Capítulo 55

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Nadine se negó a abandonar el lado de Cécile excepto para realizar algunas de sus necesidades básicas. Por momentos Cécile recobraba el conocimiento, pero nunca estaba del todo lúcida y Nadine dejó de luchar por que lo estuviera; decidió seguirle la corriente en sus desvaríos e intentar que siempre estuviera contenta dentro de sus fantasías. A veces, Nadine lloraba desconsolada, otras estaba segura de que Cécile se recuperaría en cualquier instante y un milagro intervendría para sanarla.

El resto de sus amigos se turnaban para hacerle compañía, pero no fue hasta dos días después que Signe apareció. La presencia de la mujer le generó sentimientos encontrados a Nadine, puesto que aún estaba resentida por cómo había usado su popularidad para su beneficio y luego la había desechado a un lado. Sin embargo, Nadine estaba preocupada, como lo estaban muchos de los otros colonos, por la desorganización de la caverna. Dejando de lado todo lo personal que había pasado entre ellas dos, Signe había hecho lo que tenía que hacer para sacar la colonia adelante. Había sido una líder en el medio del caos, y claramente eso significaba trabajo suficiente como para andar mimando los caprichos de Nadine.

Aunque había cambiado, Nadine no lo había hecho tanto como para esconder del todo su carácter, por lo que cuando vislumbró la esbelta figura de Signe, le lanzó su mejor mirada de odio intentando asustarla con la mirada. Duró poco, sin embargo.

La mujer era un fantasma de sí misma. ¿Desde hacía cuándo que tenía tantas arrugas? ¿Cuándo había empezado a tener esa mirada triste y bolsas bajo los ojos? Nadine se olvidaba por momentos que ni siquiera los adultos tenían todas las respuestas y sufrían a la par que ella. Y, sobre todo, la declarada líder de la colonia con la responsabilidad de todas las vidas humanas en NOVA pesándole en los hombros.

Su séquito no la seguía y eso la hacía parecer más abandonada que cualquiera de los colonos, más frágil. Ignorando la fugaz mirada de Nadine, Signe se acercó con pasos delicados hacia donde Cécile se removía en gemidos por la fiebre.

—Mi niña... — dijo besándole la frente y acariciando su cabello— Me alegra que estés bien, Nadine. Nos tenías a todos preocupados.

—Seguro que sí —respondió Nadine con ironía revoleando los ojos sin poder evitarlo.

Signe la ignoró y continuó acariciando la frente de Cécile instalando un silencio incómodo.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no estás poniendo un poco de orden a todo este caos? —preguntó Nadine cuando ya no pudo soportarlo.

Los hombros de la mujer se tensaron y su mano se alejó en un puño de la chica inerte en el suelo.

—Pueden manejarse solos —espetó no sin cierta sequedad.

—¿Has estado inconsciente como yo? ¡Mira a tú alrededor! ¡Nos estamos desmoronando!

El silencio solo hizo que el enojo de Nadine hirviera en la boca de su estómago. Lejos quedó la imagen de la debilidad de Signe que había percibido cuando la mujer se acercó. Si esta era una competencia de voluntades, Nadine lo ganaría sin problemas.

—¡Tú fuiste la que quiso hacerse cargo! ¡Tú usaste cuanta arma tenías a tu alcance para llegar ser la líder! ¡Para tener PODER!

Signe desvió su mirada frunciendo su frente en consternación.

—¿Y ahora piensas que puedes darles la espalda a todos? ¡Eres una hipócrita! —continuó Nadine sin levantar la voz para que nadie se entrometiera, pero poniéndole fuerza a cada una de sus palabras.

—No puedo hacerlo más... —susurró Signe apenas exhalando las palabras.

—¡¿Que no puedes?! ¿Desde cuándo eso es una opción? Conseguiste la responsabilidad que querías. ¡Ahora hazte cargo!

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