Capítulo 10

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—El nombre del remitente es Ariel Zapolinksi y trabaja en el departamento de seguridad informática. Tuve que rastrear bastante para encontrar sus huellas, el hombre es bueno —anunció Brian sin preámbulos cuando se hubieron sentado.

—¿Buenos días? —preguntó Nadine sarcástica ya sintiendo el dolor de cabeza que le traería esta conversación.

—Iguales que siempre —respondió Brian frunciendo sus cejas en señal de clara confusión.

Nadine todavía no entendía si el chico realmente no comprendía convenciones básicas o se hacía el tonto para exasperarla a propósito. Suspiro resignada a tener una conversación complicada y prosiguió, ignorando el comentario:

—No me suena familiar... —dijo buscando dentro de su cabeza algún contacto suyo o de sus padres que tuviese un nombre al menos similar, pero sin tener éxito. Puede que realmente fuera un fanático trastornado después de todo—. ¿Cómo lo has encontrado?

—Mediante... Mediante... Varias puertas traseras que descubrí cuando... cuando... llegué aquí; puedo acceder a la red y saltar a otras de forma bastante fa... fácil —explicó Brian tropezándose con su propia lengua por hablar rápido.

El chico se puso nervioso al instante, moviéndose incómodo en su asiento y comenzando a hacer el misterioso y compulsivo movimiento con su mano derecha, al notar su propia torpeza.

—Fácil para ti quizás. Si nadie ha podido hackear antes los sistemas del proyecto NOVA entonces no puede ser tan sencillo, eres realmente inteligente —comentó Nadine con su mejor sonrisa provocadora a modo de cumplido, intentando darle confianza a Brian.

—Es más fácil estando ad... adentro —respondió él sin captar ni una pizca del halago tecleando rápidamente en su tablet.

En un momento de lucidez, Nadine comenzó a preocuparse de que oídos atentos escucharan la delicada conversación, pero tampoco se le ocurría un lugar más privado. Incluso traería más sospechas si ambos se arrinconaban en algún recoveco de las instalaciones; al menos el barullo podría disimular su conversación.

—Vente más cerca, tengo miedo que nos escuchen —pidió Nadine midiendo la ancha mesa que se encontraba entre ellos.

—No —respondió cortante Brian hundiendo su nariz incluso más cerca de la Tablet.

—¿Por qué? Parece que quisieras escapar de mí, no muerdo aunque sea difícil de creer — insistió Nadine acomodando su rubia cabellera detrás de sus orejas sin entender la actitud del chico.

La incomodidad de Brian se acrecentó, moviéndose de forma aún más notoria y mirando furtivamente para todos lados buscando una vía de escape. Pareció incluso encogerse dentro de su propio cuerpo, si eso era posible, y comenzó balancearse levemente de adelante hacia atrás. ¿Cuál era el problema de este chico? Parecía tener hormigas en el trasero.

—Sé que no muerdes, pocas personas lo hacen. No es convencional —respondió él luego de considerarlo unos segundos.

—Esto es estúpido, Brian. Si no vienes, voy yo —anunció Nadine cansada de la situación.

Sin considerar las repercusiones, se levantó preparada para imponer su voluntad como siempre lo hacía y, luego de rodear la mesa, se sentó al lado del chico, rozando sin querer una de las piernas de Brian con el pie. Bien podría haberle lanzado aceite caliente encima por la reacción que tuvo el muchacho.

Brian emitió un agudo sonido instintivo, tiró su bandeja al suelo y prácticamente se desplomó en el alargado banco en su desesperación por alejarse de Nadine. Cuando estuvo a un metro de distancia, se encogió sobre sí mismo mirando un punto fijo frente a él, su mano derecha moviéndose desquiciada.

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