46-La chica de la nota.

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-Con tu padre teníamos pensado pintar tu antigua habitación por algo más alegre que el bordo ¿Qué te parece un verde manzana? ¿O un rosa pastel?- íbamos caminando por los pasillos del hospital hacia la salida. En todo el trayecto mamá no había parado de hablar sobre lo emocionante que sería volver a casa, a nuestro antiguo hogar. A su lado, papa solo se limitaba a asentir, aunque su mente parecía estar en otro lado. Los días en los que estuve ausente le habían afectado más que a mamá y eso se notaba. Mamá estaba haciendo referencia a cambiar algunos muebles de lugar, cuando una voz aniñada la interrumpió.

-¡Brendi!- mis padres parecieron mas sorprendidos que yo cuando escucharon a alguien llamarme así y yo entendía perfectamente la razón. Thomas.

Corrí la mirada al frente y no pude evitar sorprenderme cuando vi a un niño rubio que agitaba su manito en forma de saludo. A su lado, una mujer de la edad de mamá o quizás un poco menos, me miraba con una expresión similar a la que yo tendría.

-¡Iván!- dije cuando llego a mi lado, esperando haber recordado el nombre -¿Cómo te va, pequeñín?- tenía unos siete años, ya no era tan “pequeñín”, pero me salió llamarlo así. La imagen de unas semanas atrás vino a mi mente y entonces me pregunté si esa mujer era su madre.

-Bien, aunque ahora estoy algo triste- dijo con un tono inocente al igual que uso el día en el que me contó su verdad- me agaché frente a él y le tomé una de las mejillas.

-¿Por qué? ¿Acaso hoy toca alguna vacuna? Porque te puedo asegurar que no son tan malas, solo piensa en un mosquito…- “solo que diez veces peor” completé en mi mente, sin embargo él negó.

-No, lo que pasa es que mi hermanito está internado, pero mamá dice que ya va a salir y entonces nos vamos a ir a otra casa, una más pequeña, pero que queda en un edificio alto alto- explicó con un brillo en los ojos y yo le sonreí. De repente me encontré siendo feliz con su emoción.

-Wow, que hermoso, pero te tengo que contar un secreto- dije en un tono bajo y él acercó su oído –Yo también me mudo a un edificio, aunque el mío es solamente alto, no alto alto como el tuyo, me parece que me has ganado- él soltó una risita y antes de que pudiese decir algo mas, la mujer que lo acompañaba llegó a nuestro lado.

-Disculpa, es que Iván suele ser muy conversador- se disculpó la mujer, como si el pequeño me hubiese causado alguna molestia.

-Oh, no, descuide, Iván y yo ya nos conocíamos- le expliqué mientras me volvía a poner de pie y le revolvía el cabello. La mujer iba a decir algo, pero entonces alguien más apareció a nuestro lado, era una mujer muy parecida a la primera, aunque parecía ser un poco mayor, quizás unos cincuenta años

-Hola- dijo con un tono algo bajo, mientras nos miraba a los tres de forma alternada. Iván fue el primero en dar el siguiente paso.

-¡Mami!- le tomó una de las manos –Ella- dijo mientras me señalaba –es la chica que me regaló el chocolate grande- la mujer me miró sorprendida y luego se abalanzó para abrazarme. Su gesto me tomó por sorpresa y por poco caigo de espaldas, pero logré equilibrarme a tiempo. Estuvo unos segundos así y cuando se separó, pude ver las lágrimas que asomaban por sus ojos.

-Gracias- dijo en un susurro entrecortado –Gracias por esa nota, te hice caso y hoy veo lo que realmente se siente vivir sin limitaciones- repitió mientras se aferra a mis manos y entonces lo comprendí, ella había sido la que recibió la nota de ese día.

-No fue nada- dije con una leve sonrisa y entonces me giré a ver a Iván, que nos miraba algo confundido –Ahora, campeón, prométeme que ya no estarás triste, tu hermanito estará bien, no tienes de que preocuparte- le volví a revolver el cabello y entonces me giré hacia mis padres, los cuales me observaban sin entender lo más mínimo. Estaba por caminar hacia ellos, cuando la mujer mayor me tomó del brazo con delicadeza.

-¿Quieres conocer a nuestro pequeño? Él estuvo muy feliz de saber que alguien había hecho algo así por mí y estoy segura que estará encantado de conocerte- por un momento me plantee la propuesta. Mis padres me miraba como rogando para que nos vayamos de ese lugar y la verdad es que yo también me quería ir, pero al mismo tiempo me agradaba la idea de alegrar a un niño, así que me decidí por seguir a la mujer, prometiéndole a mis padres que regresaría en un momento.

Después de recorrer los pasillos en completo silencio, no detuvimos frente a una puerta.

-Puede que aun esté durmiendo- avisó antes de abrir, sin embargo al correr la puerta, me di cuenta de que no solo estaba despierto, sino que también lo conocía. Sus ojos grises me miraban sorprendidos, mientras que yo me quedé parada en el umbral, sin saber cómo reaccionar. El “pequeño” resultó ser nada mas, ni nada menos que Gonzalo Casanova.

-Hijo, ella es Brenda, la chica de la nota- cuando la mujer pronunció esas palabras, Gonzalo pareció aun mas sorprendido, y entonces todo los recuerdos de los días anteriores empezaron a llegar a mi mente hasta que llegué a la parte del “tengo novia”. Ya éramos libres, él volvería a reencontrarse con ella. No podía verlo a los ojos sin pensar que el sentiría pena por mí. No podía mirarlo a los ojos después de lo que había pasado entre nosotros justo el día anterior.

Sin verme capaz de pasar un segundo más en ese lugar, hice lo que haría una completa cobarde: huí. Literalmente lo hice, me giré sobre mis talones y escapé corriendo por los pasillos blancos que me habían llevado hasta nuestro reencuentro, sin ni siquiera prestar atención a los llamados de la mujer, sin importar los gritos del chico de los ojos grises.






Y mañana...

¡¡MARATON FINAAAL!!

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora