15: "Una ultima vez"

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-Hola – salude a Emma, ella parecía sorprendida, los ojos muy abiertos y al igual que su boca – No sabía que trabajabas aquí – continué intentando obtener alguna respuesta de su parte, ¿Cuántos años habían pasado desde nuestro encuentro?

-¿Qué haces aquí? – dijo ella mientras se acercaba más a mí.

-Quise venir a saludar y despedirme – fui honesto, en un día regresaría a Barcelona y solo Dios sabía cuándo podría volver a Madrid, si es que lo hacía; ella permaneció en silencio y en el momento en que creí que diría algo, fue interrumpida por una voz familiar.

-¿Samuel? – escuche a Valente desde la barra, estaba pálido, a pesar de que nos habíamos visto hace unos días, su expresión semejaba a la de quien ve un fantasma.

-Hola – por primera vez no tenía mucho que decir, para ser precisos, no sabía que decir.

-Ha venido a despedirse – un tercero se hizo presente, debo admitir que no lo reconocí de inmediato, después de todo cuando lo conocí era tan solo un adolescente, pero también era el mejor critico que hubiese tenido hasta ahora.

-¿Despedirse? – la sensación de estar siendo acorralado a cada instante se hizo más grande al ver a Mateo, estaba rodeado, y ahora recordaba con claridad porque detestaba tanto las despedidas.

-Si, al menos eso fue lo que escuche, aunque no estoy seguro de si será verdad, después de todo al "gran Samuel de Luque" no le gustan las despedidas – ¿a que venía ese reproche?

-Resulta difícil de creer, es cierto – ahora Emma; por instinto retrocedí sobre mis pasos hasta chocar contra la barra.

-Te corrijo Fernando, a Samuel lo que no le gusta, son las despedidas en persona – gire al escuchar la voz molesta de Valente, y mi indignación creció un poco más al percibir la risa contenida de Mateo.

-Si los conociera mejor, diría que, ¿me están reprochando? – todos me miraron con una ceja arqueada, provocando más la risa de Mateo.

-Lo dijiste, si nos conocieras mejor, pero eso toma tiempo ¿no?, y tú aprecias demasiado el tuyo – y tal como lo recordaba Fernando era quien tenía la boca más suelta.

-Sigo sin entender la molestia – me cruce de brazos – como cuestión extra estoy sumamente confundido de ver a todos ustedes aquí, sumado a eso, ligeramente asustado de que se conozcan – suspiré mirando brevemente al suelo – y muy apenado por nunca haber dicho "adiós" de forma adecuada – las guardias altas de pronto cayeron, sabía que mi único error era no haber dado la cara y hoy, sin planearlo tenía la oportunidad

-Creí que nunca te vería de nuevo – ahí estaba Emma, la joven chica del tren que me había preparado café todos los días, abrazándome con la fuerza de quien ve a alguien después de muchos años, y así era, ¿Cuántos años habían pasado?, daba igual, el tiempo del pasado ya no importaba – Gracias por todo – susurró cerca de mi oído, dejando un cálido beso en mi mejilla.

-No tienes que agradecer nada, ustedes me dieron más de lo que yo a cada uno, y me disculpo por no haber sido valiente y despedirme de la manera correcta – sonreí aun con Emma entre mis brazos, me sentí aturdido, aquellas tres personas habían compartido un instante de sus vidas conmigo y a pesar del tiempo transcurrido me recordaban, estaba claro que pese a mis esfuerzos por ser olvidado, mi cobardía al momento de irme los obligaba a vivir con mi recuerdo, odiaba eso.

-Te perdono solo porque tus trabajos recientes han sido verdaderamente buenos y no esa basura que escribías cuando te conocí – dijo Fernando estrechando mi mano.

-Gracias – dije enarcando una ceja.

-Si se trata de condiciones, solo te dejaré ir si prometes que estarás en nuestra boda – se acercó Valente con Mateo de la mano, yo tragué pesado, en el fondo sabía que no podía prometer eso, sin embargo preferí callar mis pensamientos.

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora