16: "Un cuento de hadas"

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Su sonrisa brillaba como nunca, mantenía la vista fija en el camino y de vez en cuando me dirigía una breve mirada y un beso fugaz. Había olvidado la última vez que viajaba en auto por la carretera, algunos recuerdos de mis viajes familiares regresaron a mi mente y me mantenían con una sonrisa boba en los labios, recordar a mi padre contándonos alguna historia de cuando era niño, mi madre comentando los planes al llegar a nuestro destino, mi pequeña Karol dormida sobre mi hombro y, yo imaginando las mil aventuras que podría contar a Frank al regresar a casa; la nostalgia me invadió por uno instantes y la molestia en la garganta comenzó a crecer, ¿hacía cuanto tiempo que no hablaba con mi familia?.

Pronto se cumplirían 5 años desde que mis padres y mi hermana menor se habían mudado a Canadá, desde entonces no tenía comunicación con ellos, y cada día me arrepentía un poco más por haber sido tan terco, tan iluso, si tan solo me hubiese ido con ellos, si tan solo hubiese preferido a mi familia en lugar de...

Sacudí la cabeza intentando despejar mi mente, olvidar toda aquella amargura y de nueva cuenta concentrarme en el presente, fije la mirada en la ventana y disfrute del paisaje, unos minutos más tarde me había sumergido en un profundo sueño.

No supe cuántas horas llevábamos de camino, ni cuantas faltaban, el silencio del auto y la ausencia de movimiento me hizo despertar; giré torpemente en el asiento intentando ignorar el dolor y el entumecimiento de mi cuerpo por permanecer tanto tiempo en la misma posición, despejé un poco mi mirada y pude notar que Samuel no estaba en el auto, miré a mi alrededor y noté que nos encontrábamos estacionados en una calle lo suficientemente estrecha para 2 autos, con aceras bajas y rodeada de casas, tan pegas las unas a las otras que bien podían pasar por una misma. Un camino empedrado y los colores vivos de las casa le daban ese perfecto aspecto de pueblo de provincia, claramente ya no estábamos en Madrid.

Mi pulso se aceleró al escuchar la voz de Samuel acercarse, parecía conversar con alguien, por alguna razón fingí dormir, no sabía cómo reaccionar y fue lo único que pude concebir como buena idea.

-En verdad no tenías que hacerlo, te lo dije, estoy mejor que nunca – pude distinguir la voz de una chica.

-Lo sé, lo sé, pero no puedo evitar preocuparme, eres más importante para mí de lo que me gustaría y por eso me tienes aquí – sentí un nudo en la garganta, y la necesidad de abrir los ojos y ver a aquella persona tan "importante" para Samuel se hizo casi insoportable.

-¡Awwww!, me matas de ternura Samu – y un escalofrió recorrió mi espalda obligándome a moverme – pero de verdad eres un exagerado.

-Tengo el derecho a serlo de vez en cuando ¿no crees? – esa comodidad en su voz, esa forma natural de hablar, me incomodaba.

-Vaya que en verdad es lindo ¿he? – la voz de la mujer se escuchó casi pegada a la puerta del auto.

-Lo sé, ahora aléjate de la puerta o lo despertaras y no quiero que lo primero que vea sea tu cara de zombi – aquellas palabras tan alejadas de su habitual manera de ser, seguidas de una fuerte carcajada por parte de ambos, incrementó mi incomodidad, no lo iba a negar, sentía celos de aquella mujer que conocía esta, hasta ahora fase desconocida para mí, de Samuel.

-Bueno entonces lárgate de una vez – dijo al terminar de reír aquella chica – deja de preocuparte tanto por mí y vete a disfrutar con "tu príncipe"- ¿le había hablado de mí?

-Está bien me voy, solo por favor, prométeme que cualquier cosa que necesites, sea la hora que sea, me llamarás – me quede completamente estático, en el fondo de mi, algo gritaba que solo se preocupara por mí y nadie más.

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora