ellos es algo que se ha quedado en mi mente a lo largo de estos años y aún no sé qué pensar al respecto, porque justo en ese momento, le di toda la razón, porque yo estaba seguro, o mejor dicho, estoy seguro de que todos merecen perdón aunque a estas alturas sea una estupidez de mi parte pensar así, no estoy seguro.

Si una persona la cagó en el pasado con alguien más y te dice que ya aprendió de sus errores y no hará lo mismo contigo, le das una oportunidad sin pensarlo mucho, bien ¿Pero qué pasa si al final esa persona igual la termina cagando contigo? Quizás no de la misma forma, pero lo hace al fin y al cabo ¿Entonces qué haces? ¿Qué pasa si esa persona verdaderamente aprende del error que cometió contigo y promete no volver hacerlo? Pero ahora sabes que aunque eso sea cierto, existe la posibilidad de que pueda dañarte otra vez pero de una manera distinta y así sucesivamente ¿Me explico? ¿Podrías olvidar el daño que te hizo en el pasado para darle otra oportunidad? Porque es más fácil perdonar a alguien cuando comete errores con otros ¿Pero y si lo hace contigo? ¿Entonces así sí es válido que cargue con sus errores para siempre sin recibir tu perdón?

Pero me estoy precipitando al hablar de esto, no debería, porque aún estamos en la parte feliz de la historia, y ese día, cuando Gerard me confesó su amor, es uno de los días más memorables y perfectos de toda mi vida, porque no sólo me había capturado con sus palabras, también terminó de convencerme de que todo estaría bien con actos, importantes actos que marcaron el final de una etapa y un nuevo comienzo.

— Si mis palabras no son suficientes. — Me dijo. — Puedo demostrar que te amo, Frank, y que lo que haya hecho en el pasado simplemente se quedó allí y el Gerard de esos días murió.

— ¿Pero qué...? ¿Qué piensas hacer? — La seriedad de sus palabras me asustaba un poco. — Yo te creo, no hace falta que demuestres nada.

— Yo creo que sí, para que ambos estemos tranquilos, pues hacer esto también será terapéutico para mí. — Se levantó y me extendió su mano para que la tomara. — ¿Vienes?

— ¿A-a dónde vamos? — Después de todo, tomé su mano con un poco de inseguridad.

— A mi casa, necesito enseñarte unas cosas.

Fruncí el ceño más confundido que de costumbre, pero aun así, lo acompañé hasta allá, totalmente intrigado con su actitud tan misteriosa.

Me sorprendió ver su casa vacía, él me explicó que por cuestiones de trabajo, su papá tuvo que viajar de nuevo, estando tan cerca de año nuevo, por otra parte, Mikey tampoco estaba en casa, seguramente no quería ir y tener que verle la cara a Gerard, pero a pesar de todo, el pelirrojo no se preocupó ni un poquito, seguramente estaba tan decepcionado de Mikey que ya no podía verlo de la misma forma que antes, seguramente estaba tan molesto con él, que quería fingir ser hijo único sólo por ese día.

Entramos a su cuarto, siempre igual; el desorden entre los materiales de arte, cuadros cubiertos con telas... Cuadros que nunca fueron revelados ante mí sino hasta ese día.

Path(po)etic; FrerardWhere stories live. Discover now