IX

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Abro los ojos y miro al techo mal pintado de mi habitación. Me fijo en un desconchado que hay justo en una de las esquinas. No puedo apartar mi vista de esa imperfección. La habitación está repleta de imperfecciones, la casa también lo está. Esta ciudad es imperfecta. El mundo es un jodido lugar repleto de imperfecciones. Pero yo me fijo en esa. Es pequeña, mide unos cinco centímetros,pero es el comienzo de algo mayor, de una imperfección más grande.

La observo con tranquilidad,mientras dejo el que el aire cargado de la habitación entre en mis pulmones. Inhalo y exhalo lentamente, tratando de memorizar el contorno de aquella terrible muestra de realidad en una esquina de mi habitación en la pensión. Es el mundo exterior representado en un minúsculo trozo de yeso destruido por la ineptitud y el paso del tiempo.Dejo que el aire cargado siga contaminando mis pulmones durante un buen rato más.Después cierro los ojos y trato de recordar la figura del desconchado. La imagen se representa nítida en mi mente. Imagino que recorro su contorno con mis dedos. Abro los ojos.

Vuelvo a ver la imperfección y veo tu rostro reflejado en ella.Me levanto de la cama y busco noticias tuyas con mi teléfono móvil. Espero encontrar una respuesta tuya, algo que me indique que has recibido el mensaje. Pero no leo nada de eso. Sólo las mismas noticias de siempre, pero con las fechas actualizadas. Política. Economía. Guerra, que al fin y al cabo es política y economía. La estupidez humana una y otra vez, repetida en un bucle eterno,sin fin.

Mientras me ducho pienso que quizá sea demasiado pronto. Imagino que te costará un tiempo asimilar todo lo que te va a pasar. Todo lo que te está pasando. Dejaré que te tomes tu tiempo para hacer tu movimiento. Pero no debes tomarlo con demasiada calma, traidor, las agujas del reloj ya giran y tu momento está a punto de acabar.Antes de bajar a desayunar me fijo en la puerta cerrada de la habitación de ella. Siento ganas de llamar a la puerta, de entrar y hablar con ella para desintoxicarme de lo absurdo del mundo.Cuando uno encuentra mentes así, dignas de ser llamadas humanas, debe cuidarlas bien, cuidarlas mucho. Son demasiado escasas.Sin embargo, decido continuar con mi plan para hoy. Prefiero esperar.

Debo ser paciente.Estoy en una época extraña de mi vida, y debo tomar las cosas con calma. No puedo permitirme más errores.Bajo al bar. Es temprano. Veo los mismos rostros de cada día. Las ojeras, el cansancio, la mediocridad. En la televisión, el presentador anuncia lluvias para ese día. Hace un chiste malo, trata de ser gracioso pero es patético. Junto a la barra, un hombre vestido con un elegante traje me dirige una mirada despectiva. Yo llevo unos pantalones vaqueros y una camiseta. Aún no hace demasiado frío. Debo parecerle poca cosa al hombre elegante. Aparta la vista de mí y la vuelve a fijar en su teléfono móvil, pero yo ya no puedo dejar de mirarle. Algo se ha encendido dentro de mí, una maldita luz que ya no se apaga.

No puedo evitar el deseo que surge en mi interior. Quiero verle morir, desangrarse sobre un sucio suelo, mientras sus ojos se clavan en los míos, comprendiendo,aterrorizado, que yo le arrebaté la vida que no supo aprovechar.Pero debo tranquilizarme. No puedo precipitarme. Un paso en falso podría significar el final de mi magistral partida. Pido un vaso de agua para tomar junto al café con leche. El gilipollas vuelve a levantar la mirada y vuelve a fijarse en mí. Noto los latidos de mi corazón. Bebo el vaso de agua con calma, sosteniéndole la mirada.

Él vuelve a mirar el móvil, lo guarda en el bolsillo, de donde saca unas monedas. Cuenta el dinero y lo deja sobre la barra. Justo antes de irse, lanza una última mirada sobre mí y desaparece en la vorágine de la calle.Ese gilipollas del traje me ha estropeado todo el resto del día. Apenas he podido concentrarme en la lectura. De nada han servido los paseos que he dado durante todo el día, ni la agradable conversación que, otra vez, he tenido con ella.

No he podido borrar su imagen de mi cabeza. Ese hombre, ese maldito hombre... ¿Cómo podría utilizarlo en mi partida de ajedrez?

Yo psicópata. El diario de un asesino IIUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum