22-La duda

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El silencio se había instalado entre nosotros desde las últimas palabras de Bruno y cada vez se tornaba mas incomodo, pese a eso, ninguno de los dos se atrevía a romperlo. Tal vez porque no teníamos nada que decir o porque sabíamos que cualquier palabra mal recapacitada, dolería.

Fueron veinte minutos en lo que solo nos dedicamos a mirar a cualquier lado que no provoque nuestro choque de miradas, pero llego un momento en el que no me contuve más, y lo contemple. Él seguía con la mirada clavada en la pared del frente y no parecía sentir el peso de la mía.

Así, en calma, hacia que cada palabra que había pronunciado anteriormente, me lastimara cada vez peor. Lo miraba y no encontraba más que el perfil de un chico de veinte años, que fue obligado a involucrarse en cosas turbias que lo convirtieron en una persona dura por fuera, pero que seguía manteniéndose tierna por dentro. Eso era lo que hería.

Estaba concentrada en sus facciones, cuando el ruido ensordecedor del metal corto el silencio sobresaltándome. Recorrí el lugar con la mirada para encontrar el origen y me detuve en la puerta. Ahora estaba abierta y bajo el umbral se posicionaban dos sujetos encapuchados. El miedo volvió a saturarme e inconscientemente corrí la mirada hacia Bruno, como buscando apoyo, pero él seguía con su postura distante, aunque ahora estaba algo opacada por un nerviosismo que le resultaba imposible ocultar.

-Pero miren que tenemos acá- la voz ronca de uno de los sujetos, hiso que volviera la vista hacia ellos -Un traidor y una exploradora ¿qué dúo, no?- pregunto el mismo, mientras llevaba su mano derecha a la cintura y sacaba un arma, al igual que su compañero.

Respire profundo repetidas veces, mientras intentaba mantenerme lo más calmada que se podía estar en una circunstancia así, pero toda mi fortaleza se desvaneció cuando el sujeto volvió a hablar

-Ahora muévanse- dijo apuntándonos con el arma, mientras se adentraba en la habitación y señalaba la puerta.

El tipo más alto siempre llevaba la voz, mientras que el otro seguía el protocolo en silencio. Tal vez era porque había pasado por la misma situación que mi acompañante.

Me mantuve inmóvil y en silencio ante su orden, al igual que Bruno.

Los encapuchado, al ver nuestra desobediencia, se acercaron a paso decidido hasta nosotros y antes que pudiese defenderme, uno ya me sostenía del cabello. Chille del dolor, al mismo tiempo que Bruno gritaba que me soltaran, pero fue en vano, ya me estaba arrastrando fuera de la habitación.

Cuando pude localizar a Bruno con la mirada, vi que su ceja al igual que su labio, estaban manchados con sangre y que el otro sujeto le sostenía firmemente el brazo tras su espalda obligándolo a caminar a nuestro lado.

En ese momento pareció sentir el peso de mi mirada, porque voltio hacia mí y profirió un <Lo siento> mudo, al que yo respondí con un asentimiento, para aclararle que no era su culpa. Antes que pudiese ver su reacción, un jalón en mi cabello me hiso gritar y volver la vista al frente.

Lo que vieron mis ojos en ese momento, hiso que mi corazón se detuviera por un segundo y un grito ahogado escapara de mi garganta.

Frente a mí estaba nada más y nada menos que, según Bruno y Daniel, el secuestrador más peligroso de la zona: estábamos delante de Titán, rodeado de un escuadrón de guardaespaldas.

El nombrado, al notar mi reacción, dibujo sonrisa de satisfacción en sus labios que me hiso odiarlo más, pero al ver a Bruno, su expresión cambio a un de repulsión.

-Veo que no mintieron cuando dijeron que me divertiría- dijo mirándonos a Bruno y a mí de forma alternada.

Las risas que se oyeron en la sala, hicieron que mis bellos se erizaran, descargando un escalofrío por mi cuerpo.

El cabello me dolía horrores, pero el sujeto parecía muy cómodo tirando de él, para evitar que bajara la cabeza. Cuando intente masajearlos con mis dedos, unas manos tomaron mis muñecas y las amarraron en mi espalda, sin importar mis suplicas, me hicieron sentar en una silla algo deteriorada y al fin dejaron libre mi pelo.

Al sentir el conforto, no pude evitar que un suspiro de alivio escapara de mis labios, pero un quejido de dolor, lo interrumpió. Al girar la cabeza hacia mi derecha, vi como Bruno en el suelo y siendo golpeado de forma brutal por dos hombre.

Mi primer instinto fue correr hasta él, pero unas manos se ajustaron sobre mis brazos y me impidieron efectuar cualquier movimiento que pudiese resultarle de ayuda.

Veía como a cada segundo que pasaba, su cuerpo iba poniendo menos resistencia, y eso me asustaba, tenía que hacer algo.

En esa situación, totalmente inmovilizada, no se me ocurrió otra cosa más que gritar, sabía lo que vendría después, pero tenía que intentarlo.

-¡Déjenlo! ¡Lo van a matar, brutos!, ¡Son unos animales, unas bestias! ¡Ojala se fundan en la cárcel, canallas!- al escuchar mis gritos osados, todos los presentes se detuvieron y voltearon a verme, algunos sorprendidos y otros burlones.

-Vaya, vaya- la voz repúgnate de Titán, fue la que rompió el silencio y en seguida empezó a acercarse hasta la silla en la que me encontraba -Eso sí que es tener agallas- dijo con fingida sorpresa y luego sonrió con socarronería -Lastima que en situaciones como estas, solo sirvan para meterte en problemas- posteriormente y sin previo aviso, su palma ardió sobre mi mejilla.

Un quejido casi inaudible salió de los labios ensangrentados de Bruno como queriendo defenderme y me dio alegría de saber que aun estaba con vida, además de que ya no lo golpeaban.

Unas manos ásperas tomaron mi barbilla y me obligaron a correr la vista de Bruno. Al mirar al frente me volví a encontrar con la sonrisa satisfecha de Titán.

-Ah, parece que acabo de encontrar una pareja enamorada- su aliento chocaba contra mi rostro y me hacia querer correrme, pero su mano se mantenía firme -Pero contéstame algo, querida ¿El te conto sobre su pasado?- asentí algo confusa y el expandió su sonrisa -Pero... ¿también la parte en la que mataba y violaba a muchachas indefensas?- iba a recriminarle que era mentira, pero las palabras murieron en mi boca

¿Podía eso ser cierto?

La verdad era que no lo conocía y la vez que me secuestró no tuvo en cuenta la medida de ese golpe, que tranquilamente podría haberme matado, o cuando casi me ahorca con sus propias manos...lo único que sabía sobre Bruno, era lo que me había contado él mismo.

Era increíble como esas palabras me habían hecho dar cuenta que no sabía quién era en verdad y eso me hacia desconfiar.

¿Bruno en verdad era quien había dicho ser, o todo había sido una ilusión para engañarme?

De lo que sí estaba segura, era que si esa parte escura de verdad pertenecía a Bruno, no se lo perdonaría ni en un millón de años.

Una brutalidad así no merecía la clemencia de nadie.

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Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora