He perdido el origen de aquella ilusión infantil, la cual vivía latente en mis entrañas tomando la forma de un sueño, el sueño de ser feliz dentro de un mundo donde me relaciono con "buenas personas", entiéndase las comillas cual carácter expresivo...
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¡Ya basta! Es hora que todo el mundo guarde silencio, que los semáforos de la ciudad colapsen, que las ambulancias desaparezcan, que los libros de literatura sean gratuitos, que la palabra valga más que una moneda. Es hora de que la libertad sea un derecho en todas las escuelas, que los poemas sean más que un simple escrito, que las personas brindemos amor sin esperar nada a cambio, lo sé, suena estúpido, pero realmente es lo que me hace débil y a la vez humano, cuya antología de defectos dibuja un paisaje imaginario sobre el panteón de mis sueños...
Es hora de que los periódicos publiquen las verdades, de que el mundo hable más de paz y menos de masacres, es hora de que los vagabundos regresen a casa y retomen sus agendas curriculares, es hora de que los sacerdotes paguen condena en las cárceles estatales, que la riqueza acabe con el hambre y que la pobreza se desvanezca con el tiempo, es hora de que los autos de esta ciudad se estanquen, que las personas al caminar se olviden de la indiferencia.
Es hora de los problemas se acaben, que la comida se encuentre servida sobre la alacena, que los cigarros jueguen a navegar por los mares de mi boca y que la vida me devuelva el sentido o por lo menos me dé una razón suficiente para no desearme muerto. Es hora de que las angustias se apaguen, que los amigos expresen realmente sus sentimientos, que las mañanas sean un homenaje al sol, que la buena música sea el nuevo idioma de las estaciones del clima. Es hora de que la luna sea un icono del silencio, así mismo, ya va siendo hora de que el vacío de la noche sea la sombra que embriague mis tormentos.
