11-Dolor agudo

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Luis miro un rato al vacio, como tratando de procesar lo que había acabado de confesar, cerró los ojos y luego los abrió de golpe

-¿Estás diciendo, que tendrás la osadía de entrar nuevamente en ese lugar, después de lo que viste?- pregunto con cautela.

Yo asentí, como si se tratara de algo muy obvio y Luis clavo la vista en sus manos.

-Te voy a hacer una pregunta, y quiero que la contestes con la verdad ¿Está bien?- sus palabras me confundieron un poco, pero igual volví a asentir -Exactamente ¿Qué es lo que buscas en ese lugar, niña?-

Muy bien, había llegado la hora de confesar todo.

Me acomode mejor en la cama y Luis se apoyo en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

-Ayer por la mañana, me llego una llamada al móvil y sin mirar el remitente respondí...- así fue que le explique todo, detalle por detalle.

Con cada palabra que salía de mi boca, se sentía como un peso menos sobre mis hombros.

De verdad había necesitado ese desahogo

-...hasta esta mañana, que encontré el cuerpo del novato, junto a los demás, el resto ya lo sabe- dije finalizando mi relato.

Luis había escuchado todo atentamente, y ahora parecía procesarlo.

-Entonces lo que quieres decir, es que estas en este lugar, ¿por una llamada?- pregunto con incredulidad, después de unos momentos en silencio.

Dude unos momentos para contestar

-Mmm si, ¿Qué tiene?- su tono de voz me había desencajado un poco.

-No puedo creer que estés arriesgando tu vida, por un desconocido- exclamo mientras señalaba a la nada -¿Qué ha hecho esa persona por ti? Pues nada, ¿y la piensas ayudar?- sus palabras despertaron el enojo en mi

Me levante de la cama y me cruce de brazos

-Pues es un poco irónico viniendo de su parte ¿No? Digo, teniendo en cuenta que yo tampoco hice nada por usted e igual me ayudo- dije furiosa y luego me ajuste la mochila a los hombros

-La situación es completamente distinta, yo te veía como mi hija...- no lo deje terminar, cuando ya estaba cruzando la puerta de salida -¿Dónde vas?- dijo mientras me detenía del brazo

-Lo que haga o deje de hacer, no es asunto suyo- dije mientras me soltaba de su agarre

Sabía que la furia había hablado por mi y su cara de dolor me demostraba que lo había herido, tome aire y apoye mi mano sobre su hombro, lo que hiso que me mirara con una sonrisa triste

-Le agradezco todo lo que hiso por mí, realmente lo hago, pero debo irme, no quiero hundir a ninguna persona con mi locura-

Dicho esto, salí de la casa, con un poco menos de culpa.

No dejaría que nadie me hiciera cambiar de opinión, eso no.

Cuando ya estuve unos metros alejada de la casa, sentí la voz de Luis gritando mi nombre.

Con mucha fuerza de voluntad, me detuve y voltee a ver hacia la casa, al hacerlo me encontré con que él venía hacia mí, con un sobre en la mano

-Toma- dijo entregándome una carta, una vez que llego hasta mí.

Yo lo tome confundida

-No es necesario que lo abras, si no quieres, pero lo que si te ruego es que no lo descarte y lo guardes en tu mochila ¿sí? Estoy seguro que te servirá en el futuro- beso mi frente -Cuídate, niña- dijo en un suplico y luego empezó a alejarse lentamente.

Lo vi distanciarse por un momento, hasta que mi atención volvió a caer sobre el sobre, el cual guarde en mi mochila, tal como Luis había dicho.

Tal vez más tarde lo abriría.

Cuando estaba cerrando el cierre, vi mi móvil y alguien llego a mi mente

¡Megan! Me mataría si no le enviaba el mensaje.

Lo tome entre mis manos y, al encenderlo, me encontré con dos llamadas perdidas de ella.

Antes de que terminara reportando mi secuestro, teclee rápidamente un

"Esto bien Megan, aun no me han robado, secuestrado ni matado, así que no tienes de que preocuparte ;p"

Y luego apreté ENVIAR

Me imagine la cara furiosa que pondría al leerlo, y reí por ello, pero luego la sonrisa se me borro al darme cuenta de algo: ella era la única que se estaba realmente preocupando por mí.

Me propuse agradecérselo...cuando volviera, ahora tenía que apagar el móvil antes de que se terminara quedando sin batería.

Acomode todo y volví a colgar la mochila en mis hombros para empezar a caminar con pasos decidido hacia la Calle Siete.

En todo el trayecto, tuve la suerte de que nadie quisiera robarme, porque esta vez no estaría Luis para ayudarme.

Sin darme cuenta ya estaba enfrente al mismo local que había pasado la noche e inconscientemente corrí la mirada hasta el manchón bordo oscuro, que aun permanecía en el asfalto logrando que un escalofrió me recorriera completa.

Sacudí la cabeza para despejar cualquier mal pensamiento, y seguí con camino.

A medida que mis pasos se acercaban al escalofriante lugar, mis manos empezaban a sudar y mis piernas a debilitarse ¿Por qué la primera vez había sido más fácil? Ah, ya recordé: era porque aun no había visto los cadáveres.

Revolee los ojos antes mis pensamientos tan tontos y no pude evitar reírme de mi misma, ¿Cómo podía estar pensando y haciendo estas cosas en un lugar así? Tal vez Megan tenía razón y de verdad estaba algo loca.

Cuando llegue al mismo lugar en el que me había encontrado con Luis, mire hacia donde se debía encontrara el novato y sentí un pinchazo en el centro del pecho.

El cadáver, ahora se encontraba sobre la pila y su lugar había sido ocupado por el cuerpo de una mujer.

Ella estaba pálida, con toda la ropa rasgada y una gran mancha roja oscura, pintaba su pecho. Estaban de más las aclaraciones de lo que le había sucedido.

Me acerque hasta ella.

Desde que me había ido con Luis, no habían pasado más de cuatro horas y, cabía la posibilidad, de que aun permaneciera con vida.

Me arrodille junto al cuerpo y puse dos dedos sobre su cuello en busca de su pulso, pero no percibí ningún movimiento, volví a intentarlo, tratando de prestar más atención, tal vez era muy débil, pero fracase nuevamente.

Ya no se podía hacer nada por esa mujer, su corazón se había detenido.

Lentamente me levante de su lado y dirigí la mirada al cielo preguntándome, una y otra vez, como era posible que existieran personas tan despiadadas.

Recordé lo que había pasado el día anterior con el novato y como ese grupo no tuvo piedad con él, mire el cuerpo de la mujer e interiormente llore de solo pensar todo lo que habría sufrido, luego vi el amontonamiento y pensé en todos esas personas que habían perdido un hijo, nieto, padre, o amigo.

No se entendía como la crueldad en alguien podía llegar tan lejos.

Un crujido detrás de mí, hizo que me pusiera alerta, pero antes de que pudiese darme vuelta o salir corriendo, un dolor agudo estallo en mi cabeza, haciendo que todo empezara a oscurecer.

Lo último que me pareció oír fue "Que descanses" y luego no hubo nada más.

¡¡No olviden dejar su estrellita!!

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora