31-Silencios que duelen

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Ignore esa sensación en mi pecho y seguí riendo con Gonzalo. Bruno no merecía ni un segundo de la compasión de nadie.

Cuando mis pies volvieron a tocar el suelo, ambos nos sentamos en el colchón que me correspondía y que gracias al cielo se encontraba del lado contrario a Bruno, quedando el de Gonzalo en el medio, y empecé a revisar el “botiquín”.

Leí algunas etiquetas y abrí algunos frascos que no tenían las rotulas hasta que encontré lo necesario para desinfestar las heridas.

Estaba por humedecer un paño, cuando Gonzalo tomo mis manos analizando las quemaduras. Había estado tan concentrada en mi búsqueda, que las había olvidado por completo.

-Fue él ¿Cierto?- preguntó con furia, pero no le conteste -Fue Rodrigo- afirmo y yo asentí con la cabeza, sin ser capaz de emitir palabra alguna.

De solo recordar ese momento, los ojos me empezaron a picarme. Cada quemadura había dolido como ninguna.

La primera la había soportado si problema, luego llego la segunda y en la tercera no pude soportar más y Rodrigo logro su cometido, me vio llorar de dolor.

-Tranquila- la voz y la mano de Gonzalo secando mi mejilla, me hiso regresar al presente y darme cuenta que estaba llorando -Ya paso- dijo con delicadeza y luego me envolvió en un abrazo

Él tenía la ropa sucia y rasgada, además de que olor no era muy agradable, sin embargo sus brazos me resultaron muy reconfortantes y eso me asustaba. No quería volver a caer, no quería volver a sentir ese vacío en mi corazón cuando las cosas no resultaran, ya no más.

-Gracias, Gonza- dije mientras me separaba de él, ya algo más calmada -Realmente necesitaba ese abrazo- y no mentía, ese gesto me había logrado confortar

Él sonrió y luego recostó su cabeza en mi rodilla, quedando boca arriba, mirándome desde abajo

-¿Qué haces?- le pregunte tan confundida como nerviosa

-Esperando que me cures- respondió con tono natural y luego cerró los ojos.

Una sonrisa tonta se formo en mi rostro y tome una bocanada de aire sin recriminarle nada, mientras terminaba de humedecer el paño que había tomado antes que Gonzalo encontrara mis quemaduras.

Empecé a limpiarle las heridas con infinita delicadeza.

Sus cejas, sus pómulos, su nariz, sus labios…me detuve más del tiempo necesario sobre estos últimos y Gonzalo pareció notarlo porque una sonrisa se dibujo en ellos. Rápidamente las retire siguiendo con su mentón y agradecí que aun mantuviera los ojos cerrados, porque seguramente estaba sonrojada de la vergüenza.

Seguí con mi labor durante varios minutos, hasta que quedo limpio.

-Listo- dije soltando un suspiro de alivio, mientras pegaba la última cinta sobre su ceja, pero Gonzalo no se movió -Gonza, ya termine- repetí, pero el volvió a no responder.

Lo removí un poco, pero se mantenía quieto y con la respiración calma, al parecer se había quedado dormido.

Por un momento considere la idea de quedarnos así, pero mis piernas estaba acalambrándose y los colchones en el suelo ya eran bastante incómodos como para agregarle algo extra.

Con mucha delicadeza lo corrí de encima de mí y lo recosté sobre mi colchón. Lo vi removerse unos segundos y balbucear algo inentendible, hasta que se volvió a dormir pacíficamente.

Mire el colchón que le “pertenecía” a Gonzalo y en el cual tendría que pasar la noche e inconscientemente corrí la mirada hasta Bruno, encontrándolo inmóvil, al parecer también se había dormido.

Solté un suspiro de alivio, mesclado con resignación y apague la luz para acostarme en mi lugar.

No había alcanzado a cerrar los ojos cuando la voz de la última persona a la que quería escuchar, llego a mis oídos

-¿Por qué te comportas tan distante?- pregunto Bruno con tono monótono.

Lo ignore y me puse de espaldas a él

-Brenda, ¿Qué fue lo que hice para que estés molesta conmigo?- su voz sonaba realmente suplicante, pero me recordé el porqué de mi odio hacia él y cualquier rastro de compasión desapareció

-Me pareció haberte dicho que no me hablaras- conteste fría

-¿Fue por no haberte avisado antes sobre los hombres de Titán? Porque te aseguro que lo intente, pero ellos…-

-No es por eso- lo corte antes que soltara una disculpa innecesaria

-¿Entonces porque? Realmente no entiendo- volvió a insistir logrando que mi enojo aumentara.

Me senté sobre el colchón con brusquedad y me gire hacia él, que también estaba sentado.

La luz estaba apagada, pero la luz de la luna se filtraba por la ventana y me dejaba distinguir su silueta.

-Ya sé que violaste y mataste a chicas inocentes ¿Eso contesta a tu pregunta?- dije con ironía al final y él se quedo en silencio.

Era una pausa que de verdad dolía.

En ese momento me di cuenta que realmente había tenido la esperanza de que él lo negara, de que cuando este momento llegara, el me preguntaría quien me había contado esa mentira… me di cuenta que realmente no quería aceptar esa faceta de Bruno, no quería admitir que era un infeliz que no merecía la clemencia de nadie.

Ese silencio había destruido mi esperanza como un cristal que se cae al suelo.

Realmente me dolía la imagen de Bruno como un abusador o un asesino, pero más me dolía la idea del sufrimiento de esas víctimas.

Bruno tenía una hermana, una madre, mujeres que lo quería, pero sin embargo fue capaz de eso.

Repito: era un infeliz.

-Brenda yo…-

-NO- dije cortándolo -No vuelvas a hablarme o a acercarte, eres un cobarde- dije con lagrimas en los ojos, la situación me estaba sobrepasando

-¿Brenda?- la voz adormilada de Gonzalo corto la respuesta de Bruno -¿Te encuentras bien?- pregunto con preocupación y yo asentí.

La oscuridad no le permitiría ver mis ojos humedecidos.

-Sí, solo fue una pesadilla- respondí con naturalidad

-¿Quieres dormir conmigo?- su pregunta me tomo por sorpresa, pero igual reaccione decir algo coherente.

-Eh, no gracias, ya estoy bien- respondí algo nerviosa ante su ofrecimiento

Gonzalo asintió y volvió a tumbarse.

-Brenda- volvió a llamar Bruno y fue ahí cuando me decidí

-Gonza- lo llame y enseguida se volvió a levantar alarmado -¿Aun sigue en pie la propuesta? Porque cambie de opinión- creo que el sorprendido ahora fue él, pero igual asintió y se corrió a un lado para dejarme lugar a su lado.

De repente la idea ya no resultaba incomoda, sino mas bien era una salvación.

No iba a dejar que Bruno me convenciera con sus palabras y sus disculpas sin sentido. Ya me había dejado engañar una vez, dos no.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora