-Ni se te ocurra terminar esa frase - lo interrumpe Lenox -. Somos un equipo. Aquí nadie está de más ni es causa de nada. Saldremos de esta juntos, como siempre, así tengamos que arrastrarte.

-Prefiero el frío de la noche y caminar solo, gracias.

A pesar de lo débil que se ve nos da muestras de su buen humor cada vez que está despierto y eso me anima. Tal vez no esté tan mal como creíamos y mañana podamos continuar nuestro camino. Tiene razón al decir que nuestras reservas se están agotando. No estábamos preparados para pasar tantos días fuera y aunque las hemos racionado, no durarán mucho más. Pero ese no es el mayor problema, podemos sobrevivir sin ellas un tiempo más. El mayor problema es terminar nuestras medicinas, sin ellas, la fiebre de Keenan se volvería peligrosa para él. Y no quiero ni pensar en lo que le pasaría a su pierna sin antibióticos. Nuestra urgencia en llegar a la base no es solo por ponernos a salvo, sino para que Keenan y Ridley obtengan la atención médica que tanto necesitan. 

La noche llega al fin y con ella el poco alivio que la ausencia del sol nos da. Dejamos a Keenan fuera, solo en ropa interior, y vigilamos la zona para evitar que nos pillen desprevenidos mientras esperamos a que le baje la temperatura corporal. Sabemos que no andarán lejos y necesitamos estar preparados por si aparecen. 

-Mierda - Keenan comienza a temblar y sudar a pesar del descenso de las temperaturas pero eso es bueno -. Qué frío hace.

-Deja que se vaya la fiebre - le digo, sin llegar a mirarlo en ningún momento. Mi vista está fija en el horizonte, buscando a los insurgentes.

-Pues que se vaya de una vez pero sin joderme más a mí.

No puedo evitar reírme. Tener a mi amigo de regreso es estupendo. Durante dos días temí que la fiebre pudiese con él, sobre todo cuando empezó a delirar. Aquello fue devastador para mí. Verlo de aquel modo y sin poder hacer nada para ayudarlo fue desesperante, sobre todo sabiendo que va a ser padre. Su hijo lo necesita, no puede perderlo antes incluso de nacer. Ese niño se merece tenerlo a su lado, porque yo sé que Keenan será muy buen padre para él aunque se empeñe en decir que no. No importa que crea que sus misiones en el extranjero serán un impedimento, yo sé que encontrará la manera de compaginarlo todo. Eso si conseguimos salir de aquí con vida. 

-¿Mejor? - le pregunto minutos después, cuando intenta levantarse.

-Se me están congelando los huevos - es su forma de decir que sí.

Lenox comprueba su temperatura y sonríe al ver que ha bajado bastante. Se le nota también en el ánimo, algo de lo que nos alegramos. Mientras Keenan se viste, lo preparamos todo. Mejor salir ahora que puede caminar por su pie aunque sea de noche. Las gafas de visión nocturna nos ayudarán a movernos con más facilidad y nos permitirán pasar desapercibidos. Por suerte, los insurgentes no cuentan con ese tipo de tecnología. Es lo que nos ha estado salvando todo este tiempo: viajar de noche y descansar por el día. Al menos todo lo que nos ha sido posible.

-No debemos estar lejos de la base ya - dice Lenox mirando el mapa para trazar la ruta más rápida. 

Hemos estado dando un rodeo porque cuanto más nos acercábamos a la base, más resistencia nos encontrábamos por el camino y más peligroso se volvía. Para evitar caer en manos de los insurgentes, tuvimos que alejarnos de la base americana y regresar luego por otro camino. Tal vez por eso los nuestros tampoco nos hayan encontrado todavía. Despistar a unos implica hacer lo mismo con los otros. Solo espero que al acercarnos a la base encontremos amigos antes que enemigos.

-Tampoco ellos han de estar lejos - nos recuerda Randy.

-¿Cómo vamos de munición? - pregunta Keenan cuando se reúne con nosotros. Se ve más centrado y su piel ya no está tan roja como horas antes, aunque sigue teniendo mal aspecto.

Nunca conmigoWhere stories live. Discover now