No lo digas

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Eso fue todo lo que se necesito para que recuperará la razón.

Lo que deseaba no estaba bien, pertenecía a alguien más y ese alguien era mi madre. No debía mirarlo si quiera y ahora ya no podía sin pensar en ella, en ellos caminando con sus brazos enlazados

Una parte de mi la parte que se había dejado llevar deseaba poder borrarla de mi memoria pero mi lado racional el que siempre me detenía, y salvaba el poco de dignidad que tenía, me permitía recordarlo para nunca olvidar que él no podía ser mío. Mío ni de nadie.

El apartamento estaría listo el lunes, así que solo tenía este fin de semana.

-fue un gusto verte en Escocia- mi madre dijo con voz suave, sus tacones de 12 centímetros perfectamente posados en los adoquines del camino que evitaban que pisará el césped y se hundiera.

-gracias, madre- dije llanamente

-veo que te has hecho un nombre en...- pareció hacer una cara de asco, como si hubiera olido algo mal -tu campo, supongo- me sonrió -Aaron estaba muy emocionado contigo, pregunto por ti- eso lo dijo con gran deleite

-fue un hombre encantador- era cierto, pero también era lo que ella quería escuchar 

-lo se- ella no se anduvo con rodeos -es un buen partido y ya estás en edad de empezar a buscar un marido-

Puse los ojos en blanco -gracias- madre, no sabía que habíamos vuelto al siglo 18- bebí un poco de mí té y trate de concentrarme en mi lectura

-ya que no quisiste hacerte cargo de la compañía es la única otra opción que te queda- lo dijo con una sencillez y simpleza que me quito el aliento, mi madre en realidad pensaba que necesitaba un hombre

Suspiré, no tenía ganas de discutir. Hace mucho mi deseo por agradarle o porque me aceptará se menguo -lo tendré en cuenta madre- sonreí, una sonrisa falsa porsupuesto -gracias-

Ella enarco una ceja pero no dijo nada más

-te un buen fin de semana, me marcho hasta la próxima semana- fue todo lo que dijo y empezó a alejarse

-muy bien. Ten un buen viaje-

Quise añadir te quiero, pero hace años no escuchaba a mi madre decirlo y hace unos pocos me había cansado de decirlo y no obtener respuesta.

Las familiares ganas de llorar ya no llegaron tampoco, creo que me había resignado hace un par de años.

Pero la pregunta siempre rondaba mi cabeza ¿Mi madre si me amaba?

No deje que las punzadas de dolor se apoderarán de mí y seguí con mi lectura, la historia del arte era otra de mis pasiones y planeaba empezar una maestría dentro de poco.

Me perdí entre las aventuras casi ficcticias de aquellos artistas cuyas vidas habían estado llenas de pasión, traición y censura cuando Anderson me interrumpió

-señorita- se aclaró la garganta

Mire hacia arriba, mi cuello protesto un poco.

-hola, Anderson- le sonreí -¿Qué sucede?-

Anderson me entrego una caja, una caja alta pero no muy ancha, me llegaba a la cintura por lo menos

Fruncí el ceño y lo destape.

El papel cedió con facilidad y entonces me quedé sin aliento.

-¡Oh, Dios!- terminé de apartar el papel y me maravilla con la pintura de la espalda desnuda de una joven de precioso cabello rojizo, su piel cremosa mostraba diversas cicatrices h su ropa eran arapos remendados. Pero la luz y la sombra en la pintura, los colores oscuros en el fondo y los colores vivos y exhuberantes de su ropa y cabello la hacían brillar en el lienzo

-venia con esto- Anderson me entrego un sobre

Note lo mucho que te gustó esta pinturA. Es un regalo, no solo por un buen trabajo pero también porque me gustaría que algún día, nos topamos de nuevo.

Tu pintura sigue siendo una de mis mejores adquisiciones

Aaron.

Está pintura no era de nadie y no se le atribuía a nadie famoso tampoco, sus pinceladas eran variadas y su ejecución aún era un poco desordenada, pero había una belleza incomprensible e invaluable en como el pintor había logrado captar aquello que muchos habían pensado era burdo o imperfecto.

Sonreí

-parece que tienes un admirador-

No, por favor. Otra vez no.

No iba a caer esta vez

No dije nada y mire a Anderson -podrías acompañarme a guardarlo en el apartamento? Ya quiero verlo colgado- murmuré con emoción

-ire por el auto señorita- pero Anderson no se movió. Sus ojos estaban fijos en James -viene conmigo o está bien aquí?-

Eso sí despertó mi curiosidad, Anderson no actuaba así sin razón y podía sentir la repelencia que despedía 

-esta bien, esperare-

Él le dió una última mirada silenciosa y mortal a James antes de mirarme a mí y sonreír -no tardaré señorita-

-gracias- dije sintiéndome inquieta e incómoda

-es parte de mala educación no saludar, ni mirar a quien te habla- podía sentir el calor de su cuerpo, la fuerza aplastante de su presencia

-es parte de mala educación coquetear y besarte con alguien cuando estate casado- no lo mire y me asegure de que mi tono fuera frío y que no expresará el dolor que me causaban esas palabras

-Emma- mi nombre en su voz fue casi una súplica -lo siento-

Negué -eso no cambia nada, James. Lo sabes, así que por favor, por favor, déjame en paz-

-Emma-

En serio, se los juro, iba a irme, pero la forma en cómo dijo mi nombre como si experimentará un dolor muy profundo, me detuvo y lo mire

Sus ojos mieles perdieron su brillo, a pesar de su traje a la medida y los despampanante que se veía, sus ojos y la tristeza en ellos reclamaron toda mi atención

-no puedo dejar de desear lo que no puedo tener- dijo con impotencia -pero esa es la cosa no es tan simple como eso-

-James...para-

-¿Si encontrarás algo tan precioso como una flor en medio de tierra árida, no harías lo que fuera para protegerla?- me pregunto en Una metáfora que tenía un significado más profundo del que podía entender -si envío tratas algo tan raro y precioso, no lucharias por cuidarlo, por conservarlo?-

Tenía ganas de llorar y no le iba a dar esa satisfacción

-no se cómo explicar lo que me haces sentir pero no está bien, no necesito que me protejas y no puedes conservar lo que no es tuyo- era doloroso pero simple -espero que lo que sea que sucede algún día se solucione y seas feliz- lo decía sinceramente

James no dijo nada pero lentamente puso su mano en mi mejilla

-no puedes cuidar de la flor cuando tú mismo eres parte de esa tierra árida-

Me acerque y lo abracé. Era todo lo que tendría alguna vez y tendría que ser suficiente. Él solo hecho de hacer esto me hacía sentir enferma conmigo misma porque ni siquiera debería hacerlo, no con los sentimientos que me embargaban.

-Emma... Solo dejame...-

Sacudí la cabeza -basta!-

Él me apretó entre sus brazos y yo me aparte

-no lo digas, James- una lágrima se me escapó -no cambiara nada-

-Señorita, el auto está listo-

-ya voy- dije con voz normal, aunque me estaba rompiendo -adiós, James-

-adiós, Emma-

Censura (a forbidden love story #4)Where stories live. Discover now