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Me desperté a la mañana siguiente gracias a mi ruidosa alarma sonando. Mierda, debí haber olvidado apagarlo anoche.

Me giré para ver que Justin gruñía y rodaba hasta quedar del otro lado, me estiré y apagué la alarma. Suspiré para después quedarme mirando hacia la espalda de Justin. Envolví mis pequeños brazos alrededor de su cuerpo y coloqué mi cabeza en su espalda.

Después de unos minutos, se volteó y tiró de mí hacia él. Me quedé allí despierta y observando la cortina por al menos una hora. Solía hacerlo mucho cuando me despertaba. Era como si aún estuviera dormida con los ojos abiertos. (Lo hacía cada mañana.)

—¿En qué estás pensando, nena? —preguntó Justin.

Levanté la mirada hacia él para encontrar que sus ojos seguían cerrados, sonreí y picoteé su perfectamente moldeada mandíbula. Curvó sus labios un poco antes de abrir los ojos e inclinarse para colocar sus labios sobre los míos. Estaba en la gloria.

—Buenos días. —Sonreí.

—Buenos días, princesa —dijo, y frotó mi espalda con suavidad. Dejé salir un suspiro de alivio y enterré mi rostro en el espacio de su cuello. Me gustaba cuando me frotaba la espalda, podría dejarlo hacerlo durante horas—. ¿Quieres salir hoy, nena? —Justin preguntó mientras aún me frotaba la espalda.

—No, quiero quedarme así en cama todo el día —dije con los ojos cerrados, él se rió profundamente y me apretó.

—Podemos hacerlo por un rato más, pero tenemos que salir de aquí de alguna forma. —Me besó la parte superior de la cabeza y continuó acariciándome la espalda.

—Nooo —me quejé.

—Oh, deja de quejarte, suenas como una niña de cinco años —bromeó. Lo miré e hice un puchero—. Ooh, puedo darte una razón para que hagas pucheros, amor. —Sonrió. Rodé los ojos y negué con la cabeza.

—Eres tan desagradable a veces.

—Auch, eso dolió. —Fingió sorber por la nariz. Solté una risita y besé su pecho desnudo, para luego cerrar los ojos por solo un instante—. Te amo —dijo de la nada.

—Yo también te amo —le respondí.

Salimos de la cama al final, de hecho, él salió y fue a tomar una ducha mientras yo seguía acostada viendo televisión con un tarro de helado que Justin me había subido minutos atrás. Por supuesto, tuve que discutir con él acerca de yo comer helado en la mañana, que me daría dolor de estómago y algo de esa naturaleza. Pero gané y conseguí mi helado. Gracias, mamá, por lo terca.

Estaba pasando canales cuando por fin decidí ver un programa acerca de las fotografías de Justin de Calvin Klein. Joder, estaba bueno y era mío. Ja, ja, bésenme el trasero, estúpidos.

Estaba en Justinlandia cuando su teléfono sonó e interrumpió mis pensamientos. Miré el identificador de llamadas, y era su madre. Presioné el botón de contestar y sostuve el teléfono contra mi oreja.

—¡¡¡Bieber!!! —Oí una voz chillona saludando, supe fácilmente que le pertenecía a nadie más ni nadie menos que a Jazzy.

—¡Hola, princesa! —le dije.

—¿E-Elle?

—Esa soy yo, cariño. —Me reí.

—¡Hola, Elle! ¡Los extraño a ti y a Bieber, mucho! —exclamó. Nos vimos varias veces cuando los niños estaban en Los Ángeles, pero ahora estaban de regreso a Canadá.

—¡¡E-E-Ellee!! —Oí otra voz en el fondo, ¡era Jaxon! Era más allá de ser adorable—. ¡Quiero hablar con Elle! —Oí la voz de Jaxon quejarse.

Bieber Corporation → j.b → spanish versionTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang