-Ya voy yo - se ofrece Fiona. Por una vez, no protesto. Sé que lo necesita -. ¿Me ayudas, Erin?

Mi hija la acompaña y en cuanto salen por la puerta, miro hacia Helena. Está pálida todavía y tiene los ojos rojos por las lágrimas. Nada de esto le está haciendo bien en su estado.

-Te acompaño a tu habitación - le digo -. Necesitas descansar.

-No creo que pueda dormir - aún así se levanta.

-Pero si te pasas el día durmiendo - intento bromear con ella pero solo consigo una pequeña sonrisa.

Nos despedimos de todos y subo con ella a su habitación en silencio. En cuanto cerramos la puerta se deshace en llanto y yo la abrazo con fuerza para que sepa que no está sola y que superaremos esto.

-Ni se te ocurra perder la esperanza, Helena - le digo tratando de retener mis propias lágrimas -. Keenan no va a rendirse y los demás tampoco. Encontrarán el modo de regresar a casa.

-No debí decirle que estaba embarazada - solloza -. No debí...

-Eh - la detengo y la obligo a mirarme a los ojos -. Él no pilotaba el helicóptero. No se estrellaron por tu culpa. Olvida eso inmediatamente. 

-¿Y si está herido? O muerto. ¿Y si no los encuentran nunca?

-Volverá - la abrazo de nuevo -. Y su hijo será un aliciente más para no rendirse. Conozco a Keenan y no se va a desentender del bebé. Regresará y podréis hablar con calma sobre vosotros.

-No habrá un nosotros. Puede que Keenan quiera ser el padre de mi hijo pero no quiere comprometerse con nadie.

-¿Acaso tengo que explicarte qué clase de hombre era Cailean antes de conocerme?

-No es lo mismo, Lía. Keenan está convencido de que hará sufrir a quien se enamore de él y hará lo que sea para evitarlo.

-Pues no le funcionó demasiado bien - la llevo hasta la cama -. Duerme un poco, Helena. Tu hijo te necesita ahora. Y te necesita tranquila y descansada. Sé fuerte por él.

-O por ella.

-También - digo después de arroparla -. Cuando despiertes hablaremos, ¿de acuerdo? Tanto como lo necesites y de todo lo que quieras, pero ahora descansa.

-Lía - me llama antes de que me vaya -. Jessie me preguntó si el bebé era de Keenan y se lo dije. ¿Hice mal?

-Si tú lo sentiste correcto, entonces lo es - le sonrío -. Jessie necesita un poco de felicidad en su vida, lleva doce años sufriendo. Mucho más que cualquiera de nosotros.

-Entonces sí hice lo correcto - suspira y cierra los ojos. No tarda en quedarse dormida y yo salgo sin hacer ruido.

Regreso al salón y me encuentro a Cailean solo. Está junto a la ventana, con la mirada ausente. Camino en silencio hacia él y le rodeo la cintura, apoyando mi mejilla en su espalda. Sus manos se enredan con las mías y noto cómo inspira profundamente. Mi abrazo se vuelve más fuerte.

-Dime que todo estará bien, Cailean - le pido -. Aunque no lo creas, dímelo. Necesito oírlo.

Se gira sin permitir que lo suelte y sus manos se posan en mis mejillas ahora. Su cálida mirada, esa que me enamora cada día un poco más, me transmite serenidad. A pesar de la preocupación que veo en ella, me siento mejor cuando me mira de ese modo. Una sonrisa se dibuja en sus labios aunque no se ve radiante como otras veces.

-Keenan no va a rendirse - me dice -. Si hay una sola posibilidad, por pequeña que sea, de regresar a casa, él la tomará y la hará suya. Sé que esto es duro, cielo, pero no podemos perder la esperanza. Keenan nos necesita enteros.

Nunca conmigoWhere stories live. Discover now