Henry: *después de haberlo descubierto engañándote, el rubio había intentado volver a hablarte, pero lo ignorabas.*
–... Entonces Belch se puso todo rojo y la chica le dio una cachetada.–soltó Victor entre risas.
–No fue gracioso, además, eras tú el que le estaba mirando el trasero, la cachetada la recibió la persona equivocada.–se me hizo imposible controlar la risa en ese momento.
Los dos chicos frente a mi se pusieron serios de inmediato, mirando algo, o mejor dicho ALGUIEN sobre mi hombro.
–Hola, chicos.–soltó Henry en voz baja, a lo que los chicos solo hicieron un gesto torpe. Ellos sabían lo que Henry me había hecho y no estaban para nada felices.
–Yo... me voy.–tomé mi mochila del suelo y me di la vuelta, evitando la mirada del rubio.
Cuando quise esquivarlo, nuestros hombros se rozaron, haciendo que una extraña sensación me invadiera.
°•°
Apenas llevaba unos pocos metros caminando, cuando Henry me detuvo tomándome por el antebrazo.
–Nena, por favor-
–¡no soy tu nena, Henry!–lo aparté al borde de las lágrimas–. Dejé de serlo en cuanto la estúpida idea de engañarme cruzó por tu cabeza.–
–No fue mi intención, ____. Las cosas se salieron de control. Debo ser sincero... soy... soy hombre, todos cometemos estupideces al tener un par de pechos y un trasero frente a nosotros.–
–Esa es una respuesta demasiado estúpida.–suspiré–. Pensé ser lo suficientemente especial para ti como para que no "cometas estupideces", pero al parecer soy igual a esa zorra que te estabas por coger el otro día.–me di la vuelta y seguí caminando, pues no quería que me viera llorar.
No pude avanzar mucho, ya que Henry me había abrazado firmemente por la cintura, apoyando su frente en mi hombro.
–No me dejes, ____. Por favor, no me dejes solo...–su voz era frágil, casi quebrada.
Sentí sus brazos temblorosos aferrarse a mi cintura, al mismo tiempo en que mi hombro comenzaba a empaparse. Lentamente me di la vuelta, a lo que Henry me sujetó firmemente, con miedo de que me alejara. Al quedar frente a frente, vi sus hinchados y rojizos ojos. Sus labios tiritaban nerviosos.
–Me lastimaste, Henry. Demasiado.–llevé mi mano a su mejilla y sequé sus lágrimas–. No voy a volver contigo.–
–Pero yo-
–Tendrías que haberlo pensado dos veces antes de revolcarte con otra.–
Me separé completamente de él, siguiendo mi camino. Quería muchísimo a Henry, pero por primera vez en años debía quererme más a mi misma.
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