Capítulo 22

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Lo primero que descubrieron una vez que Brian les compartió la lista de reclutas que viajarían con ellos, fue que las instalaciones donde ellos se encontraban no eran las únicas. Cada recluta tenía asignado un número de localización; ellos tenían el cinco y había diez en total. Era algo lógico, cuando se pensaba detenidamente, que el proyecto NOVA distribuyera sus integrantes geográficamente para aumentar el poder de control y disminuir las probabilidades de que una eventualidad destruyera todo el proyecto de raíz. En cada instalación había casi cinco mil quinientos reclutas, un número ya de por sí enorme para controlar. Si todos estuvieran juntos reinaría el caos.

Cuando Nadine había comentado su sorpresa ante la existencia de otras instalaciones, Brian se había encogido de hombros diciendo que si sumaban la cantidad de reclutas seleccionados por El Loto en el último año y lo comparaba con la cantidad de reclutas que tenían alrededor, la existencia de otras instalaciones era evidente. Nadine se sintió tonta.

La cantidad de perfiles de reclutas que tenían en su posesión era abrumadora, alrededor de cincuenta y cinco mil, por lo que resultaba inviable revisarlos todos uno por uno. En el momento en que Signe estuvo a punto de perder las esperanzas, Brian anunció:

—Si me dicen lo que están buscando puedo reducir los números filtrando los resultados.

La mujer estuvo a punto de besarlo ante tal noticia, pero se contuvo volviendo a poner su rostro en modalidad profesional.

—Eres increíble, Brian —dijo con una amplia sonrisa mostrando todos sus dientes.

—Obviemos, por ahora al menos, los menores de dieciocho años —propuso Cécile pensativa—. Necesitamos gente con experiencia.

—Saquemos también a aquellos que no estén en esta instalación. No podremos hablar con ellos de antemano, por lo que no aportará nada tener sus perfiles —agregó Nadine pensativa.

—Médicos, constructores, artesanos, ingenieros civiles, maestros... —comenzó a enumerar Kaoru con sus dedos.

Juntos hicieron una lista de cualidades y profesiones que podrían ser de utilidad en NOVA, y Brian consiguió filtrar todos aquellos que cumplían con los requisitos y se encontraban en su misma instalación. Entonces, comenzaron las relaciones públicas.

Nadine se sentía de vuelta en las pasarelas, y poniendo en práctica todas las habilidades interpersonales que tenía, revoloteó alrededor de los reclutas seleccionados como una mariposa durante varios días. A veces iba sola, a veces acompañada por Cécile, Kaoru o Signe; mostrando su rostro, generando contactos, y presentando en sociedad a sus amigos. Brian se mantenía al margen, encargándose principalmente de conseguir los datos que necesitaban de los sistemas. Kaoru resultó ser extremadamente tímido para acercarse solo a las personas y, luego de una abrumadora sarta de quejas y caprichos, se decidió que iría acompañado de una de las mujeres.

Al principio, eran extremadamente cuidadosos en disimular sus actividades, pero a medida que avanzaban los días y ningún funcionario les daba advertencias se volvieron más osados. La primera sorpresa se la llevaron cuando Sergei Petrov, el hombre que les había dado la inducción, se les acercó en uno de los entrenamientos de forma disimulada.

—Armas, necesitan armas —dijo en su usual forma directa.

El grupo de cinco quedó petrificado durante un par de minutos sin entender exactamente a qué se refería. En caso de que se refiriera a su plan, no estaban seguros si era una trampa para que admitieran sus actividades ilícitas. Sergei en respuesta resopló resignado, miró varias veces a ambos lados cuidando que nadie los oyera y agregó:

—En NOVA, necesitarán armas para defenderse.

—¡No armaremos a una colonia reciente! ¡Sería como darle un rifle a un mono asustado! —discrepó Signe atreviéndose a incluir al hombre en su plan.

—Estarán en un ambiente inhóspito donde cualquier cosa podría atacarlos. Necesitan armas si quieren sobrevivir los primeros días y cazar comida. Busquen soldados entrenados, con historial limpio y alguien con experiencia para liderarlos —explicó el hombre en una corriente rápida de palabras para luego retirarse tan repentinamente como llegó.

Sergei tenía razón y una vez que recobraron el coraje para seguir con el plan, buscaron a personas que podrían hacer uso de las armas sin matarse o matar a alguien. Cuando el nombre de Temba, el héroe de las duchas, apareció entre los resultados, Cécile chilló de la emoción para luego mirar a Signe y a Nadine con desafío.

—Temba es mío, ninguna atreva a cruzarse por mi camino —amenazó mitad en burla, mitad en serio, mientras Kaoru ponía los ojos en blanco.

La segunda sorpresa vino de la mano de otra persona inesperada: la Dra. Loven. En una de sus consultas psicológicas matinales, la doctora aprovechó la ocasión para loar la profesión como si fuese de sumo interés para Nadine, en el conjunto más extenso de palabras que había escuchado a la doctora pronunciar.

—Aunque muchos piensan que la psicología trata de una torta de sandeces, como tú, otros la consideran una ciencia que estudia la conducta humana. Algunas corrientes incluso emplean el método científico en sus tratamientos —explicó la doctora mientras escribía en su Tablet de forma natural—. En situaciones límite como las que vivirán en NOVA es posible que algunas de las mentes se quiebren por la presión y realicen alguna acción que ponga en peligro su vida o la de la colonia entera. Existe un renombrado psicólogo entre los reclutas, un hombre llamado Shaoran Lao, que podría ayudar a quienes se sienten a punto de llegar a su límite... Si sobrevive, por supuesto.

Cómo la Dra. Loven y Sergei habían descubierto sus andanzas se mantendría en misterio. Lo importante era que los funcionarios sabían lo que el grupo estaba haciendo y todavía no los habían llevado a una camilla y cubierto su piel de pústulas sangrantes. De esta manera, mientras Cécile enfocaba toda su energía en ruborizarse y pestañear coquetamente frente a Temba, Nadine buscó al Dr, Lao para acercarse a él.

Por primera vez en mucho tiempo, Nadine se sentía útil; estaba en territorio conocido. Aprendió tardíamente que el éxito no provenía de las ropas costosas ni del maquillaje intenso, sino de la actitud. Es cierto que tenía un poco de ayuda previa, pero ya no era la misma Nadine Ruetter, ídolo de los jóvenes, de la superficie. Con el paso de los días se convirtió en una nueva y reinventada Nadine: era la chica que había caído del estrellato y ahora lavaba inodoros, la chica que lo había perdido todo, la chica que participaba en cualquier actividad que propusieran los funcionarios, la chica que siempre estaba hablando con alguien diferente. Era esa joven a la que usualmente se veía en compañía del chico raro, la mujer de pelo platinado, el muchacho japonés que hacía reverencias con mirada dulce y la chica simpática de rulos. Popularidad por asociación. No pasó mucho tiempo hasta que los nombres de Signe, Cécile, Kaoru, Brian, Temba y algunos otros era tan reconocido como el de la propia Nadine.

Muy sutilmente, contando las palabras con cuentagotas, Nadine fue introduciendo a cada uno de los reclutas seleccionados sobre su rol cuando llegaran al planeta. Los presentó entre ellos cuando la oportunidad ameritaba y los convirtió en caras conocidas ante el resto de los reclutas. A su vez, cada uno de los seleccionados se encargó recabar información sobre aquellos que podrían ayudar en su causa específica. Todavía quedaban casi cuarenta y cinco mil personas desconocidas, pero al menos dentro de esta instalación había personas unidas, dispuestas a salir adelante y luchar por la subsistencia de la posible colonia.

En un pestañear de ojos, tres meses habían pasado y Nadine recordó lo que realmente estaba en juego cuando palpó la ansiedad y nervios del entorno. Le quedaban únicamente días en la Tierra, quizás únicamente días de vida, y no podía hacer nada para cambiarlo o para disfrutar sus últimos minutos. Un nudo permanente se le formó en la boca del estómago y un leve temblequeo la acompañaba en cada uno de sus movimientos.

A pesar de la inminente partida, las instalaciones parecían tranquilas y rutinarias. Demasiado para el gusto de Nadine quien estaba segura de que se trataba de la calma antes de la tormenta. Se comprobó hasta qué punto era correcta su suposición cuatro días antes de partir, cuando el cuartel despertó en gritos. 

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