14: "Acompáñame"

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¿Pero que clase de vídeo has puesto Anngie?, ok, ok, ya se que la portada esta rara pero es el único vídeo que encontré de esta canción :3...

Así que simplemente ignoren la portada y disfruten del capitulo :)... Como dato curioso este grupo musical es uno de mis favoritos...

Ahora les dejo leer en paz...

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Al llegar a casa, con la cabeza llena de recuerdos, y el estómago de mariposas, no tuve más dudas, envié mi carta de renuncia, una copia a Lucia y otra a Carlos, lo que más deseaba era dejar todo atrás, empezar de nuevo, buscar un empleo mejor y desintoxicarme de una vez por todas.

(...)

Una cita le había bastado para tenerme a sus pies, odiaba admitir que me estaba enamorando, sin embargo, en el fondo, de sobra sabía que me había enamorado de él mucho antes de conocerlo.

Las citas continuaron por el resto de la semana; Samuel llegaba cerca de las 10 de la mañana y pasábamos el día visitando algún museo, parque o cafetería que a él se le ocurriera, para el final de la tarde ocuparlo conversando en el sofá de mi casa. Le había pedido que no visitáramos nunca más el parque del retiro, y él accedió sin cuestionar nada.

Como era de esperarse, durante todas esas citas, él se concretaba a hablar sobre algún tema al azar, música, cultura general, historia de España, etcétera, nuca sobre sí mismo; en cuanto a mí, prácticamente le había contado toda mi vida en tres días, omitiendo claro está, la parte que incluía a Carlos, y la de la investigación que había realizado sobre él hace tan solo unas semanas; a pesar de que el remordimiento por mentirle me carcomía, sabía que si en algún momento Samuel se llegaba a enterar sobre mi encuentro con "sus musas", se iría mucho antes del plazo conocido, por lo tanto evitaría e ignoraría el tema el mayor tiempo posible, quizás así podría lograr que se quedara más de un mes conmigo; aun cuando eso fuese tan solo una fantasía.

La segunda semana estaba a punto de comenzar, y a pesar de las muestras de afecto que teníamos, nuestra situación aún era un enigma, al menos para mí; no nos conocíamos lo suficiente para decir que éramos amigos, por otro lado hacíamos cosas que no eran de un simple par de conocidos o amigos comunes, y aún con eso, no se podía decir que éramos novios, pues aquella etiqueta parecía demasiado fuerte y cargada de compromiso, para algo que había iniciado hace apenas una semana; por lo tanto estábamos en una especie de limbo interpersonal, llevando una relación que ninguno sabía que era.

El martes por la mañana, en mi cabeza los pensamientos acerca de nuestra situación comenzaron a mellar mi estado de ánimo; el día anterior después de salir del cine cerca de la media noche, lo había invitado a quedarse a dormir en casa, no sabía exactamente con que intensión, y aunque se podría decir que no conocía nada de él, o al menos así se lo hacía creer, no dudé ni un instante en hacerlo, y tras negarse un par de veces lo había convencido, asegurándole una y mil veces que no pretendía nada más que dormir y estar seguro de que no le ocurriría nada por regresar a esa hora al lugar donde se estaba quedando, lugar del que yo no sabía absolutamente nada. Ahora me encontraba de pie frente al sofá donde él había dormido, observándolo mientras sostenía la taza de café que le había preparado hace unos minutos, simplemente observando, con un millón cuestionamientos sin sentido, rondándome en la cabeza, y aunque no lo creía necesario, algo en mi quería darle un nombre a "nuestra situación".

-Buen día - dijo acomodándose en el sofá, rompiendo mis pensamientos de golpe.

-B-Buenos días - sonreí de manera tonta al verlo tallar sus ojos, con el cabello desordenado y la camisa arrugada, intentando sentarse - ¿Dormiste bien? - dije dándole la mano para ayudarlo a incorporarse, sabía mejor que nadie que el sofá era el lugar más incómodo en el mundo para dormir, pero él se había negado rotundamente a dormir en la cama conmigo y más aún a que yo durmiese en el sofá y él en mi cama.

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora