32-La explicación menos esperada

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Cuando los primeros rayos de sol se colaron entre las rejas de la ventana y me dieron en la cara, intente estirarme, pero un peso sobre mí, me lo impidió. Volví a intentarlo con más fuerza. Me detuve en seco cuando alguien gruño a mi lado.

Inmediatamente abrí los ojos, intentando ubicarme en tiempo y espacio, para encontrarme durmiendo junto a Gonzalo, el cual descansaba su brazo sobre mí.

Tenía la respiración tranquila que daba directo contra mi rostro, causándome un leve cosquilleo, los labios levemente entreabiertos y podía jurar que dibujaban una leve sonrisa, que era opacada por las heridas recientes. Al ver la situación en la que me encontraba, todas mis alarmas se activaron y todo empezó a volver.

Por un momento me sentí complacida de mi hazaña para esquivar las escusas de Bruno, pero entonces mire a Gonzalo y lo que sentí fue vergüenza ¿Qué pensaría de mi a partir de ahora?

Sin hacer ningún movimiento brusco, me separe de su lado y me acosté en el colchón que había usado en un principio, cubriéndome el rostro con mis manos frías para reducir la temperatura en la zona. Tal vez, si tenía un poco de suerte, Gonzalo creería que había sido obra de su imaginación, pero… ¿La suerte y yo juntas? ¿Eso era posible al menos?

-¿Un mal día?- no precise mirarlo para saber que tenía una sonrisa burlona en sus labios.

Seguramente había visto toda la escena y se estaba riendo de lo que mi cobardía me había llevado a hacer.

-La verdad iba bastante bien hasta que escuche tu odiosa voz- dije mientras destapaba mi rostro y clavaba mi vista en las imperfecciones del techo de la habitación.

Bruno soltó una risa floja, pero enseguida se corto.

-Oye…se que anoche ya te negaste, pero creo que debes darme la oportunidad de explicarme, la verdad es que…-

-Bruno, no me interesa saber el porqué de lo que hiciste, asique no me hables ¿Si?- dije cortándolo, pero su respuesta no se hizo esperar.

-NO- dijo firme y me senté en mi lugar para mirarlo con confusión.

Él copio mi acción.

-Se que quieres saberlo, tu mirada me lo está diciendo a gritos- dijo mientras se levantaba y se acercaba a mí con pasos vacilantes -Pero tu orgullo no te deja admitirlo-

Abrí la boca para replicarle, para gritarle que estaba equivocado, pero inmediatamente la cerré cuando no encontré nada inteligente para decirle.

Él había tenido razón, yo realmente quería esa explicación, aunque solo me sirviera para aborrecerlo más.

Quería encontrar una escusa para no odiarlo.

Bruno llego hasta mí y se sentó a mi lado.

Yo había encogido mis piernas contra mi pecho y rodeado con mis brazos por lo que había quedado bastante lugar libre, pero el igual eligió la parte a mi lado.

Cuando recién había llegado no le había prestado la atención suficiente y luego, en nuestra discusión, habíamos estado a oscuras, lo que me había impedido tener la oportunidad de notar las heridas o los pálidos manchones azulado que aun permanecían en su piel, seguramente desde la golpiza que le habían propinado ese día.

Rápidamente le quite la vista, no quería darle lugar a la compasión temprana.

-Te escucho- dije en un susurro que pretendía sonar firme, aunque falle.

Bruno hizo un gesto de querer abrazarme, pero rápidamente negué con la cabeza y se detuvo, aunque la decepción que surco su rostro me dolió. Aun no lo llegaba a odiar tanto como quería y eso me hacia querer odiarlo más.

-Ya sabes toda la historia de como llegue a este lugar asique voy a ir directo a ese día en el que haces referencia ¿Si?- asentí sintiendo el peso de su mirada, aunque mantenía mi atención en la puerta que se encontraba frente a nosotros.

Bruno soltó un suspiro de frustración y finalmente continúo

-Cuando eres un recién llegado, la supervivencia es dura. Los más grandes tienes sus preferencias y tu aun tienes que encontrar un lugar, no es fácil.

>>Un día Daniel y yo quisimos mostrar nuestro potencial y le pedimos a nuestro jefe que nos dejara acompañarlos en una de sus “caserías”. Tito no estaba muy convencido, pero finalmente accedió.

>>Como ya dije, los más grandes llevaban armas de gran peso, mientras que a nosotros no habían dado un bate, sé que puede sonarte como una buena arma de defensa, pero cuando tu enemigo está a más de tres metros de distancia y apuntándote con una arma de fuego, un trozo de madera te sirve de poco y nada, sin embargo ninguno de los dos dijo nada.

>>Cuando nos habían dicho que salían de “caserías” creímos que serian los típico secuestros en las calles, pero resulto que no. Todo estaba planeado, debíamos entrar en tres viviendas diferentes en una sola noche, retirar a nuestros objetivos y huir antes que llegara la policía, luego llegarían las extorciones.

>>Para la mala suerte de Daniel y mía, a nuestro grupo le había tocado el objetivo más difícil. Era la casa de una familia muy adinerada que tenia la casa con la mejor de las seguridades. Nuestro objetivo era su hija de diez años.Eso nadie nos lo había dicho, nuestra información era que debíamos encontrar al hombre para informar su ubicación y realizar la posterior extracción, todo eso en tiempo record.

>>En un momento Daniel y yo nos separamos de nuestro grupo y empezamos a registrar de modo independiente hasta que lo encontramos, el estaba durmiendo con suma tranquilidad ¿Cómo era posible que no lo hubiesen buscado el lugar más lógico? Antes que pudiese hacerme esa pregunta, un sonido ensordecedor nos sobresaltó.

>>En ese instante luces azules se empezaron a colar por los cristales de las ventanas y empecé a entrar en pánico. Corrí hasta Daniel y lo arrastre fuera de la habitación mientras miraba para todos lados buscando una salida posible, pero todo estaba iluminado de azul. Empecé a correr por el pasillo hasta que llegue al lugar en el que nos habíamos separado de nuestro grupo, pero no encontramos a nadie.

>>Corrí hasta la ventana por la que habíamos entrado, pero como era de esperarse, ya estaba cubierta, en un último intento desesperado por salir de ese lugar, volví a subir las escaleras hacia el segundo piso, con la intención de escapar por los techos, pero al correr por los pasillo, la luz encendida de una de las habitaciones llamo mi atención. Cuando me asome en ella, la imagen con la que me encontré me helo el corazón. Al parecer Daniel tuvo la misma impresión, porque cuando fue a jalarme, se quedo con la mano quieta en mi brazo, pero sin realizar ningún otro movimiento.

>>Una niña de unos siete años lloraba junto a dos cuerpos ensangrentados y sin ropa. Te puedo asegurar que esa imagen la podre describir con cada detalle hasta el día que no esté más, fue algo que me quedo marcado a fuego. De un momento a otro ya no me importo ser arrestado, no quería volver a ver a esos salvajes nunca más.

>>Me empecé a acercar hasta la niña para consolarla y alejarla de ese horror, pero ella me miro con miedo y no lo soportaba, me seguí acercando y cuando estaba por llegar hasta ella, el grito de alto me hiso detener. Luego la policía me esposo y me saco de ese lugar. Daniel corrió la misma suerte, al parecer tampoco tuvo las fuerzas para huir.

>>Luego llegaron las acusaciones: autores de un doble asesinato y violación.

>>Ya me había rendido a encontrar alguna salvación, pero una noche la prisión fue atacada y nos sacaron. Al parecer Tito nos tenía un cierto afecto o no quería que digamos algo que lo complicara.

>>Cuando nuestros nombres empezaron a circular como los fugitivos que habían violado y matado a las hijas mayores de la familia Marshall, sentí miedo, no quería que mi familia me creyera esa clase de persona, asique le pedí ayuda a Tito y el, gracias a una suma de dinero, logro comprar el silencio de todos y la información murió en Rominet.

>>Bueno, creo que esa es la razón por la cual todos los de afuera creen eso de nosotros.

Lo mire durante unos segundos, tratando de comprender todo. De todas las versiones que había esperado, esta era la menos esperada.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora