XI (Diario del discípulo)

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¡Bravo! No tengo otra expresión para hoy. ¡Bravo y mil veces bravo! Lo has hecho bien,maestro. Has acabado con la vida de ese hombre, has movido otra pieza en tu tablero, y hubieras llamado mi atención si yo no hubiera estado atento desde el principio. Me gusta. El de hoy se ha parecido mucho a aquellos asesinatos que cometías hace años. Qué curioso, pasa el tiempo pero tú te has quedado anclado en un pasado lejano, algo triste. En el fondo, sigues siendo el mismo. Y claro, ya sabes lo que dicen: renovarse o morir.

Pero estás perdiendo la precaución, y eso puede hacer que acabes mal. Te lo he dicho muchas veces, pero sigues despistado. ¿No te diste cuenta de las manchas en tu chaqueta? Por favor,es un error de chiquillo, de novato. Caminaste un buen rato con goterones de sangre en tu ropa,como si esperaras que todo el mundo supiera quién eres y lo que acababas de hacer. No se dio cuenta nadie. Bueno, nadie más que yo. Y claro, supongo que, cuando llegaste a tu pensión, viste las manchas y decidiste cambiarte de ropa, meter la vieja en una bolsa y tirarla a un cubo de basura a varias calles de distancia. Bien pensado. Nadie se hubiera dado cuenta jamás. Esa ropa habría acabado en un camión de basura, y después en un vertedero, donde hubiera esperado paciente su turno para ser desintegrada, quemada y enterrada, hasta el fin de los días. Pero yo lo vi, amigo mío.Lo vi. Así que, ¿cómo no iba yo a recuperar esas piezas de ropa manchada de la sangre de un muerto? Me estabas dejando en bandeja las pruebas de tus asesinatos.

Fue precioso. Fue un momento sublime. Cuando llegué a casa, guardé toda esa tela manchada con tu delito. Ya verás qué buen uso daré de todo este material. De verdad, estás siendo muy despistado. Creo que esta partida, amigo mío, la vas a perder más rápido de lo que esperas.Porque, para ti esto es una partida, ¿verdad? No creas que no conozco tu mente. Sé perfectamente que en tu cabeza se ha dibujado un tablero de ajedrez. Sé que estás moviendo fichas, dejando que mueran peones inútiles, esperando que tu contrincante cometa un error y deje el rey al descubierto.Pero, amigo mío, eres tú el que estás haciendo movimientos descuidados. Esta noche, cuando todos duerman, haré mis movimientos.

Supongo que te preguntarás cómo está Natasha. Está bien. Aun vive, y está despierta,aunque creo que está perdiendo la cabeza. Esta vez del todo. Su único ojo mira a todas partes, muy abierto; se mueve constantemente, dando saltos, como si pretendiera salirse de su lugar. Pero, a pesar de todo, noto que no se fija en nada. El ácido ya está llegando a algunos órganos vitales, y el color de su piel en las zonas que aún no han sido regadas con ácido está cambiando hacia un amarillo pálido. Creo que tiene mucho que ver con que uno de los chorros lleva cayendo sobre su hígado desde el primer día, y ya ha llegado hasta el órgano.

Aún así, creo que aguantará más de un día aún. Es una chica fuerte. Ha tenido que pasar muchas cosas para llegar hasta aquí, y eso hace que su sistema de defensas aún no se haya rendido del todo. De cualquier modo, ahora creo que ya está desahuciada. Me refiero a que ya hemos pasado ese punto a partir del cual, aunque yo me detuviera ahora, moriría sin remedio entre inmensos dolores.

De todos modos, tengo que revisar de nuevo la composición de mi ácido, porque creo que he estado empleando una solución algo más concentrada de lo que hubiera querido, y este pequeño error de cálculo por mi parte está acelerando algo las cosas. No es grave, por supuesto. Pero me gustaría dar con la medida exacta antes de que llegues tú a mi pequeño laboratorio de los horrores.No me gustaría para nada ver que te deshaces en menos de una semana. No me entiendas mal,seguiría siendo muy divertido, pero se me quedaría corta la diversión, y eso sería una pena. No hay nadie más en el mundo como tú. Qué lástima.

En fin, voy a dejar de escribir ahora, que tengo que preparar un pequeño movimiento para esta noche. Será a tu estilo, como a ti te gusta. Pero supongo que es lo que esperas. Si supieras que mis movimientos llevan produciéndose desde que abandonaste la ciudad, hace tantos años, supongo que caerías en una de tus múltiples depresiones... Otra más... Ahora que lo pienso, tu vida es bastante triste, ¿verdad, maestro? Creo que saber que has vivido en una mentira desde el principio,te dolerá más que las gotitas de ácido cayendo sobre tu piel. Supongo que cada uno tiene su ácido,¿verdad?

Yo psicópata. El diario de un asesino IIWhere stories live. Discover now