— ¿Qué se supone que queda responder? — Pregunto, siendo lo más directo posible. — Honestamente, no sé qué decir.

Me sentía como un tonto cuando no se me ocurría qué responder, pero a él no le importaba esto.

Realmente ¿Qué se suponía que debía decirle? Lo único que se me ocurría era: «Si no quieres que me enamore de ti, no me hables así de bonito».

— No tienes que decir nada si no quieres, muchas veces es mejor callar y ser sólo tú con el entorno y tus pensamientos. Yo estoy bien si estoy contigo, incluso si no estamos haciendo absolutamente nada.

— Entonces prefiero que hablemos de lo que sea, porque no quiero detenerme a pensar en todo lo que ha pasado hoy, que seguramente es lo que haré.

— ¿Por qué hiciste todo esto? — Le dio una calada a su cigarrillo y soltó el humo moviendo la boca como si quisiera hacer formas en el aire; sublime a la vista. — Me refiero a ir a casa de Lindsey y demás.

— Creí que estaba claro, odié las cosas que dijo sobre ti, creo que lo siguiente sucedió por impulso, porque quizás hablé demás y se me fue un poquito la mano, incluso la llamé "bruja cara de pus". — Aquel insulto lo había hecho reír, pero llevó a cabo esta acción mientras le daba otra calada a su cigarrillo, así que se ahogó con el humo y tosió un poco al final de su risa. — No sé de dónde vino eso, porque no es algo que se me ocurriría a mí.

— En algún momento se te ocurriría algo así, considerando que eres amigo de Andy... — Seguía riendo. — Como sea, no era necesario que fueras a defenderme.

— Yo quise hacerlo. Las cosas que Lindsey llegó a decir me afectaron más de la cuenta porque sabía cómo te sentirías al respecto, sé lo mal que te pone este tema y simplemente me pareció injusto que ella te convirtiera en el malo del cuento.

— Cuando leí los mensajes me sentí fatal, sí, pero más que eso, me sentí estúpido, porque mi relación con Lindsey, aunque yo la creyera de amistad, siempre fue muy tóxica e insana, lo fue desde mucho antes de que las cosas llegaran tan lejos; ella siempre se victimizaba por todo, me hacía pensar que era miserable, que pasaba por muchas cosas malas en su vida, que en realidad no era una mala persona sino alguien que sufría mucho y que quizás por eso tomaba tan malas decisiones. Pero pasaba el tiempo y yo me iba agotando poco a poco, me daba cuenta de lo egoísta que podía llegar a ser, que yo siempre iba a estar allí para ella siempre que me necesitara, pero cuando yo la necesitaba, ella nunca estaba para escucharme. Luego vinieron nuestras estúpidas peleas... Dejábamos de hablar, volvíamos a ser amigos, y así sucesivamente hasta que finalmente todo estalló. No sé por qué la soporté tanto.

— Quizás porque eres una buena persona.

— No tanto como lo eres tú. — Suspiró. — En parte, aunque tu intervención haya sido innecesaria, me hizo un poquito feliz, siento que te preocupas por mí y eso... Eso no es algo que me pase todo el tiempo, hace mucho que no sé lo que es que alguien se preocupe por mí de esa manera, que a alguien le afecte que quieran hacerme daño. Gracias, Frank. — Estiró su mano para buscar la mía, una vez que la tuvo, no la soltó.

— N-no es nada... — Respondí evadiendo su mirada, era increíble que incluso a estas alturas él siguiera poniéndome nervioso. — De todas maneras, odio las injusticias.

— ¿Sabes qué es una injusticia? — Apretó un poco mi mano, entonces me giré para mirarlo a los ojos, vi cómo apagaba su cigarrillo en el cenicero colocado frente a nosotros y luego volvió a subir los vidrios del auto. — Que no me hayas besado aún.

Gerard siempre tenía que decir esa clase de comentarios; "qué tal si nos besamos", creo que decía esas cosas y no actuaba sin hablar porque estaba consciente de que esa clase de comentarios me ponían nervioso y a él le encantaba provocar ese efecto en mí.

Path(po)etic; FrerardWhere stories live. Discover now