-¿No me digas?-Digo cortante.-Ahora déjame.
-¿Por qué estás mojada?-Frunce el ceño.
-Decidí darme un baño en el lago.-Digo indiferente.
-¿A estas horas?
-No tenía sueño, sobre todo después de veros en mi cama.-Lo fulmino con la mirada.
-Perdona. Esque mi casa estaba muy desordenada y...
-Me da igual, Adrien. Cállate y vete con Nate.-Le espeto. Me doy la vuelta y entro en mi casa, cerrando la puerta tras de mí, dejando a Adrien solo en el rellano.
Me voy a la cocina a beber un vaso de agua y miro por la ventana, que da al lago. El hombre ya no está.
Tengo miedo, así que cierro las ventanas y la puerta con llave. Luego me voy a mi habitación y me tiro sobre la cama. Me da igual estar mojada y empapar todo, total no hay sábanas. Estiro instintivamente el brazo hacia mi mesilla para coger un libro, pero no está. Miro y veo que está tirado en el suelo. Les voy a matar. Vale, pueden acostarse en mi cama, eso lo paso, pero ¿tirar un libro al suelo? Los odio.
Lo agarro y empiezo a leer.
***
Unas horas después, decido salir a dar un paseo. Me pongo un short algo rasgado, una camisa azul oscuro sin mangas y unas sandalias negras. Salgo al rellano y ¿con qué me encuentro? Con Nate.
Al principio me enfado. Pero luego, cuando la veo con un vestido rosa y unas sandalias negras, mirándome arrepentida, se me esfuma el cabreo.
-Dris, lo siento de verdad, yo...-La interrumpo.
-Da igual. Ya está. ¿Que tal estás por lo de tu padre?-Me acerco a ella y la abrazo.
-Bueno... mal. En estado de shock, supongo.-Suelta una risita nerviosa.-A veces tengo sueños respecto a eso, pero lo intento llevar lo mejor que puedo.
Asiento y la abrazo más fuerte.
***
Ese mismo día decidimos comer los tres en casa de Adrien. Nate y yo estamos sentadas en el sofá haciendo zapping, cuando Adrien entra por la puerta. Supuestamente él cocinaba.
-¿Que cocinas, mi amor?-Nate se levanta y le da un beso. Aprieto los puños, pero finjo una sonrisa.
-Espaguetis.-Dice y me mira.
Oh, eso se lo enseñé yo. Me muerdo el labio inferior y agacho la mirada.
-¿Quién te enseñó a hacerlos? Sé que no cocinas mucho.-Nate se vuelve a sentar en el sofá.
-Mi madre.
Okay, eso me ha sentado como una patada en el estómago. No me lo puedo creer.
-Tu madre debe de tener mucha paciencia para enseñarte algo.-Digo con un deje de fastidio en la voz.
-Ella es muy testaruda, pero me adora. Haría cualquier cosa que le pidiera. Y es muy celosa.-Dice refiriéndonse a mi indirectamente. Me dan ganas de levantarme y darle una paliza.
-No creo que tu madre sea celosa, solo que no le gustará que primero pases un mes entero con ella y el último día de ese mes le des muuuchos abrazos-besos, en mi caso.- y que luego te vayas con tu tía y la trates mejor que a tu propia madre.
-¿Conoces a su madre?-Me pregunta Nate.
-No.-Enarco las cejas.-Lo que acabo de decir es una suposición.
-Que suposición más detallada.-Suelta una risa.
-Ya me conoces. Yo cuido hasta el más mínimo detalle.-Digo la última frase mirando a Adrien.
-Bueno... ¿comemos?-Adrien nos interrumpe.
-Claro.-Sonrío falsamente y me levanto. Me siento en la mesa y Nate me imita.
Adrien nos trae los platos y se sienta con nosotros a comer. Empezamos a hablar de ridiculeces, pero luego ellos empiezan a besarse pasando de mí.
Aprieto el cuchillo en mi mano y lo miro. Contrólate, Dris, no puedes matarlos, irías a la cárcel y no puedes... Dejo el cuchillo en la mesa otra vez.
Ellos siguen a lo suyo. Tengo unas necesidades imperiosas de que paren, así que hago lo primero que se me viene a la cabeza: agarrar mi plato de espaguetis y echárselo encima a Nate.
Se separa rápidamente y suelta un grito.
-¿Pero estás tonta?-Me pregunta quitándose fideos del pelo.
-¡Perdona! Iba a levantarme a echarme queso, pero me tropecé...-Empiezo a disculparme fingiendo estar arrepentida.
Eso te pasa por robarme a mi novio. ¿QUE? No, chicos, yo no he dicho eso, ha sido mi estúpido cerebro, que parece que últimamente anda algo fumado de más...
Nate se levanta y se va al baño a toda prisa. Oigo el sonido de la ducha, así que supongo que tardará un rato.
Me levanto y me tumbo en el sofá, pasando de Adrien, que está (sorprendentemente) sonriendo.
-¿Y a ti que te ha dado?-Me pregunta.
-Ya te lo he dicho. Me he tropezado.-Frunzo el ceño.
-Sabes que no es verdad.
Se levanta y se acerca al sofá. Se tumba encima de mí, y por alguna razón no protesto.
-¿Que demonios haces?-Le pregunto.
-Eres muy celosa, Dris.-Niega con la cabeza.-Y te has portado mal.-Sonríe.-Habrá que castigarte.
-¿Como?-Le pregunto, aunque me imagino algo. Respiro agitadamente.
Sus manos se deslizan hacia mi culo. Así empezamos la otra vez.
-Tienes novia.-Aparto sus manos de donde estaban.
-Que casualmente es tu mejor amiga.-Sonríe y vuelve a dirigir sus manos donde las tenía antes.
-Quítate.-Le digo, muy a mi pesar.
-¿Y que harás si no lo hago?-Pregunta divertido.
-¿Lo quieres ver?-Antes de que responda, levanto mi rodilla y le doy en su amigo. Él cae del sofá al suelo y empieza a retorcerse de dolor, mientras de su boca salen toda clase de insultos hacia mí.-Yo ya he acabado aquí.
Me levanto, me paso las palmas de las manos por el pantalón para secarme el sudor, y salgo de su piso.
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Mi pequeña fuga
HumorDris está harta de oir a sus padres pelear y de que nunca le hagan caso, por eso, a sus dieciseis años, decide escaparse de casa y vivir por su cuenta. Al principio todo sale a pedir de boca, pero cuando Adrien, su guapo vecino, descubre que está ha...
13: Cero a la izquierda.
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