XII (Diario del discípulo)

28 3 0
                                    

Supongo que a estas alturas estás encantado, sintiendo que la vida te sonríe, que todo va de maravilla. Tienes a tu chica y crees que me tienes a mí. Ya te lo he dicho miles de veces. En realidad no tienes nada. Pero no me quieres escuchar.

Anoche hice mis deberes para ti. En realidad, los hice para mí, pero tú crees que los he hecho pensando en ti. Qué divertido es todo esto. A eso de las doce de la noche, cuando las calles estaban prácticamente vacías, me acerqué a un hombre y lo asesiné. Fue algo rápido, sin demasiada parafernalia. No adorné aquella acción. Fue simplemente un movimiento de peón en esta partida que has montado en tu cabeza.

Lo dejé allí tirado, sobre la acera de una calle de Madrid, desangrado hasta morir. Para mí fue sencillo, nada especial. Pero sé que desde tu perspectiva esto supone un mensaje. Tú crees que lo que quiero es decirte que te he escuchado, que estoy aquí, que vamos a enfrentarnos. Pero estás equivocado. Estoy jugando contigo. Y seguiré haciéndolo hasta que todo esto acabe.

Después de enviarte mi pequeño mensaje, volví a mi casa. En la madrugada, cuando todo estaba en silencio, pasé un par de horas con Natasha. Fue uno de esos momentos de intimidad que uno recuerda con sincera gratitud. Descorché un buen vino tinto, y me tomé una copa tranquilamente, sentado frente a ella, mientras observaba caer el ácido lentamente. Gota a gota. Sus heridas comienzan a desprender un olor muy intenso. El ácido ya está haciendo estragos en el hígado, y su ojo se ha perdido por completo. Es una masa repugnante y sanguinolenta. Sus órganos sexuales también se han echado a perder por completo. Las escasas heces y la orina salen sin control por conductos incontrolables. Los esfínteres están deshechos. Los primeros días sí expulsaba excrementos, porque aún guardaba en su organismo, pero ahora ya casi no produce nada.La alimentación en vena que le doy no genera prácticamente desperdicios orgánicos.

La de hoy es la quinta noche de Natasha aquí, y no sé si aguantará otra más. Supongo que en las próximas doce horas su organismo sufrirá un colapso y su corazón se parará, sobre todo teniendo en cuenta que hay órganos vitales que están prácticamente destrozados ya. Las zonas en las que han caído más gotas son masas irreconocibles, de aspecto gelatinoso y rojizo. Supongo que mañana tendré que deshacerme del cuerpo. No será complicado. Luego tendré que limpiarlo todo, y prepararlo para la siguiente víctima. ¿Adivinas quién será?

En fin, mi querido maestro. Mañana será otro día. Yo debo descansar un poco. Se aproximan momentos interesantes. ¡Qué emoción!

Yo psicópata. El diario de un asesino IIWhere stories live. Discover now