19: El plazo esta a punto de cumplirse

531 68 7
                                    


-¿En qué piensas? – su tibio aliento chocó contra mi oreja.

-En nada, sonreí al sentir sus brazos rodear mi pecho; llevaba casi una hora observando a la nada, sentado desde las escaleras de la entrada del patio trasero, desde ahí la vista del bosque y el cielo abierto era increíble, me daba paz.

-¿Llevas mucho aquí? – se sentó cuidadosamente dejándome entre sus piernas y apoyando el mentón sobre mi hombro.

-Un poco, si – después del desayuno y tras una especie de golpe de inspiración, Samuel se había sentado en su mesa de trabajo y no había parado de escribir, y aunque amaba observarlo hacer su vida cotidiana, me sentía como un intruso simplemente observándolo trabajar, así que llevaba cerca de dos horas sentado en la misma posición, observando el paisaje e intentando callar los pensamientos en mi cabeza, esos que me decía "un mes, solo un mes", intentando callarlos recordando las mil veces que Samuel me recordaba cuanto me amaba, las noches a su lado, los días en el pueblo, sin embargo, ese pensamiento: "solo un mes", siempre regresaba y me atormentaba - ¿terminaste de trabajar? – cambié un poco el tema para callar las voces.

-No – suspiró pesadamente – pero te extrañaba – besó mi mejilla, yo sonreí ante su comentario, amaba su forma cursi de ser, amaba todo de él.

(...)

Samuel llevaba casi seis horas sentado frente a su máquina de escribir, aquella mañana su editor le había llamado, al parecer la empresa editorial le solicitaba un adelanto de su próximo trabajo para el final de aquella semana, y debía admitir que aunque me negara a aceptarlo, desde mi llegada, él había dejado sus trabajo abandonado, me sentía culpable, por esa razón ahora me encontraba sentado en medio de aquel claro lanzándole una pelota a Espartaco, de nueva cuenta intentando liberar a mi mente de aquella culpa y dándole espacio a Samuel para trabajar.

Tras una hora de correr de un lado a otro, "la bestia" como Antonio llamaba al cachorro, estaba muerta, dormía apoyando la cabeza sobre una de mis piernas, roncando escandalosamente y cortándome la circulación; de nueva cuenta el silencio no le hacía nada bien a mis pensamientos. Estar solo tan cerca de Samuel, me hacía recordar la manera en que había llegado hasta él, la casualidad y al mismo tiempo mis razones; necesitaba decirle la verdad, necesitaba decírsela pronto, la culpa de conocer una parte de su pasado que él aun no compartía conmigo abiertamente, me estaba carcomiendo, me consumía poco a poco, pero el temor a su desprecio era aún mayor.

¿Y si se decepcionaba de mí?, ¿Y si creía que solo lo estaba utilizando?, ¿Si me odiaba?, cada escenario posible me convencía cada vez mas de que debía callarme todo, no soportaría que me despreciara, no soportaría su rechazo, no podría con el dolor de perderlo de esa manera, aunque después de todo, lo perdería tarde o temprano, la regla del mes había sido rota, pero la regla de dejarme tarde o temprano, aun no, después de todo, quizás el plazo estaba punto de cumplirse.

Pero me amaba; eso me hacía dudar, me daba una absurda esperanza, me ama...

(...)

-Entrego esto y seré tuyo el resto del día, ¿está bien? – se colocó la chaqueta mientras tomaba las llaves de su auto y el sobre donde había puesto el manuscrito de su nuevo libro, una historia de fantasía, una especie de extensión de aquel cuento infantil que había escrito hace tantos años, o al menos algo así me había confesado la noche anterior antes de dormir.

-Está bien – dije en un suspiro mientras arreglaba el cuello de aquella prenda, no me emocionaba la idea de quedarme solo en aquella enorme casa, pero al mismo tiempo no me atrevía a retractarme de lo que hace unos minutos había dicho con tanta decisión, no quería acompañarlo a la ciudad, no quería conocer su empresa editorial, no quería interferir en su trabajo.

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora