ᴄᴀᴘ 8: ᴘᴀᴄᴛᴏ

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—¿Defenderse? Esa es un arma mortal, ¿tiene permiso para tenerla?

—A-ah... sí... creo.

—¿No le da miedo andar sola sabiendo que un asesino está detrás de usted?

—Tal vez un poco.

—¿Por eso trae la espada consigo? ¿Acaso está tratando de buscar venganza por mano propia?

—No puedo esperar a que ustedes hagan algo —contesta ella con recelo.

—Pues tendrá que hacerlo. No puede andar por ahí con una espada y arriesgando su vida de esa manera. Además, la familia de su amiga está muy preocupada; no hemos parado de buscarla.

—¿De la misma forma en que buscan al asesino de mi familia? —El hombre entrecierra los ojos ante el comentario de la chica; parece molesto, y la mira como si ella fuera un estorbo.

—¿Dónde ha estado todo este tiempo?

—Por ahí... —Su voz se hace aún más débil y la veo agarrarse el estómago. ¿Será que la herida es profunda? Si lo es, podría morir desangrada.

—¿Se encuentra bien?

—Sí...

—¿Se da cuenta de que no podemos dejarla desaparecer nuevamente?

—Sí.

—Tendrá que acompañarme, tengo muchas preguntas para usted.

El hombre hace señas a sus compañeros y estos salen, seguidos por él y la chica. Salgo del armario y me escabullo por el pasillo hasta una ventana y salgo por ahí. Desciendo hasta la planta baja, llego a las escaleras y las bajo rápidamente. Me escondo detrás de la patrulla y espero.

Pronto los veo aparecer. La cara de la pequeña está pálida; me impaciento. Saco mi cuchillo y rasgo el metal de la patrulla, enseguida se enciende la alarma y llama la atención de todos. Salgo de ahí y me escondo tras una pared. Uno de los policías apaga la alarma, después se reúnen con el detective, intercambian algunas palabras y él mira a todos lados como si sospechara que hay alguien observando.

Ella también observa alrededor, buscándome. Por último, el detective les hace una señal a los policías, estos se meten a la patrulla y se alejan a alta velocidad. Sujeta a la chica con firmeza y la lleva hacia el auto. Se mueve con dificultad y apenas puedo creer que él no se dé cuenta de lo mal que está. Me doy cuenta de que no puedo seguir esperando, pues si no actúo ahora, podría resultar mal. Sin pensarlo más, salgo de mi escondite y me dirijo hacia ellos. La pequeña me siente llegar y se gira para mirarme. Sus ojos se abren por la sorpresa, sonrío a la vez que me acerco a ella y detiene sus pasos.

—¿Qué pasa con usted, señorita? —pregunta el policía cuando la chica se detiene, pero antes de que se gire lo golpeo en la cabeza y lo dejo inconsciente.

Voy por la katana que está dentro del auto y camino hacia la pequeña. Tan solo llego a ella se desvanece en mis brazos. Levanto su ropa para ver la herida. No creo que haya hemorragia interna, ya que en realidad no fue muy profunda; aun así, debo detener el sangrado o de lo contrario podría resultar peligroso.

—Juraste matarme —susurro a su oído—, así que no puedes morir.

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Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora