Capítulo 30

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—¿El sol no se mueve? —preguntó Signe con sorpresa cuando le comentaron una vez que lograron separarla de su séquito.

—No es que el sol no se mueva, sino que su posición relativa a... —comenzó a explicar Brian.

—Brian, detente. Sé lo que significa. Simplemente me cuesta creerlo.

—Entonces, ¿por qué has preguntado?

Signe lo ignoró, su semblante pálido del cansancio y el estrés de ordenar la reciente colonia. La mujer se llevó las manos a su cabeza rapada y suspiró juntando energías. El campamento hervía en bullicio con la llegada de las cápsulas repletas de agua, algunos altercados desatándose en las diferentes filas de personas como era de esperar de aquellos con poca paciencia e instinto a flor de piel. El grupo que usualmente revoloteaba a Signe intentaba cada tanto llamar su atención, pero la mujer los echó con un ademán exasperado de su mano.

—Era cuestión de tiempo que este planeta nos diera una sorpresa —dijo cuando se hubo calmado.

—No entiendo que tanta importancia le dan. Hay lugares en la tierra donde hay seis meses de sol y seis meses de noche... en la Antártida o algo así —comentó Nadine.

—No todos vivimos en la Antártida, querida. ¿Cómo mediremos el tiempo? Necesitamos alguna forma. Si cada uno hace lo que quiere, a la hora que quiere será imposible organizar el campamento. Contaba con que los días fuesen parecidos a la tierra... —aclaró Signe, más para sí misma que para el resto.

—Al menos no tendremos que preocuparnos por la noche. Imagínate haber aterrizado en el lado del planeta a oscuras —propuso Nadine intentando levantar el ánimo.

—No cantes victoria, querida, que este planeta es una bomba de sorpresas a punto de estallar.

—¿Cómo diablos se hicieron los calendarios en la tierra?

—Años observando las estrellas asumo.

—¿Uno de esos relojes de arena, entonces?

—No veo arena por ningún lado, ¿se podrá usar tierra? ¡¿Quién sabe cómo funcionan esas cosas?!

—¡Esto es frustrante! Si los mayas pudieron hacerlo nosotros también.

—Los mayas tuvieron siglos para hacer su calendario, nosotros necesitamos algo YA. Sino cada uno caerá exhausto en el momento que quiera. Eso no puede ser sano para una sociedad.

—¡A-A-Agua! —interrumpió Brian haciéndose escuchar sobre la perorata de las dos mujeres.

Nadine y Signe lo miraron como si estuviera loco haciendo que Brian se moviera incómodo y comenzara con su tic de su teclado invisible.

—¿Agua? ¿Si quieres agua puedes ir hacia la fila? —preguntó Signe ganándose una mirada de odio por parte de Nadine.

—Signe, Brian no es idiota. Te lo he repetido mil veces —reprochó entre dientes, para luego dirigirse a Brian —. ¿A qué te refieres?

—U-U-n reloj de agua. No será e-e-exacto, pero puede ayudar —explicó el chico completamente ajeno al intercambio de las mujeres.

—¿Sabes cómo funcionan esas cosas? —preguntó Signe.

—Puedo i-i-intentar.

Signe dejó escapar un suspiro de alivio.

—Es un comienzo, nuestros descendientes deberán ser los que armen un calendario y relojes de bolsillo. Por ahora, al menos, prioridad resuelta.

—A menos que volvamos a la era de piedra y salvajismo. Tendremos unos cuantos milenios antes que alguien aprenda astronomía de nuevo —comentó Nadine con su característico escepticismo.

—Problema de nuestros hijos —descartó Signe—. Me conformo con no morir en los primeros días. Antes que nada Brian, ve a que te limpien esa herida antes de que se infecte.

—¡SIGNE! ¡SIIIIGNE! —gritó una voz entusiasmada a su espalda interrumpiendo la conversación sin dar lugar a ser ignorada.

Nadine volteó su mirada y se encontró frente a frente con la sonriente figura de Kaoru corriendo entusiasmado hacia ellos; su expresión contrarrestando con el semblante oscuro y preocupado de las personas que los rodeaban.

—¡Cuánto me alegra verlos bien! —comentó con afecto haciendo una pequeña reverencia.

—¡Kaoru! ¡No estás herido! —exclamó Nadine sonriendo, aliviada de que todas las personas que apreciaba estuvieran a salvo.

—No, mi pierna estaba atrapada bajo una de las cápsulas y no podía salir de la nave. Por suerte Temba me encontró y logró sacarme de allí antes que me ahogara por el humo. He estado ayudando a los grupos de exploradores —explicó con orgullo—. ¿Puedes creerlo? ¡Un nerd como yo que solo miraba animé y leía manga en sus ratos libres está colaborando con explorar un nuevo planeta! ¡Esto es genial!

—Creo que eres la única persona que así lo piensa, muchacho. No andes diciendo esas cosas cerca de los heridos si no quieres que alguien te ataque. ¿Tienes algo que decirme? —preguntó Signe, la sombra de su rostro iluminada brevemente por el entusiasmo del chico.

—Ah, sí. ¡Me olvidaba! Estábamos recolectando madera, o lo que parece ser madera, para armar fogatas y encontramos esto —explicó estirando su brazo y dejando ver algo similar a una pelota amarilla—. Lo he probado, está bueno. Sabe a banana mezcla con naranja.

-¡Kaoru! ¡Debes tener cuidado! ¡No sabemos qué puede llegar a ser tóxico y qué no! —regañó Nadine sin poder evitar que su estómago gruñera por el hambre.

—Alguien tiene que asumir el riesgo, sino nos moriremos de inanición. Espero que esta cosa no tenga sentimientos o algo así... No quiero convertirme en el monstruo que se come los retoños de los niños extraterrestres.

—Bueno, ahora solo tenemos que pensar como transportar cinco mil de esas pelotas... -comenzó Signe, el cansancio volviéndose a notar en su rostro.

—Espera, que aún hay más. No podemos seguir transportando agua y comida durante kilómetros, nosotros tenemos que ir hacia allí... al menos aquellos sin heridas. Hemos encontrado el lugar perfecto.

—¿Me estás diciendo que hay un complejo de apartamentos esperándonos? Cécile va a llorar de la emoción —preguntó Nadine sin disimular su sarcasmo.

—Casi. Hay un complejo de cuevas cerca del arroyo, y de estas pelotas amarillas, que parecen ideales para que las usemos de refugio —continuó Kaoru.

Aunque Kaoru continuaba con su sonrisa plastificada en el rostro, la desconfianza de Signe, Nadine y Brian se palpaba en el aire.

—Llevar a miles de personas hacia allí requerirá tiempo. Empezaremos de a grupos y aquellos que se vayan instalando empezarán a recolectar madera, comida y agua. Necesitamos crear un stock. En el corto plazo tenemos que empezar a traer frutos hacia aquí utilizando más cápsulas. Tendremos que irlas depositando más lejos del campamento si no queremos que las personas se arranquen los ojos con tal de comer una de estas pelotas antes que el resto —continuó Signe luego de tragar fuerte.

—Voy a decir lo que todos estamos pensando. Esto es muy sospechoso. Son demasiadas cosas "convenientes" —se atrevió a decir Nadine.

—¿Prefieres que las cuevas estén repletas de bestias carnívoras? —preguntó Kaoru un poco ofendido por la falta de entusiasmo.

—Solo digo que todo esto es demasiado extraño.

—Nos preocuparemos de eso cuando tengamos comida y agua al alcance. Iré a coordinar con Temba los equipos —dijo Signe antes de voltearse y alejarse con paso firme seguida de Kaoru quien comenzó a mordisquear la pelota amarilla.

—Brian, ¿cuáles son las probabilidades de todo esto? —preguntó Nadine sin poder despejar la suspicacia.

—Una en un número muy grande con muchos ceros.

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