2- Fue real.

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Después de unos minutos, de darle vueltas y vueltas la situación, llegue a una conclusión: se trataba de otra de las bromas de mal gusto que Megan me hacía, porque...siendo realistas ¿Quién insertaría justo mi número, para pedir ayuda? Exacto NADIE. Estaba más que segura, que todo había sido obra de mi enemiga.

Debido al susto que me había llevado en un primer momento, decidí que todo eso tenía que terminar ¿Acaso no le había alcanzado con lo de Matías? Parecía no tener límites.

Ya la había llamado como unas tres veces a su móvil, pero en todas me había marcado, como si estuviera apagado y me mandaba al buzón. Eso, me llevo a tomar una muy difícil decisión: tendría que ir a su casa, si es que a esa residencia, se le podía llamar así.

Megan vivía en el barrio más lujoso de la zona, su casa era enorme, tenía varios autos de alta gama y era sabido que si algo no tenían, era porque aun, no se había inventado. La frase "no tengo" no existían en su vocabulario.

Sin embargo, frente a esa gran puerta, me encontraba yo: Brenda, la chica morocha de ojos miel, que vivía en el pequeño departamento, que le rentaban sus padres. Qué diferencia ¿verdad?

Toque el timbre, y se sintió como si unas campanas hicieran eco en toda la casa, inmediatamente abrió una mujer de mediana edad, con la típica ropa de servicio.

-Buenos días ¿En que la puedo ayudar, señorita?- pregunto, con una enorme sonrisa en el rostro.

-Buenos días- le respondí de la misma forma -¿Esta Megan en casa?

La mujer me hizo pasar, luego me pidió que aguardara un momento y empezó a subir las escaleras al segundo piso.

A los pocos minutos, pude ver como una Megan, de ojos rojos, despeinada, y desarreglada, bajaba a paso lento por los escalones. Era evidente que había estado llorando.

-¿Qué estás haciendo tu, en mi casa?- pregunto con tono molesto, apenas me vio.

-Hola a ti también, Megan- dije con sarcasmo.

-Si no viniste a nada importante, ya sabes dónde queda la puerta- Sí, esa era la hermosa relación que tenia con Megan (nótese el sarcasmo)

-De hecho sí, vine por algo muy importante- empecé a decir con tono alto, lo que hizo que atrajera su atención -Quiero que dejes de molestarme. ¿Acaso ya no tuviste suficiente?-

La confusión surcó su rostro.

-¿De qué demonios estás hablando?- pregunto ¿Ahora ella, era la enfadada? Que farsante.

-No te hagas la desentendida, que sabes muy bien a lo que me refiero- puse las manos en mis caderas -¿O acaso me vas a decir, que tú no has tenido nada que ver con la llamada de esta mañana?-

En ese momento pareció comprender todo.

-¿De verdad? ¿De verdad ves que este con ánimos de molestarte?- dijo señalándose a sí misma, mientras que las lagrimas empezaban a amontonarse bajo sus ojos -Estoy pasando por, el que posiblemente sea, el peor momento de mi vida ¿Y me vienes a culpar, por una broma de alguien más?- en ese momento no se pudo contener mas y rompió, nuevamente, el llanto.

Al ver su estado, supe que decía la verdad, que había acusado a Megan de algo que no había hecho, y todo sin tener pruebas. Pero había algo que me preocupaba mas: significada que la llamada había sido real.

-Perdón- empecé en un susurro casi inaudible y luego la mire -¿Qué fue lo que te paso? Te ves fatal- aumenté un poco la voz, para que me oyera

-No tengo porque contarte mis problemas- dijo brusca -además, no me pasa nada-.

La mire con una ceja alzada.

-¿Enserio? ¡No eres ni la mitad de la Megan que conozco! Estas despeinada, con el maquillaje corrido y ni hablar de tu vestimenta- dije, mientras enumeraba con los dedos.

Ella soltó un grito de frustración y luego se dejo caer en el suelo, para seguir llorando desconsoladamente.

No tenía ni idea de cómo reaccionar, considerando que se trataba de la persona que anteriormente, me había dejado en las mismas condiciones. Sin embargo, mi "parte buena" salió a la luz y me obligo a acercarme a ella y abrasarla.

Megan me miro sorprendida, pero no rechazo mi gesto, más bien lo correspondió

-Me siento horrible- empezó a hablar una vez que estuvo más calmada -Pensar que hace menos de un mes, yo te hacia la vida imposible- asentí -Y mira ahora, tú me estas consolando, cuando tranquilamente podrías estar burlándote de mí- luego volvió a llorar en mi hombro.

-No tengo intenciones de convertirme, en lo que alguna vez me hirió- respondí de modo despreocupado -Además, ya veo que tuviste suficiente-

-Más que suficiente- dijo mientras se separaba de mi hombro, para mirarme -Creo que fue el karma- la mire, un tanto confundida –Si, Matías me termino engañando -sus ojos volvieron a aguarse, pero no soltó ninguna lagrima -Y no solo eso, sino que también le dijo a todos, que salió conmigo porque estaba tan desesperada que le di lastima y encima ahora mis padres están por separarse- lagrimas volvieron a rodar por sus mejillas ¿Cómo era posible que esa sonrisa, pudiese hacer tanto daño? Megan pareció leer mi mente.

-Creo que tiene una sonrisa para enamorar, y una astucia para destrozar- su voz sonó lejana, luego pareció recordar algo -Tengo un amigo que te puede rastrear la llamada. Solo necesito el número- Exclamo de repente

La mire sorprendida

-Pero ¿porque me ayudarí... Megan me interrumpió.

-Quiero que me perdones por haber sido así contigo, así que no me hagas las cosas más difíciles, y acepta mi ayuda- se veía que le estaba costando ser generosa conmigo.

-¿De verdad?- le pregunte, esperanzada

Ella asintió

-Solo necesito que me des el número-

Inmediatamente tome mi celular y lo busque en el registro de llamadas recibidas, para después anotarlo en un papel que me había facilitado Megan.

-Aguarda un segundo- dijo mientras marcaba un numero en su móvil, para luego llevárselo al oido.


Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora