SACRILEGIO CULTURAL

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En defensa de la historia nacional salen muchos ineptos con ambiciones de erudición, pobres diablos a los que sus madres aún les indican con quien es adecuado juntarse

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En defensa de la historia nacional salen muchos ineptos con ambiciones de erudición, pobres diablos a los que sus madres aún les indican con quien es adecuado juntarse. Pero ese no es el asunto, lo verdaderamente trágico es la vehemencia con la que saltan a luchar, incluso a morir, por una serie de relatos mal narrados, quizás con el fin accidental de beneficiar a los que aún hoy en día nos gobiernan desde sus retretes de mármol.

¿Para qué resaltar la cumbia, el vallenato o los ritmos folclóricos que suenan por doquiera parte en estas tierras? ¿Qué sentido tiene defender el las tradiciones o el patriotismo? si nuestros presuntos "héroes" yacen muertos y sin gloria, mientras idolatramos a nuestros captores erigiendo monumentos en su nombre e inmortalizándolos en los libros de historia que se imponen a lo largo y ancho de las escuelas en el país. Así es, difundimos y nos enorgullecemos a los cuatro vientos de una cultura esclavista, donde aún en estos días rogamos para que nos sigan masacrando, mientras comemos desesperadamente de las sobras que nos arrojan con desprecio luego de habernos exprimido hasta las vísceras.

¿Es acaso este el horizonte de esperanza y prosperidad que le vendemos a las futuras generaciones?

Si algo podemos rescatar de nuestra historia es aquel sentir de libertad, así como la cábala de expedientes que por ningún motivo debemos volver a repetir. Cabe señalar que, no hay razón alguna para sentir orgullo patrio o cultural por pertenecer a la estirpe de abatidos sobre este territorio, mucho menos hay razones para seguir conservando esa reverencia patética que le tenemos a nuestros colonizadores, puesto que, somos hijos de esclavos, nacidos en un territorio esclavo, cuya cultura no es propia, sino por el contrario, ajena a nuestras necesidades y deseos más profundos. Por consiguiente, la única posibilidad para dejar de ser esclavos está en el ejercicio de nuestra libertad, claro está, olvidándonos por completo de nuestras raíces y lanzando nuestros símbolos sin remordimiento alguno al mar.

Crónica de las sombrasWhere stories live. Discover now