19- En problemas...de nuevo

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Después de ese grito que contenía mi nombre, empecé a esforzarme de forma sobrehumana para liberarme. El sujeto que yacía sobre mí, se encontraba inmóvil y eso, aunque no parezca, dificultaba mi tarea. Habíamos quedado en una posición bastante complicada, y su peso, combinado con mi poca fuerza y cansancio, no daba muy buenos resultados.

Después de unos segundos de retorcerme como un gusano y rasparme los codos y rodillas, al fin logré mi cometido.

Cuando el viento choco contra mi espalda, sentí un escalofrío debido a la humedad en la zona, lleve mis manos hacia ella y descubrí con horror que se trataba de algo oscuro y medio espeso. Sangre.

Corrí la mirada hacia el sujeto que aun yacía boca abajo y me agache a su lado para darlo vuelta. Cuando se encontró con la espalda contra la vereda, quedo a la vista la gran mancha oscura que crecía más y más sobre su pecho, tiñendo su camisa clara. Instintivamente atine a cubrir el rostro con mis manos, pero cuando note que las tenia manchada de su sangre, me recorrió un escalofrío y me contuve.

< ¡Brenda! ¡No te entretengas y corre! >

Las palabras del desconocido volvieron a mi mente, como si el viento las hubiese susurrado contra mi oído. Sin darle más vueltas a la situación, me levante de golpe y empecé a recorre el lugar con la mirada, a la vez que agudizaba mi oído. Me mantuve un momento así, hasta que el sonido de unos paso, retumbaron en el silencio de la noche, activando mi alerta. Empecé a correr en la dirección contraria, calle arriba, sin importar que todas mis pertenencias quedaran atrás.

El leve rugir del viento, se mezclaba con el sonido de mi respiración agitada y el golpetear constante de mis zapatillas sobre el asfalto, no obstante, alcanzaba a oír claramente los pasos que sonaban detrás de mí. Estaba más que confirmado que alguien me estaba persiguiendo.

Cuando llegue al primer cruce, no dude ni un segundo en doblar hacia la izquierda. Justo en dirección a la casa de Luis. Era el único al que me podía ayudar hasta que amaneciera y pudiese tomar el transporte de regreso. Si, ya lo tenía decidido, si lograba zafar de esta, volvería a casa.

Los siete días y noches que había estado en el local, me habían servido para reflexionar.

Todo había sido una locura desde que había abordado ese autobús y había estado tan ciega que no lo había notado.

El novato, su muerte, la pila de cadáveres, el golpe que había recibido dejándome inconsciente un día...eran solo algunos de los tantos hechos que me tendrían que haber abierto los ojos mucho antes y sin embargo no había sido capaz de notarlos.

No hay peor ciego, que el que no quiere ver.

Una cuadra, dos, tres y...

-¡Detente!- grito la voz del que me venía persiguiendo a paso sostenido.

Mi estado físico era bastante malo, pero me sorprendía ver que lo estaba llevando bastante bien, aunque el dolor punzante del costado, empezaba a notarse levemente.

Necesitaba descansar.

Los gritos del sujeto no cesaban, al igual que nuestra carrera.

-¡Detente!- volvió a gritar por quinta vez -¡Detente, que tengo que mostrarte algo importante!- en ese momento el dolor se agudizo y decidí parar, el copio mi acción, quedando así, a unos pocos metros de distancia.

El hombre que se encontraba frente a mí, tendría unos cuarenta años, su apariencia estaba descuidada y sucia. Tenía el cabello algo largo, un espeso bigote negro y el brillo en una oreja, me dejaba en claro la presencia de un aro, además que un gran tatuaje ocupaba parte de su brazo.

-Está bien- dije con la respiración acelerada por la carrera -Ya me detuve ¿Qué era tan importante?- pregunte mirándolo con una ceja alzada, mientras que disimuladamente tomaba mi costado, para presionar la zona adolorida.

El sujeto pareció no notarlo, y lo agradecí enormemente.

Al escuchar mis palabras, una sonrisa, que dejo a la vista la falta de una pieza dentaria, se dibujo en su rostro

-Necesito que me acompañes al vehículo que tengo acá a la vuelta- hablo, mientras que daba un paso hacia mí, el cual reste rápidamente, dando uno hacia atrás -¿Vienes?- pregunto con una sonrisa que me causo repulsión.

¿Acaso me creía idiota? Era obvio que no lo iba a seguir, cuando lo único que quería era tenerlo lo más lejos posible.

-Claro- dije con una sonrisa inocente, para seguirle el juego.

Di un paso y casi salto de la alegría cuando note que el dolor había disminuido.

Agrande mi sonrisa

-Si es que logras alcanzarme- agregue y su cara confusa fue lo último que alcance a distinguir antes de dar la vuelta y salir corriendo sin darle tiempo a reaccionar.

Corrí y corrí, ignorando por completo sus gritos amenazantes.

Dicen que cuando estás en peligro, tus capacidades de defensa tienden a mejorar y sin duda que eso era cierto, la velocidad y resistencia de mi carrera era realmente imposible de alcanzar en otras condiciones.

Después de unos minutos corriendo, con los gritos de fondo, doble la ultima esquina y allí estaba la casa de Luis, iluminada por la farola del frente, como a una cuadra de distancia de mí.

Inconscientemente una sonrisa de alivio se dibujo en mis labios se dibujo en mis labios, pero fue borrada en el preciso instante que una fuerza choco contra mi costado derecho, estampándome contra la casa que se encontraba a mi izquierda. Un dolor indescriptible estalló en las zonas maltratadas.

El impacto me dejo algo aturdida por unos segundos, pero apenas reaccione, me dispuse a seguir mi carrera, cuando unos brazos me tomaron por detrás, impidiéndome cumplir mi objetivo.

-¿A dónde crees que vas?- pregunto la misma voz del que me perseguía. Su aliento chocaba contra mi oído, provocándome escalofríos y repugnancia -No te vigilamos y corrimos todo este tiempo, para que ahora te burles de nosotros- dicho esto, otro sujeto encapuchado, se posicionó frente a mí con una cajita entre las manos, de la cual, ante mi mirada atenta, saco un pañuelo.

Al verlo, entendí claramente la situación y empecé a forcejear con más fuerza, pero todo se termino cuando sentí el paño húmedo sobre mi nariz y boca. Intente retener el aire todo el tiempo posible, pero aun estaba cansada por la carrera, y el oxigeno faltaba en mi sistema.

En cuanto el aire penetro por mis fosas nasales, sentí como el cloroformo se filtraba con él, dentro de mi cuerpo.

A los segundos, sentí como mis parpados pesaban, al igual que el resto de mi cuerpo. Con las últimas fuerzas que me quedaban, intente resistir, pero rápidamente la nada lo domino todo.

Holaa! Se que tardé, pero acá hay cap. nuevo!!!

¡¡Espero que les guste!!

¡No olviden dejar su estrelluela y comentario!

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora