He perdido el origen de aquella ilusión infantil, la cual vivía latente en mis entrañas tomando la forma de un sueño, el sueño de ser feliz dentro de un mundo donde me relaciono con "buenas personas", entiéndase las comillas cual carácter expresivo...
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Dime cuánto rencor deben poseer mis venas para incinerar tú recuerdo sin la más mínima sensación de culpa. ¡Dímelo! ¡Dímelo ya! Pues así podré olvidarte en el cementerio de mis penumbras, dime cómo matar tú reflejo entre la ausencia de este silencio que ante los dos se pronuncia, pues ahora tú soledad me amedrenta y la intención de tus labios busca entender mi locura, clavándome una lanza justo en el corazón hasta el punto de hacer crujir mis alas oscuras.
Dime que la moral es solo cosa de curas, no me mientas con la verdad de un funeral lleno de flores y petunias, asesíname ahora sin revelar la identidad profana de tus majestuosas curvas, olvídate de la piedad y entierra lo nuestro sin regresar a la inhóspita ilusión de esta cultura, pues escrito en mis venas está, la vida es muy corta para gastarla en incertidumbres y muy larga para desperdiciarla en heridas sin cura.
Por eso mismo dímelo, qué más da, si al fin y al cabo soy tú karma y tú tortura, dime que me odias y que desprecias profundamente cualquier manifestación de ternura, dime que jamás disfrutaste de mi compañía en los problemas que diariamente te abruman, pues así lo escondes entre la cárcel de tus excusas, por eso dímelo ya mismo y desaparezco de tú vida sin dejar referencias o ubicación alguna.
