6-Rodrigo Oviedo

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Desde el día del accidente que no podía dormir más en los viajes, así fuera de horas, no me importaba, era como un trauma que me había quedado.

Escuchar música estaba completamente descartado, porque debía ahorrar batería, así que lo único que podía hacer, era mirar los arboles correr por el cristal.

Como era de esperarse, luego de unos minutos, me termine aburriendo, y empecé a recorrer el autobús con la vista, hasta que me detuve en mi compañero de asiento.

Estaba tan metida en mi misma, que ni siquiera lo había notado, hasta ese momento.

Era un chico de mi edad, o tal vez un año más, de cabello castaño, ojos oscuros, y algo fornido. A decir verdad, era lindo.

-Hola, ¿Contemplando la belleza?- pregunto con una sonrisa socarrona, al notar que lo observaba.

Mis mejillas empezaron a enrojecerse.

-Hola- dije mientras volvía la vista al cristal.

Con esas simples palabras, había dejado a la vista su ego. Idiota.

-¿Te ofendí en algo, muñeca?- preguntó con fingida preocupación, mientras posaba su mano sobre la mía.

¡Dios mío¡ Además de engreído, también era mano larga y justo, se había venido a sentar junto a mí.

-Primero- dije mientras sacaba mi mano de un tirón -No vuelvas a ponerme un dedo encima, porque lo pierdes- le di una mirada furiosa.

El levanto las manos en son de paz.

-Segundo, no me ofenden los comentarios de idiotas, y tercero, pero no por eso menos importante, no me vuelvas a llamar "muñeca"- y dicho esto, volví la mirada al cristal.

Un árbol, dos, tres...y su gruesa voz, volvió a cortar el silencio.

-Wow- exclamo con sorpresa -Debo admitir, que de verdad tienes agallas-

Volví la vista hacia él.

-Solo dije lo que pienso, no iba a dejar que cualquier idiota se burlara así de mi- le dije frunciendo el ceño

-Tal vez sea un idiota, pero no uno cualquiera-

Sus palabras eran un susurro, pero las entendía claramente.

-¿A qué te refieres?- le pregunte alzando un ceja.

Él se acomodo en su asiendo, ocupando parte del mío, logrado así, arrinconarme contra el cristal.

Luego acerco su rostro hasta mi oído.

Su aliento chocaba contra mi piel, y me hacía sentir nerviosa, pero contuve mis ganas de correrme. No iba a demostrarle, lo incomoda que me ponía su cercanía.

-Acabas de insultar a Rodrigo Oviedo, nada más ni nada menos, que el hijo de alguien muy pesado en el mercado de la ilegalidad- dijo como si estuviese orgulloso de eso -Y te puedo asegurar que no quieres la furia de papá, bajo ningún punto de vista-

Él se volvió a sentar en su asiento de modo correcto y luego fijo su mirada sobre en mí, como esperando ver terror en mis ojos.

No le iba a dar el gusto.

-Mira vos, mándale saludos de mi parte- dije sarcástica, ocasionando una risa de su parte.

Sabía que estaba cavando mi propia tumba, pero en ese momento no me importaba.

Cuando volví la vista al exterior, pude ver que ya estábamos entrando a la parada.

Al fin libertad.

Cuando el vehículo se detuvo, espere pacientemente, a que mi acompañante se levantara, pero parecía pegado al asiento. Lo mire interrogante, pero él se mantuvo firme.

Mientras tanto, veía como la gente bajaba y bajaba, hasta que solo habíamos quedado nosotros dos, junto a una chica que buscaba algo en su bolso y el chofer. Después nadie más.

-¿Te piensas mover o vas a quedarte a dormir aquí?- le pregunte molesta ante su tardanza.

Quito la vista del asiento delantero, para guiarla hasta mí con una sonrisa malévola, dibujada en su rostro

-Si tú me acompañas, no me molestaría dormir en este lugar, de paso te podría enseñar lo que traigo debajo de estas rop...-

No pudo continuar, ya que su mejilla ardía, al igual que la palma de mi mano. Se merecía esa bofetada, desde hacía rato.

-No te me vuelvas a insinuar o acercar, nunca más, idiota- grite y luego baje del colectivo, para correr lejos de allí.

-¿Crees que te libraras tan fácil de mi?- pregunto su voz, cuando ya me encontraba algo alejada.

Detuve mi carrera y voltee a mirarlo. Al instante me arrepentí.

Rodrigo se encontraba ya abajo, y del colectivo no quedaban ni rastros, al igual que la joven que había bajado delante de mí. Estábamos solos, y eso no me hacía ninguna gracia.

Él, tenía las manos en los bolsillos de sus pantalones, y una sonrisa sínica adornaba su rostro.

-La vida da más vueltas de lo que te puedes llegar a imaginar- soltó con una tranquilidad que aterraba -Y cuando menos te lo esperes, nos volverá a juntar para hacerte tragar esas palabritas- dijo señalando sus labios.

Lo mire juntando las cejas

-Y yo me asegurare de estar observando, desde la primera fila - sentencio mientras se cruzaba de brazos, a la ves que remplazaba su sonrisa, por un ceño fruncido.

No lo podía negar: sus palabras me aterraban, y por más que tratara de convencerme que sus amenazas no significaban nada, los temblores me seguían recorriendo completa.

El miedo se había instalado en mi sistema.

-Si claro, como digas- respondí del modo más despreocupado, que me permitió mi cuerpo.

Por nada en el mundo, demostraría mi debilidad, y menos ante él.

Esa horrorosa sonrisa volvió a dibujarse en su rostro, y levanto los hombros con indiferencia.

-Después no te sorprendas, muñeca- dicho eso, dio media vuelta y empezó a caminar alejándose.

Lo seguí con la mirada, hasta que se perdió entre las calles. Fue entonces, cuando una pregunta aterradora surgió en mi mente

¿Y SI SUS AMENAZAS HABÍAN SIDO VERDADERAS?


Holaa!, ¿Qué les pareció el capitulo?

Se que son poquito, pero me gustaría saber que piensan de nuestra Brenda:)

En fin, espero sus comentarios y...

¡No olviden dejar su estrellita! ;p

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora