Caperucita y el Lobo (parte 2)

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Lo lleve al interior del velero. Había una pequeña sala en forma de U, de cojines blancos con una mesa rectangular en el centro, al otro lado del pequeño pasillo había una cocina igual de pequeña con un congelador y la estufa en medio de este y una pequeña encimera que tenia varios cajones para guardar utensilios de cocina; luego estaba el baño y al fondo, el cuarto. 

antes de entrar, o bueno, prácticamente acostarnos, me gire para mirarlo y poner mis manos en su pecho, la tela de algodón era suave contra mis palmas pero no era tan suave y definitivamente no era lo que quería tocar

James puso sus manos en mis muñecas, deteniéndome 

-no puedo, Emma- había quedado justo bajo el portillo y ya que lo había dejado abierto, solo cubierto por el mosquitero las incida luz amarilla de las farolas en el puerto derramaban su luz sobre él -no quiero tener que despertarme solo de nuevo. no quiero que te arrepientas de estar conmigo, porque Emma, yo NO me arrepiento- enfatizo 

Libero mis muñecas y por mucho que quería quitarle la camiseta, besarlo hasta perderme en las maravillosas sensaciones, no lo hice. 

-no quiero que te vayas- pero tampoco podía seguir. Así que solo me subí a la cama, dejandole a él el lado derecho. James pareció pensarlo un poco antes de acostarse junto ami, boca arriba. 

-prometes no irte?- susurro

Quizá no podía hacer lo que quería pero eso no significaba que tuviera que privarme completamente de tocarlo; tome su mano, entrelazando nuestro dedos -lo prometo- 

James llevo nuestras manos entrelazadas hasta su rostro, y beso el dorso de mi mano

-buenas noches, Emma- 

Tragué -Buenas noches, James- 

Pense que me tomaría mucho tiempo conciliar el sueño, pero en realidad poco después de eso me quede dormida, arrullada con el murmuro suave de su respiración, sintiendo la calidez de su mano en la mía. 

No fue la luz lo que me despertó, fue el olor celestial que inundo mi nariz e hizo que mi estomago rugiera. 

-Buenos días- él saludo de James fue efusivo y yo gruñí mi respuesta. 

Por supuesto que James seria una de esas personas que son radiantes en las mañanas. Yo tenia mal aliento, el cabello hecho un desastre y quizá un poco de baba seca en la comisura de mis labios. 

James rió ante mi actitud y después de que salí del baño y me senté en los muebles frente a la cocina, James dejo una taza de chocolate caliente frente a mi. Lo mire, conmocionada y él solo me guiño un ojo. Que tenían las mañanas? o era solo él? pero ese simple gesto me dieron ganas de botar mi conciencia, desvestir lo y lamer lo. 

Me concentre en atar mi cabello en una cola de caballo y tomar mi chocolate. 

Me gustaba el café, pero no me enloquecía. El chocolate siempre ganaría la batalla en lo que a mi respectaba. 

-¿cuanto llevas despierto?-

-no mucho- me respondió sin mirarme, el olor de panqueques hacia que mi estomago se volviera loco y rugiera como si tuviera una pequeña bestia atrapada dentro. 

Bravo! muy femenino 

Guarde silencio y trate de enfocar mi vista en el precioso cielo azul y despejado que alcanzaba a ver por la puerta abierta, el aire de la mañana ya empezaba a tornarse cálido, pero sin ser bochornoso; a pesar de todo, el increíble paisaje no fue suficiente para mantener mi vista en el y no en la retaguardia firme y tonificada de James. 

Censura (a forbidden love story #4)Where stories live. Discover now