EL SILENCIO DE LA AMISTAD

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El vacío de los años asfixia la ilusión del existir entre las sábanas de una apatía melancólica, así mismo, cada domingo de la semana el desgano incinera los fragmento del tiempo,  matando cada instantes de la intencionalidad productiva, voluntad ...

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El vacío de los años asfixia la ilusión del existir entre las sábanas de una apatía melancólica, así mismo, cada domingo de la semana el desgano incinera los fragmento del tiempo, matando cada instantes de la intencionalidad productiva, voluntad de la culpa cuyo deleite se entrega a las pasiones del abismo hasta perder la esencia en el retrato lúgubre de un ayer.

El afluente del pasado es un cortometraje de riquezas taciturnas y eventos particulares, rayando en la miseria del demente dibuja el paisaje oscuro de muchas condenas, oscuro como el instante donde las murallas del vacío encerraban cada una de mis penas, absurdo como el lamento de un moribundo el cual intenta cambiar este mundo con tres lágrimas y un poema.

Amigo, ser ajeno a la intencionalidad corpórea del ego, aquel sujeto que hace guardia a la sombra en los instantes más significativos de la experiencia, experiencia apartada del existir, puesto que, esta se muestra ajena a las personas que carecen de habilidades o fortalezas, simultáneos del transcurrir biológico, camaradas de la existencia, guardaespaldas de las hazañas, superhéroe de las ideas. Un amigo es todo aquel que traiciona su propia integridad narcisista en favor a las vivencias ajenas, púes, la amistad no es un regalo sincero que se efectúa desde la naturalidad, este en cambio, es la determinación de ser altruista selectivamente sin dejar de lado el criterio de la inferencia.

La amistad es un encuentro apelativo de indiferencias, una circunstancialidad de blasfemias conjuntas, un afluente de ideas deliberadamente opuestas, el silencio de esta violencia anestesiada hace de la vida un valle inhóspito de tragedias, un calvario sin pasiones, una velada gris entre los fantasmas de la miseria, pues el veneno de la soledad hace solemne las ideas suicidas que fluyen a través de los canales de la conciencia, un diálogo que se estructura desde la mirada de un vagamundo, perdido en las fauces de la náusea sin posibilidad de abrazar la bondad desde su infierno, condenado a una eternidad de sufrimiento en su alma.

Amigo mío, espejo de mi alma, recuerdo los pasajes fríos y los mil conflictos que perduraron mucho menos que la combustión de un fósforo en llamas. Agradezco el acto de compartir conmigo este camino, sendero de dudas e incertidumbres infundadas, palacio de sombras y acertijos existenciales, solamente el acto de estrechar mi mano en las adversidades que te plazcan te hará heredar el cariño fraterno de un altruista sin máscaras, delegando la intensión visceral de protegernos las espaldas, rompiendo finalmente con aquellos instantes de mi vida donde un hola era solamente la unión de cuatro letras en función de una palabra, bajo la espera perpetua de que algún caminante anónimo respondiera sin forzarse a nada.


Crónica de las sombrasWhere stories live. Discover now