ᴄᴀᴘ 4: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ

Comenzar desde el principio
                                    

—¡Espera! —mi voz sale casi como un chillido. Me volteo con rapidez y le veo subir las escaleras; sin hacer caso de mi llamado o de mi presencia, sigue tranquilamente su camino—. ¡Dije que esperes!

¿Por qué me ignora? Me toma varios segundos recuperarme de la primera impresión, pero una vez que lo hago, corro para alcanzarlo e interponerme en su camino, y entonces se detiene. Me mira por un segundo, pero al notar que no digo ni hago nada, me esquiva y sigue su camino.

Me increpo mi propia actitud, y tratando de deshacer la maraña de pensamientos que tengo, lo persigo de nuevo y lo encuentro observando las manchas de sangre que hay en el pasillo. Me estremezco al pensar en lo sucedido; los recuerdos no paran de torturarme y quiero llorar otra vez.

Ya no sé si estoy asustada, enojada o triste.

—¿Cómo te atreves a volver?

No acepto el nivel de cinismo que tiene como para reaparecer y actuar como si nada después de lo sucedido

—¿Por qué mataste a mi familia? ¿Has venido para matarme?

No entiendo por qué insisto en hacer preguntas estúpidas, pero aún más, no entiendo por qué sigue ignorándome. Camina hacia la habitación de mis padres, con su cuchillo retira la cinta, abre la puerta y entra. Me la pienso un poco, pero decido entrar tras él; aunque, con tan solo hacerlo siento que desfallezco, pues me basta mirar la cama para que mi mente recree aquella escena que tanto dolor causa en mí. Las rodillas me fallan, así que me recargo en la pared.

El asesino recorre la habitación en busca de algo, examina cada rincón y aún hace caso omiso a mi presencia. Sé que debería aprovechar la ocasión para escapar o buscar ayuda, pero desde el instante en que lo vi, he estado esperando a que sea él quien actúe. Solo no entiendo por qué no lo hace.

—¿Puedes dejar de ignorarme y decirme qué demonios haces?

Camino hacia él, estiro la mano con intención de tomarlo del brazo, pero con un ágil movimiento se aleja, impidiéndome tocarlo. Eleva el brazo con su cuchillo en mano y lo pone frente a mí, y entonces me hago pequeñita ante su notable altura. Miro su boca, para evitar su mirada; sus labios están agrietados, como si hubiera estado envuelto en alguna pelea. Pronto pone el filoso cuchillo en mi brazo y me hace a un lado para quitarme de su camino.

Me giro hacia él sin entender nada, y aquel persiste en buscar algo; mira por debajo de la cama y detrás de los muebles, o quita cosas y las vuelve a acomodar en el mismo sitio. Después de unos cuantos minutos camina hacia la salida, pero me le adelanto y vuelvo a cerrarle el paso.

—¿Tanto así deseas morir?

Un escalofrío eriza mi piel y todo en mí se estremece al escuchar su voz por primera vez. No debería pensarlo, mucho menos decirlo, pero su voz es... sumamente hermosa, varonil, sensual; entra por mis oídos y retumba en todo mi interior. Es el tipo de voz que solo basta escuchar una vez, para ser recordada por siempre.

—¿Quieres morir? —repite.

—Sí —respondo sin pensarlo mucho.

¿Quiero morir? Sí, por supuesto que sí; quiero ir a donde mi familia. Desde lo sucedido me he cuestionado infinidad de veces por qué no morí junto con ellos, y admito que he deseado hacerlo también. Así que sí, sí quiero morir y alcanzarles donde sea que estén, por eso no he huido. Por eso he estado buscándole el modo al asesino, para hacer que me mate.

—Si quieres morir, entonces...

Su tono de voz es frío, pero habla de una manera tan calmada y relajada que hace que la situación se sienta demasiado extraña, más de lo que es por sí sola. Levanta su cuchillo para acariciar mi mentón con él, lo desliza por mi cuello y cierro los ojos al creer que ha llegado mi fin.

Besos con sabor a muerte© (18+) ¡DISPONIBLE EN FÍSICO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora