Desde que vi a la castaña aparecer de la nada y darle una patada a Henry por haber "incendiado sus muñecas", mi corazón comenzó a alborotarse. En ese entonces no sabía a qué se debía, pero con el paso del tiempo -y una pregunta a mi abuela- lo supe.
Eso es amor, querido.
A pesar de saber exactamente lo que me ocurría con ____, nunca le dije a nadie de mis sentimientos y mucho menos a la chica, que sólo me veía como otro amigo de su hermano.
–Hey, Vic. Ve por las cervezas, dice Henry que están en el refri.–soltó Belch acomodando unas sillas alrededor de la mesa en el patio.
Caminé hasta el interior de la morada Bowers, la cual estaba en completo silencio, sin contar la dulce voz de ____ proveniente de su cuarto.
–... Si, ya no sé qué hacer, Jess... No me animo a decirle, de seguro él no siente lo mismo...–
¿"El"? ¿Hablaba de un chico?
La curiosidad me ganaba, así que me acerqué hasta su puerta y me recosté sobre la pared.
–... ¿Pero qué dices? Si es súper guapo. Su cabello rubio es tan... acariciable.–
¿Rubio? ¿Podría tratarse de...? No, no lo creo.
–... ¿Sabes lo que haría Henry si se entera? "Mi hermana y mi amigo, esto no puede estar pasando"–imitó la voz de Henry.
... Ok, ya estoy comenzando a alterarme.
–... Ya sé que no tiene que importarme lo que él diga pero... ¿Qué hago? ¿Solo me planto frente a él y le digo "me gustas, Victor Criss?–
Narra ____
~A quién le importa lo que tu sensual hermano diga, si tú lo quieres, PUM, se lo dices y punto.-sonreí contra el teléfono.
–Ya sé que no tiene que importarme lo que él diga pero... ¿Qué hago? ¿Sólo me planto frente a él y le digo "me gustas, Victor Criss"?–
Un fuerte golpazo se escuchó en mi puerta, acompañado por un quejido. Me levanté de la cama y caminé hasta la puerta, encontrándome a Victor con una increíble marca roja en la frente.
–¿pero qué-
–¡no es lo que parece! ¡No estaba escuchando tus conversaciones!–el rubio se llevó una mano a la herida.
–¿qué te pasó?–
–Iba por unas cervezas y me tropecé... sí... eso...–sonrió nervioso–. Y bueno, me golpeé con el marco de tu puerta.–levanté una ceja.
–¿estabas espiándome?–
–N-no... bueno sí. Quiero decir, escuché un poco.–mi rostro comenzó a arder.
–¿qué exactamente?–
–Que te gustaba un chico... Nada más.–apartó la mirada avergonzado.
A mi no me engañaba, claro que había escuchado todo.
–Como sea, ¿quieres algo de hielo para eso?–señalé su golpe, a lo que asintió.
Ambos fuimos hasta la cocina, donde busqué una bolsa de hielo y se la tendí a Victor.
–¡está frío!–se quejó al ponerlo en su frente.
–Y... Es hielo, suele estar frío.–me burlé.
Al ver que apenas se apoyaba el hielo en la frente, se lo arrebaté de las manos y yo misma se lo puse.
–No tienes que hacer esto.–me miró con esos ojos que tanto me encantaban.
–Pero quiero hacerlo, además... Sería una lástima que una cara tan bonita se hinchara ¿no crees?–
El rostro del chico se tornó rojo.
–S-supongo.–suspiré
–Vamos, dilo.–me miró confundido–. Di que escuchaste todo.–
–No fue así...–
–Esta bien, Victor. Sé que yo a ti no te gusto, no es necesario que te hagas el desentendido.–solté algo dolida.
–¡tú sí me gustas!–lo miré sorprendida–. Desde que éramos niños...–
Nuestras miradas se encontraron y como si ambos estuviésemos pensando lo mismo lo besé mientras que él me rodeaba entre sus brazos y me correspondía el beso.
–¿¡qué mierda es esto!?–
Un Henry rojo de ira apareció en la cocina.
Mierda... esto se pondrá feo.
Al voltear y ver al chico de la frente golpeada sonriéndome tiernamente, me di cuenta de que, a pesar del terrible problema que tendríamos, había válido la pena.
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