Capítulo 6: Estacionado en los problemas

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Aunque es un habito horrible, me muerdo las uñas de los dedos de mi mano disimuladamente mientras el profesor de la clase de inglés recorre el salón y va entregando las calificaciones del último examen uno por uno.

Una vez que aquel papel cae sobre mis manos, presiono mis labios sintiéndome triste y enfadado. No puedo creer que otra vez haya reprobado. Rodeo la mirada resignado y luego lo guardo en una de mis carpetas.

El timbre para salir de clases suena más fuerte de lo normal y todos se ponen de pie mientras levantan sus mochilas del suelo. Yo lo hago tan lentamente que soy uno de los últimos en casi salir del salón, y digo casi por que el profesor dice mi nombre y me pide que me acerque a su escritorio.

—Hunter, he revisado tu historial de calificaciones y es perfecta —dice —Excepto Inglés, ¿Qué sucede? ¿No entiendes como hago las clases?

—Solo me tardo más que los demás en aprenderlo, es todo.

—Pero no es primera vez que tú y yo estamos hablando sobre tus calificaciones ¿Cierto? —Yo asiento mirando hacia el suelo —Creo que voy a tener que ponerte un tutor.

—No —niego —Solo necesito estudiar más, sucede que estoy haciendo un millón de cosas a la vez y esto se me escapó de las manos, pero para el próximo examen estaré preparado.

—¿Y si lo repruebas?

—Estudiaré más —digo con una sonrisa algo pequeña.

—Si lo repruebas, no será por mí clase que pierdas la opción de tener una beca universitaria. No tendré más opción de ponerte un tutor ¿De acuerdo? Será por tu bien.

—Si paso el siguiente examen ¿Podemos posponer lo del tutor?

—Si tu calificación es buena, por supuesto que sí —Yo asiento y me comprometo a estudiar lo más que pueda para la siguiente oportunidad.

Ahora sí el profesor me deja salir del salón y camino apresurado a mi casillero para guardar mis cosas y no perder el autobús.

El día de hoy no debo trabajar en la casa de los Beili, así que me tomaré un poco de tiempo para ir en autobús al centro a comprar mercadería para la nevera.

Una vez sentado, no pierdo el tiempo en el autobús, armo todo un presupuesto mental para organizar los gastos que debo hacer para que aún comprando todo lo que necesito, me quede dinero para terminar el mes.

Camino por la acera por al menos unos 5 minutos y ya las personas pesadas del centro me han pegado en el hombro izquierdo dos veces, ¿Acaso la gente amable no existe a mi alrededor? ¡Dios!

Una vez que ya estoy en el supermercado, compro mayoritariamente cosas para la cena o el desayuno, siempre almuerzo en el Colegio y Papá no está en casa a esa hora, así que al menos ese es un gasto menos.

Dejo algunas de las cosas en mi mochila y las otras las guardan en una bolsa de papel café al momento de pagar, salgo con una boleta de al menos 14 centímetros en mi bolsillo, pequeña pero accesible.

Mientras camino para tratar de alcanzar el autobús, llega la oscuridad al cielo y respiro un poco tranquilo ya que no hay tantas personas caminando en las calles como hace un rato.

—¡Stay! —alguien detrás de mí grita mi apellido, me giro confundido y tres hombres bastante grandes y con la mirada pesada se acercan lentamente.

—Papá —susurro para mí, él ya hizo algo malo seguramente.

—Hunter, ¿Cómo has estado? Hay información importante que debes saber —uno de esos hombres sonríe al hablarme y pasa su teléfono de una mano a la otra.

Debo SalvarteWhere stories live. Discover now