ᴄᴀᴘ 8: ᴘᴀᴄᴛᴏ

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Estás demente.

—Bueno, estoy escondida en un ropero con un asesino... por supuesto que lo estoy.

—Bien, no me dejaré matar por nadie que no seas tú, pero no puedes darte por vencida nunca. No descansarás hasta matarme, ¿entiendes?

—Eso puedes apostarlo.

—Bien, ¿es un trato?

—¡Es un pacto! ¡No puedes romperlo, no puedes romperlo por nada en el mundo!

—Correcto, lo mismo va para ti.

Nos quedamos callados. Solo se escuchan nuestras respiraciones, aunque sigo pensando que la de ella es un poco anormal. Fuera del armario se escucha mucho movimiento, trato de prestar atención a lo que dicen, pero poco puedo entenderles.

—No ha quedado nada —escucho decir a uno—. Todo está limpio.

—Perfecto. —Se escucha ahora una voz más gruesa.

—¿Qué es esto? —dice un tercero—. ¿Por qué hay una espada aquí?

—La katana —dice la pequeña, muy alarmada.

—Serás idiota.

—Creo que hay alguien más aquí —dice el de voz gruesa—. ¡Busquen en todos lados! —Pasos indican que alguien se acerca al armario.

—No salgas, ni hagas ningún ruido —me susurra antes de abrir la puerta y saltar hacia afuera. En ese momento me doy cuenta de lo que está mal.

En el momento en que ella sale, la tensión de mi mano se libera, entonces me doy cuenta de que mi cuchillo tiene un poco de sangre y al parecer es de ella. La tonta se lo enterró cuando me metió a fuerza y se pegó a mí. No me di cuenta antes por la manera tan abrupta en que sucedieron las cosas y el espacio limitado no me permitía moverme. Sonrío con ironía, ¿cómo dice con tanta seguridad que me matará? A este paso morirá primero ella. Abro ligeramente la puerta del armario, lo suficiente para ver lo que ocurre afuera.

—Señorita Barret —le saluda uno de los hombres presentes. Es un policía y se muestra bastante sorprendido por el encuentro tan inesperado. —, ¿qué está haciendo usted aquí?

—Solo quería ver el lugar. —Su voz tiembla. Él la mira con asombro.

—¿Por qué?

—Curiosidad...

—¿Quién es ella? —inquiere el dueño de la voz gruesa. Ahora que puedo verle me doy cuenta de que no usa uniforme, así que tal vez es algún detective. No lo había visto antes, y tampoco he visto a al detective Hans desde que llegué a esta ciudad. ¿Dónde estará?

—Es la señorita Aisa Barret —explica uno de ellos—, es la chica que sobrevivió al ataque de aquella familia.

—Así que es ella. —El hombre la mira con detenimiento; hay cierto brillo en sus ojos que me deja saber que no es un interés común el que siente por la chica—. ¿Qué hacía escondida en el armario?

—Me asusté cuando escuché las voces, así que me escondí. ¿Quién es usted?

—Soy el detective Samuel Días, estoy aquí en lugar del detective Hans.

—¿Usted no cambiará el caso como lo hizo él? —pregunta ella y me llevo una pequeña sorpresa; no imaginé que aquel detective dejaría este caso. ¿Por qué lo haría?

—No, no lo haré —contesta impasible—. Esta espada... ¿es suya?

—Sí, la traje para defenderme de algún ladrón... —Casi tengo que morderme la lengua para no soltar una carcajada; ella realmente es muy estúpida. ¿Cómo da ese tipo de excusa bajo tales circunstancias?

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Where stories live. Discover now