LA FILOSOFÍA NO ES COSA DE POBRES

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Ilustración: Joaquim Mir (1873-1940) realizada en 1898  

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Ilustración: Joaquim Mir (1873-1940) realizada en 1898  

¿Quién ha dicho que los pobres tienen derecho a pensar? Se habla de libertad por doquiera parte por donde se anda, como si la vida misma tuviese adherido el derecho de existir con plena naturalidad sin ser perturbado, sometido o degradado por el potencial económico del otro. Poder pensar es precisamente poder ser, poder existir como lo decía Descartes, sin embargo, ¿Quién puede pensar cuando tiene deudas que pagar, tiene hijos a los cuales alimentar, mil horas de trabajo diario por realizar; y quizás, padres enfermos a los cuales sustentar? ¿Acaso la filosofía es para todos?

Sí, es posible pensar, pero ¿A qué costo? Si tomásemos la decisión de pensar reflexivamente en vez de pragmatizar las ideas, consumiríamos tiempo en "vano", tiempo que podríamos invertir para ganar dinero, dinero el cual, está destinado para pagar nuestra propia enfermedad, la cual hemos de adquirir, en algún punto de nuestras vidas, por el estrés de trabajar incansablemente sin resultados distintos a los de una existencia insípida a la que no pertenecemos, una existencia inauténtica.

¿Quiénes fueron los grandes pensadores y/o filósofos? Personas con influencias políticas y económicas, lo cual, les permitía a estos sujetos gozar ampliamente del tiempo sin preocupación alguna por su situación monetaria, tiempo que utilizaban para escribir, reflexionar sobre las incongruencias de la humanidad, polemizar sobre los aspectos políticos, pensar los ideales de una sociedad, entre otros ejercicios mentales. Quizás, éste esbozo de inconformidad sobre la posición económica que nos da acceso a poder pensar suene exagerado, sin embargo, cabe preguntarse si un vagabundo, un soldado o un barrendero, tienen derecho a detener su existencia por un instante; y así mismo, pensar sobre aquello que les rodea, claro está, sin ser fagocitados por el sistema económico o por algún capricho del poder... ¿Será eso posible?

La explotación, al igual que el suplicio, se ha mimetizado de diversas formas, a tal punto que se ha legitimado la degradación humana, con el fin de reducir la vida a valores artificiales según su capacidad de producción y consumo, claro está, a través de los dispositivos bélicos de la guerra y la coerción mediática. ¡Qué ironía! se ha crecido el Leviatán -Diría Hobbes.

He oído decir que la filosofía debe salir a la calle, debe de comprometerse, ensuciarse con el barro de la historia, pero ¿Para qué saldría a la calle la filosofía si las personas de a pie tienen hambre? Los pobres no se angustian por la existencia, sobreviven como pueden, por ende, los pobres no existen... No existen porque se les ha negado el derecho a pensar, a ser, a expresarse con libertad, se les ha silenciado en cada uno de los momentos de la historia, quizás sea porque la pobreza intenta reprimir culturalmente a un otro que tiene algo que decir, evitando colocar en riesgo el eje perverso de la economía actual. No obstante, para que la pirámide siga en pie el sistema debe fagocitar a los más vulnerables; y para ello debe primero fabricarlos.

Algunos dirán -Bueno ¿Cómo alguien de tu condición económica puede darse el lujo de pensar?- Simple, gracias a este escrito liquidé mi futuro laboral, me despojaron de una beca en la universidad, perdí la posibilidad de conseguir empleo, tengo las facturas acumuladas a reventar; y los libros tuve que venderlos para poder desayunar. Si Sartre estuviese vivo le preguntaría una y mil veces más -¿Acaso es posible para los desamparados por la economía la libertad? ¿Es posible existir? ¿Es posible ser pobre y filosofar?

No existe porvenir en el ideal de las sociedades, incluso la revolución se subastó al mejor postor.

Crónica de las sombrasWhere stories live. Discover now