23: Confesiones

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-Creo que deberías sentarte, no será fácil – suspiró Ismael mientras me dejaba caer en el sofá, Emma y Valente se despidieron con un beso en mi mejilla antes de regresar a su trabajo, pidiéndome que los perdonara por no haberme dicho nada antes – supongo que lo primero es que sepas la razón por la que Samuel está en el hospital – Mateo se sentó frente a mí, mirándome directamente como si intentara adivinar mis pensamientos y encontrar las palabras que me hicieran comprender todo de una sola intensión sin tener que profundizar en el tema.

-Samuel nació con una extraña anomalía cardiaca que ha hecho a su corazón insuficiente desde que nació – sentí como mi propio corazón se contraía al escucharlo – prácticamente fue un niño normal hasta los 8 años cuando comenzó a perder el conocimiento de la nada, cada vez que hacía un poco de actividad física, colapsaba, desde entonces lo sometieron a un sinfín de pruebas médicas, que lo obligaban a pasar la mayor parte del tiempo en su casa evitando juegos que pudiesen ponerlo en peligro – pude recordar el día que me contó sobre su infancia, el niño solitario que no jugaba con nadie, que conoció a su mejor amigo por ser parte del grupo de aislados sociales, por no hablar el mismo idioma y en el caso de Samuel, por estar gravemente enfermo – la familia agoto casi todos sus recursos para encontrar el origen de la enfermedad de Samu, y finalmente, cuando lo lograron, la respuesta no era la que deseaban – respiro profundo y tragó pesado – en términos simples el lado izquierdo del corazón de Samuel era más grande de lo que debería ser y por esta razón se llenaba con más sangre de la que era capaz de bombear haciendo que creciera más y más por el aumento de presión; y él, perdía el conocimiento porque la sangre que enviaba su corazón a cerebro y otros órganos no era suficiente – pausó un instante para mirarme, intentando averiguar si comprendía todo, yo permanecía en silencio esperando que continuara y de esta forma resolviera todas las dudas que se estaban generando en mi cabeza, poco a poco los recuerdos volvían a mí, recordaba las veces en que habíamos corrido algunos metros, solo para detenernos debido a que Samuel casi caía inerte por su dificultosa respiración – el pronóstico no era del todo bueno, comenzaron a tratarlo de inmediato, y aunque toda la medicación que le dieron solo resolvía los síntomas, también le daba tiempo a Samuel – me abofetee mentalmente un millón de veces por no darme cuenta antes, por no haberle hecho caso a mi instinto, ese que me decía que algo no iba bien cuando veía a Samu tomar aquel sin número de píldoras durante el día, por fingir demencia cada vez que habría los cajones del baño o de la alacena, y me encontraba con alguno de esos frascos con nombres complejos en las etiquetas, por haberme obligado a creer que se trataban de simples vitaminas o píldoras para el insomnio, siempre había tenido la verdad frente a mí y me había negado a verla, me había negado por temor a romper con mi burbuja de perfección, con mi cuento de hadas.

-¿Tiempo para qué? – me atrevía cuestionar al notar que no había concluido con su historia.

-Para conseguir un donador – hablo Ismael, colocándose en pie y comenzando a caminar en alrededor de la habitación para finalmente dejarse caer en la silla del escritorio.

-¿Un donador? – y aunque mi pregunta parecía estúpida y prácticamente creía saber la respuesta, quería que fuesen ellos quien me dijeran la verdad, quizá me estaba equivocando.

-El pronóstico de vida de Samuel después de que le detectaron el problema cardiaco era de 2 años, aun con tratamiento médico – continuo en tono inseguro Mateo – los médicos le dijeron a los padres de Samu que su corazón continuaría funcionando de manera deficiente por un año más, posteriormente podría sufrir una especie de recuperación temporal en el cual la parte derecha de su corazón supliría la función del izquierdo, pero que después comenzaría a fallar y una vez que fallara, bueno, si todo su corazón se volvía insuficiente...

-La única cura para la enfermedad de Samuel es un trasplante de corazón, la medicina solo le da un poco más de tiempo, sin un trasplante, muere – interrumpió Ismael bajando progresivamente la velocidad de su palabras – Guillermo; Samuel está muriendo – nunca había tenido ningún tipo de accidente, pero al escuchar las palabras de Ismael supuse que así se debería sentir el chocar en un auto, un golpe seco, instantáneo, inesperado y algunas veces mortal.

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora