Capítulo 9

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«Lo Que Esperabas

Sabía que llegaría el día en el que ibas a decepcionarte de mí

y desearía poder decir que no me importa,

que está bien porque tu opinión nunca llegó a importarme,

pero tristemente, me importa;

me importa tanto como me importan las opiniones de todos.

Sabía que las cosas acabarían de este modo,

por eso ni siquiera me molesté en impresionarte.

Yo nunca he sido la clase de chicos que llaman la atención de alguien,

mi personalidad tampoco es constante,

y la mayor parte del tiempo estoy confundido,

es por eso que desde un principio, jamás debiste hablar conmigo.

Yo quisiera ser lo que tú esperabas, estoy seguro de que querías a alguien que emanara arte,

cuando yo no soy más que un farsante,

alguien que se deja llevar siempre por la corriente,

alguien que siempre busca la aprobación de la gente,

alguien que a veces cree saberlo todo pero realmente no sabe nada.

Me halaga que en algún momento pensaras que soy interesante,

pero me entristece no haber podido mantener esa fachada,

no quería que te dieras cuenta de que yo no valgo nada.

Ni siquiera sé quién soy, cambio de opinión tan rápido que yo mismo me mareo,

y me da tanto miedo el rechazo, que de alguna manera siempre me amoldo a lo que veo,

porque he desarrollado esta actitud camaleónica que me hace querer adaptarme a todo,

agradarle a todos, gustarle a todos, impresionar a todos.

Y me esfuerzo tanto para que nadie descubra que no soy lo que pretendo,

que estoy vacío por dentro,

que me cuesta tomar decisiones y hago todo lo posible para salir ileso de los problemas en los que me meto,

porque quiero quedar bien con todos.

Y creo que tú te esperabas a un chico más seguro de sí mismo,

uno al que no le importe el rechazo ni la aceptación,

como los escritores de tus libros.

Lamento mucho haberte causado esta decepción,

porque no puedo ser lo que quieres... Perdón por ser sólo yo».


Cuando volví a casa, Lindsey iba de salida, así que nos encontramos en la entrada.

— ¿Qué pasó con él? — Me preguntó.

— Se enojó porque te ayudé con lo de la carta. — Respondí con desgano, aunque no quise demostrar que aquello me estaba afectando.

— No te sientas mal, Frankie. — Me rodeó con su brazo. — Déjalo enojarse si quiere. Tú no hiciste nada malo. Gerard es un asco.

Path(po)etic; FrerardWhere stories live. Discover now