*Te encontrabas en casa de Stan, tu novio desde hace algunas semanas. Habías prometido ayudarlo a memorizar sus líneas para el bar mitzvá, pero realmente le estaba costando mucho y él no le ponía muchas ganas que digamos.*
–No puedo con esto.–Stan cerró el libro y dejó caer su cabeza sobre el escritorio.
–Sí puedes.–exclamé mirando el techo recostada en su cama–. O mejor dicho, debes. Tu padre te dará la "mirada del rechazo mortal" Durante el resto del año si no lo haces. Vamos, Stanny. Sé que puedes.–
–No puedo, no tengo ganas.–
–Tengo una idea.–me puse de pie–. Cada vez que digas una oración correctamente, darás un paso hacia mi. Si la dices mal, te quedarás en tu lugar.–él sonrió.
–¿y si llego hasta ti? ¿Qué pasará?–me encogí de hombros.
–Lo que tú quieras.–
Más motivado que nunca, Stan comenzó a decir su discurso. La mayoría de las frases las dijo bien, sólo se había equivocado en algunas pocas. Finalmente estábamos a dos pasos de distancia y sólo quedaba una oración por decir.
–No es justo, si la digo bien o mal, de todos modos no avanzaré lo suficiente.–bufó Stan.
–Si la dices bien, haremos de cuenta que son dos ¿ok?–el chico asintió emocionado.
–Yo... Prometo ser... Un buen hombre... A partir de ahora y hasta el final de mi vida.–
Al terminar de hablar, intentó acercarse a mi, pero lo detuve.
–"Yo, Stanley Uris, desde este día y hasta el final de mis días, prometo ser el mejor hombre que pueda llegar a ser"–leí textual–. No puedo creer que hayas dicho mal algo que tú mismo has escrito.–reí.
Stan retrocedió hasta la silla del escritorio y se desplomó sobre esta.
–Soy un asco en esto... Y quería mi beso.–
Sonreí y me acerqué hasta él, sentándome sobre su regazo. Tomé su rostro y atrapé sus labios entre los míos.
–Tómalo como un premio consuelo.–sonreí.
–Si ese fue el premio consuelo... Quiero intentarlo de nuevo y conseguir el premio real.–
Tomé su nariz y la moví con ternura, para luego ponerme de pie y alejarme un poco.
–Está bien, intentémoslo de nuevo.–
Después de intentarlo varias veces y llenar su rostro de besos, logró decir su discurso correctamente. Y cumpliendo mi promesa... Le dí su merecido premio.
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