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- Justin POV –

Me estaba preparando comida congelada ya que había pasado la hora de comer y no había nadie en casa; cosa que quería decir que me tenía que preparar yo mismo la comida. Puse mi plato en la mesita del salón, al lado del sofá. Corrí hasta mi habitación y cogí el teléfono. Tenía un nuevo mensaje de Ella.

— Voy a llegar tarde a casa

Aunque no quería ser un cotilla y preguntarle sobre eso, me pregunté a mi mismo por qué. Le contesté con un simple "okay" y después me comí lo que me había preparado.

El resto del día fue aburrido, estuve tirado en el sofá viendo shows de lo más raros. Ya eran las 10 y aun no tenía noticias de Ella. Joder, esta chica me llevará a la muerte.

La llamé y contestó inmediatamente.

— ¿Nena, donde estás? —le pregunté.

— Dame cinco minutos —dijo y luego colgó sin decir nada más. Maldita grosera.

Ella estaba en lo cierto, no tardó ni cinco minutos; entró por la puerta.

— ¿Ella? —la llamé y me levanté del sofá para acercarme.

— Hola —murmuró.

— ¿Va todo bien? —le pregunté preocupado.

— Sí —dijo y después hizo el amago de irse. Aun así, la tomé por la muñeca y ella se volteó para mirarme.

— ¿Por qué estás siendo tan fría? ¿Hice algo mal? —le pregunté.

— No, solo estoy cansada —respondió sin ganas.

— Vale —le dije. Ella se fue y unos minutos más tarde escuché como abría el grifo de la ducha.

Todo estaba bien esta mañana, ¿Qué demonios le pasó?

Eran casi las 2 de la mañana así que decidí volver a nuestra habitación; allí encontré a Ella envuelta en nuestras mantas blancas. No pude evitar sonreír cuando la vi enfrente de mí. Era simplemente increíble. No podía estar enfadado con ella más de un día, era demasiado irresistible.

Me tumbé a su lado y me colé debajo de la manta, la acerqué a mi cuerpo y se dio la vuelta para acurrucarse en mi pecho.

— ¿Estás bien? —le pregunté a lo que lentamente asintió contra mi pecho. Levanté su rostro tomándola por la mejilla y la besé, ella me besó también pero su beso fue muy descuidado.

— Estoy cansada —dijo enterrando su cara en la curva de mi cuello.

— Lo sé, era solo que no le había dado ningún beso aun a mi increíble novia —sonreí.

— ¿Por qué tienes que ser así? —murmuró. Yo tan solo sonreí ligeramente y encogí los hombros.

— Te quiero —le dije. Me quedé en silencio esperando alguna respuesta por su parte pero, de nuevo, nada. Duele saber que la quiero muchísimo aunque ella no me quiera de la misma manera— Buenas noches bebé —le susurré.

— Buenas noches —contestó enterrando aun más su rostro en mi cuello y durmiéndose.


Me desperté solo para encontrar que el otro lado de la cama estaba vacío. Suspiré y me incorporé para mirar el reloj; eran las 8 de la mañana. Salí de la habitación y bajé las escaleras.

— ¿Ella? —la llamé. Estaba todo muy tranquilo y el apartamento estaba vacío. Fui hasta la cocina y también la encontré vacía. ¿Se fue a trabajar hoy también? Es sábado.

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