38- Ya no volveré

139 19 2
                                    


La confesión de Gonzalo habría logrado dejar helado a cualquiera y yo no pude ser la excepción.

-¿Quieres decir que tu padrastro te secuestro y hace dos meses que te tiene encerrado, porque te consideró algo así como una amenaza?-

-Un mes, el anterior me quiso obligar a trabajar para él y como no funciono, estos fueron los resultados, como no me uní a él, me dio un mes para recapacitar mi decisión y si pasado ese tiempo, seguía siendo la misma, se "vería obligado" a aniquilarme- la respuesta de Gonzalo me dio una esperanza.

-¿Eso quiere decir que si te une a él no te matara?-

-No me uniré a él bajo ninguna circunstancia, si estos van a ser mis últimos días, los viviré como un hombre de bien, no como un idiota que se encarga de intoxicar a los jóvenes. Tengo un hermanito y no quisiera que él estuviera envuelto en esas cosas, así como le pasará a miles de personas, pero si personas como ese infeliz siguen rondando, nunca podrá detenerse, siempre habrá alguien que venda y otro que caiga, nadie puede impedirlo, pero al menos yo no formare parte de eso, no matare a nadie, mantendré mi resistencia hasta el final, hasta el último segundo- cada una de sus palabras demostraba decisión y era algo que causaba admiración.

Gonzalo prefería poner su vida sobre la de esos jóvenes y algo se encendió en mi interior. Sin pensarlo demasiado, ya que si la razón hacia su aparición me arrepentía, lo jale del brazo y lo gire para que quedáramos frente a frente.

Lo mire a esos ojos grises que ahora se encontraban enrojecidos y seque una lágrima que aun colgaba de su mejilla.

-Gonza, yo...- no me dejo terminar, cuando coloco un dedo sobre mis labios

-No digas nada, solo hazlo sin pensar- una sonrisa tiró de mis labios y él se contagio de mi gesto.

Nos encontrábamos frente a frente, solo pensando en ese momento y en nada más. Ya no había secuestradores ni secuestrados, no había paredes que no aprisionaran, no había suelo bajo nuestros pies, estamos en el cielo.

Ambos habíamos deseado este momento desde ese día en el bosque, cuando beso mi frente, cuando yo me negué a creer que lo deseaba, pero ahora ya no había nada que contradecir, era obvio cual había sido nuestro deseo desde el principio. Ya no importaba esa promesa que me había hecho tiempo atrás, ya no recordaba a Matías, se había convertido en algo tan lejano que ya ni recordaba que había existido alguna vez, el único que sí aparecía de vez en cuando era Bruno, su desesperación cuando me negué y sus palabras posteriores

-Te entiendo, aunque no lo creas, te entiendo, yo también sé lo que se siente ser engañado por la persona que tenia tu corazón entre sus manos, sin embargo no dejo que un obstáculo me saque de la carrera- lo mire atenta ante sus palabras, pero él siguió con la vista fija en la pared -Algún día conocerás a esa persona que pondrá tu mundo de cabezas y te aseguro que ninguna promesa podrá obligarte a rechazarlo. Llegara esa persona que te sacuda de verdad y no habrá formas de quitártelo de la mente, desearas que esa persona sea tu todo- en ese momento volvió su mirada hacia mi -Y cuando ese momento llegue, me asegurare de que si yo no estoy en ese lugar, al menos sentir la satisfacción de haberlo probado todo. Como ya te dije antes, algún día te enamorare, Brenda Robinson, o al menos eso intentare- sus palabras calaron hondo en mi ser, pero solo me limite a asentir sin ninguna expresión.

En ese preciso instante comprendí todas y cada una de las palabras que me había dicho aquel día. Ahora que tenia a Gonzalo a centímetros de mi, comprendí que, tal como había dicho anteriormente, el destino había planeado unirnos. Ambos estábamos destrozados, pero igualmente nos habíamos seguido manteniendo en pie, ambos habíamos encontrado la calma en el otro, ambos este momento desde el día que nos vimos por primer vez, no fuimos conscientes, o mejor dicho, fui yo la que no lo había querido ver, pero ahora, que ese momento nos había alcanzado, lo único que deseaba era disfrutarlo...o al menos eso creía yo.

Nuestros labios estaban a punto de rosarse y cerré los ojos para disfrutar el momento al máximo, pero una leve fuerza en mis brazos me obligo a separarme. Aun tenía los ojos cerrados, por lo que me tambalee un poco y casi caigo antes de recobrar el equilibrio.

Abrí los ojos esperando encontrar al responsable de nuestro alejamiento, pero frente a mi solo se encontraba Gonzalo con la mirada perdida en el suelo. Fue ahí cuando lo comprendí, el no lo había querido de la misma forma que yo.

Seguramente solo había sido un impulso tonto, que cuando lo pensó un poco se arrepintió, y eso me dolía. Él no me quería.

El ruido del la cerradura de la puerta rompió el silencio la tensión que se había instalado en el aire y a través de ella apareció Bruno junto a un guardia. Cuando lo vi, sentí un pinchazo en el pecho. Algo llamado culpa creció en mi interior. Había estado a nada de besarme con alguien que no me quería, cuando él me había jurado quererme, sin embargo ese vacío seguía en mi interior. Por más que quisiera negarlo, Gonzalo ya se había ganado un pedazo más grande de mi corazón. Uno mayor que Bruno.

Respire profundo, para eliminar esos pensamientos y se escucho el ruido de la llave. El guardia se había ido, dejando la puerta cerrada.

Mire a Bruno detenidamente y a simple vista no parecía tener ninguna herida, lo que represento un gran alivio. Camine hasta él y me detuve enfrente, esperando a que dijera algo, pero solo se limito a apartarme la mirada. Un mal presentimiento se apodero de mí.

-Bruno...-

-Me trasladan- sus palabras lograron que las mías quedaran en el aire.

-¿Qué?-

-Lo que quiero decir es que cuando crucé nuevamente esa puerta, ya no nos volveremos a ver- dijo, aun sin mirarme a los ojos.

-Pero ¿Por qué?- no comprendía ¿Acaso lo cambiarían de habitación por el alboroto que yo había montado anteriormente? Porque si era así, me sentiría como la peor.

-Tito hizo que me liberaran, ya no volveré a esta habitación porque regreso a mi antigua casa en la Calle Siete...ya soy libre-

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora