VII (Diario del discípulo)

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Me encanta saber que lo has vuelto a hacer. Es maravilloso verte de nuevo en marcha, al pie del cañón. Sigues utilizando medios algo rústicos, si me permites la expresión, pero bastante efectivos. Y además, a la sala de cine no le ha ido tan mal como pudiera parecer. Al fin y al cabo, le has dado una promoción por la que ellos no pagaron. Lo de escoger una sala medio vacía...Simplemente genial. Evidente, pero genial. Es en esos detalles tontos donde uno puede acabar perdiendo los papeles y la vida. Respecto al tipo al que degollaste... Bueno, uno más. Uno de los malos. En las grandes películas, estos mueren casi a cada instante. En realidad, estamos siendo bastante comedidos, sobre todo teniendo en cuenta que esto se trata de una guerra entre tu y yo.

Te he visto al salir de la sala. No me ha hecho falta entrar dentro pasa saber lo que había pasado. Y luego te he visto, desde lejos, utilizar el teléfono del muerto para llamar a la prensa.¡Bravo! Brillante. ¿Ves? Si es que, en el fondo, sigues siendo mi maestro. Sigues enseñándome cosas, sorprendiéndome con cada movimiento que haces. Tengo que reconocerlo. El mundo perderá bastante cuando te mate.

En otro orden de cosas, amigo mío, tengo que decir que yo también estoy haciendo mis deberes. A mi regreso a casa, ya de noche, pasé por una conocida zona de prostitutas. Ya sabes, de esas que están esperando en la carretera a que algún salido con necesidad de eyacular se detenga junto a ellas, y las suba al coche. Y eso mismo es lo que hice yo. Dejé que la rubia, vamos a llamarla Natasha, de exagerado acento ruso, un rostro hermoso y una vida destrozada, subiera a mi coche, con la esperanza de ganarse 40 euros por un polvo rápido. Tengo que decir, y no sé si esto a ti te gustará o no, que aproveché los 40 euros. Llegué al orgasmo justo un segundo antes de clavar una aguja minúscula, casi inapreciable, cargada con un potente somnífero, en su brazo. Ahora mismo está ahí abajo, en mi pequeño laboratorio de los horrores. Siempre sonrío cuando lo llamo así. El ácido ha comenzado a gotear sobre su cuerpo desnudo. Es una pena, porque Natasha está realmente buena, y las primeras gotas están cayendo directamente sobre sus pezones perfectos. Creo que otra de las gotas está haciendo estragos sobre su nariz, y alguna cae cerca de la zona vaginal.Una pena.

Disfrutaré viéndola derretirse estos días, mientras ajusto toda la maquinaria. Creo que esta zorra será la última víctima antes de ti. Digamos que, dentro de nuestra común obra de teatro, esto está siendo el último ensayo general antes de actuar. ¡Qué nervios!

Yo psicópata. El diario de un asesino IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora