5: "El músico que buscaba inspiración" (Sebastián)

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-¿Hoy vienes por trabajo? – mencionó un poco preocupado Mateo.

-Sí, de hecho buscando a Sebastián – miré alrededor intentando adivinar de quien se trataría.

-Pues, veras... - comenzó a hablar Valente.

-Sebastián no está, de hecho no creo que vuelva en un buen tiempo – interrumpió Mateo.

-¿Cómo? – si aquello era verdad mi lista quedaría incompleta y con ello el proyecto, probablemente esta era la señal para parar.

- Esta en Ámsterdam, al parecer un antiguo conocido le ofreció grabar un disco con él y bueno, la banda no lo pensó dos veces – sonrió un poco apenado Valente.

-Si, pero antes de irse dejó esto para ti – agregó Mateo mientras rebuscaba en un estante de la alacena, para después tenderme un sobre de manila.

-¿Para mí? – dije tomándolo, en la parte superior se leía "Para Guillermo. Espero te sea útil"

-Si, dijo que no quería ser la causa de que dejaras tu investigación de lado – de nuevo el destino.

(...)

Regresé a mi casa pasadas las 22:30, tras darme el sobre Mateo y Valente, me habían invitado a cenar, luego de insistir por unos minutos y al llegar Ismael, no pude negarme; durante la velada poco se habló de mi trabajo, en realidad toda la charla se concentró en lo complicado de nuestros días y siendo sincero en realidad había disfrutado mucho de su compañía, pude conocer un poco más de sus vidas y ellos de la mía. Pude hablar con fluidez sobre mi familia, mis padres y hermana menor, de mi brillante carrera estudiantil y de cómo había decidido ser periodista, Ismael había contado su breve y atropellada historia como gerente de una empresa publicitaria tras terminar su carrera en economía, y como gracias a su monumental fracaso había decidido volverse un independiente dueño de un bar bastante prospero (ese que solía frecuentar con Frank); Mateo poco había hablado al igual que Valente, ambos se mantenían riendo sobre las anécdotas contadas por Ismael y bastante atentos al relato de mi vida; me sorprendía la confianza que me inspiraban a pesar de conocerlos de tan poco. Después de darme una breve ducha me recosté en la cama y por primera vez en semanas pude dormir al primer intento, esa noche no soñé.

Al día siguiente me desperté con más energía de la normal y después del desayuno me dispuse a averiguar el contenido del sobre que Sebastián me había dejado. Vacié el contenido sobre mi escritorio, se trataba de una serie de hojas cuidadosamente dobladas que parecían una carta bastante larga, y una foto; ignoré las hojas concentrándome en la imagen, era una fotografía, tomada con una cámara instantánea, un poco maltratada con una nota escrita al pie: "Lentamente te sumergiste en mi vacío corazón y lo llenaste por completo"; en ella se observaba un Samuel muy distinto al que mostraban las fotografías de los periódicos o revistas, muy distinto al que aparecía en las entrevistas de televisión, un Samuel desaliñado en lo que parecía ropa de dormir, con una sonrisa amplia, sentado sobre una cama con la espalda contra la pared los brazos cruzados al igual que las piernas viendo directamente a quien estuviese tomando la foto.

Un nudo se formó repentinamente en mi estómago y me hizo tragar fuerte, era como ver a otra persona, y de nuevo esa extraña curiosidad despertó en mí, justo ahora tenía en mis manos una imagen que mostraba a un Samuel de Luque antes de todos los premios y la fama, uno en una faceta que posiblemente nadie conocía, y todas las dudas con respecto a la veracidad de los relatos que pudiese obtener de "El club de los corazones rotos" de pronto se despejaron.

Dejé la fotografía a un lado y me dispuse a leer las hojas, efectivamente se trataba de una carta...

(La carta de Sebastián)

Las musas de Samuel de Luque (Wigetta) #FL2020Where stories live. Discover now