36- Resolviendo el misterio

147 14 3
                                    

 
Silencio. El ritmo de mi corazón a una velocidad alocada. Su respiración chocando contra mi nuca. Y una confesión.

Eso era lo único que existía en este momento.

Parecía como si la tierra se hubiese detenido el preciso instante el que Gonzalo soltó esas palabras.

Sabía que esperaba impaciente mi respuesta, pero ¿Cual era?

Siendo sincera, Gonzalo me había despertado sentimientos confusos desde el primer contacto y con el correr de los días se habían hecho cada vez más presentes, pero apenas hacia ocho días que lo conocía, además de que también estaba Bruno.

El fue el primero que se me confesó y yo lo había rechazado

-¿Por qué dices eso? Yo sufrí, pero igual quiero intentarlo- su tono casi sonaba desesperante, pero no pensaba faltar a mi promesa

-Pero yo no- contesté rápidamente y él pareció dolido -Una vez le entregué mi corazón a una persona y lo hizo añicos, jugó con el de la peor forma posible- me sinceré -Ese día, me hice una promesa que no pienso romper, no me voy a arriesgar cuando corro el riesgo de salir perdiendo- su expresión dolida me hacía sentir culpable y lo lamentaba, pero no me pensaba echar atrás -De verdad lo siento Bruno, pero prefiero cortar con esto antes que despertemos más iluciones y resulte más doloroso-

Ese recuerdo hiso que algo tambaleara dentro de mí.

Cualquier de las dos opciones, tendría como consecuencia el dolor de el otro y no quería lastimar a ninguno de los dos, asique respondí con lo más sano

-Yo…lo siento pero no…- sus palabras me interrumpieron.

-Lo sabía- me voltee para mirarlo por primera vez después de la confesión y me encontré de lleno con sus ojos grises mirándome de frente -¿Es por Bruno, cierto?- no me dio tiempo a responder, que volvió a interrumpir -No sé como fui tan tonto al creer que tendría posibilidad contra ese rubio ojos celestes y pose de “chico malo” que toda chica sueña- cada una de sus palabras habían sido escupidas con rencor, pero no podía ocultar la tristeza que había nacido en sus ojos.

-Eh sí, no voy a negar que mi respuesta tiene algo que ver con Bruno, pero no es nada relacionado con su apariencia ¿de verdad crees que soy de la clase de chicas que solo se basa en lo exterior? Porque te aseguro que no es así -sus ojos no se apartaban de mi ni un segundo y ya me estaban empezando a incomodar, pero me obligue a continuar -La vida me ha golpeado un par de veces y de esas caídas fui aprendiendo. La que más me dolió fue la última. Recién me había acabado de mudar por un problema personal y en mi nuevo colegio encontré a un chico que tal como acabas de decir, tenía “todo lo que una chica sueña”. Aparentaba ser un chico magnifico, lleno de luz, pero por dentro era frio, oscuro, calculador. Sin buscarlo, ni desearlo, caí en su trampa y me termine enamorando. Como ya te puedes imaginar, las cosas no terminaron bien, al menos no para mí. Ese día me hice una promesa que no pienso romper, no volvería a caer dos veces con la misma piedra. Así que no me vuelvas a insinuar que solo me fijo en las apariencias, porque no es cierto y tampoco quiero que te vuelvas a menospreciar ¿Si?- él asintió lentamente, mientras una sonrisa tímida aparecía en sus labios, hasta que pareció recordar algo y entonces su expresión se volvió seria

-Hay algo que aún no me explico- dijo con voz queda, mientras apartaba la vista de mí y la enfocaba en la lejanía. Cuando no sentí más el peso de su mirada, inconscientemente sentí un alivio mesclado con vacio.

-¿Ah sí? ¿Y qué es?- pregunte entrecerrando los ojos, la verdad no tenía ni idea de lo que podía decir.

-Tu presencia en este lugar- su respuesta me desconcertó

-¿Qué acaso te molesto?- no había querido sonar brusca, pero mi tono fue inevitable

-No, no es eso- aclaro rápidamente cuando se percato de mi ceño fruncido -A lo que me refiero es que no pareces ni narcotraficante, ni secuestradora, sino que pareces alguien de bien, siempre tratas de ayudar y hacer sentir bien a lo demás sin importar las circunstancias, es por eso que no me puedo explicar cómo pudiste terminar en un lugar así -sus palabras instalaron una melancolía en mi sistema y Gonzalo pareció notarlo, porque inmediatamente agregó -No tienes porque responder, era solo una pregunta, no la puedes respondet si no…-

-Tranquilo- dije interrumpiendo sus disculpas -Era lógico que tarde o temprano lo preguntarías, ya te estabas tardando demasiado- dije con mi mejor intento de sonrisa y él se sonrojó.

Ese gesto “poco visto en un hombre”, me pareció tan tierno que quise apretujar sus mejillas, pero me limite a sonreír.

-Ocurrió hace tres o cuatro semanas atrás, no lo recuerdo con exactitud- comencé a decir sin más -Se que mi historia te podrá resultar absurda, pero es la realidad. Estaba en mi casa, aburrida como todos los días anteriores, cuando llegó a mi móvil una llamada. Al responderla, me encontré con un hombre gritando que debía ayudarlo a escapar porque estaba secuestrado y le quedaba un mes de vida. Cuando rastrearon el llamado, dieron con Rominet, si ya se te estarás preguntando “¿Viniste a un lugar así solo por una llamada anónima?” y la respuesta es sí, si lo hice y ya vez en donde termine- mire la ventana, esperando su reacción

-No es cierto- soltó finalmente de modo brusco

Lo mire confundida.

Estaba bien que mi relato sonaba bastante irreal y un poco mas y hasta yo misma dudaba de su veracidad, siendo que lo había vivido en carne propia, pero no era para que respondiera en ese tono.

-Por mi piensa lo que quiera, la verdad me interesa poco lo que crean los demás, hace tiempo dejó de hacerlo- respondí con indiferencia.

Me senté en el suelo, y abracé mis piernas, llevando mi mente a otro lugar.

Hasta ahora no había derramado ninguna lágrima. Me había propuesto convertirme en una especie de roca que trataba de llevar sus pensamientos lo más lejos posible de este lugar y hasta ahora venía funcionando.

Este mundo estaba hecho para los más fuertes y como tal, iba demostrar fortaleza hasta el final, aunque a veces tuviese bajas como la de hacia unos minutos atrás.

-Estas mintiendo- volvió a repetir, pero esta vez con desesperación -No puede ser real, sé que voy a despertar y tú no estarás acá, solo eres parte de mi imaginación- lo mire con las cejas juntas ¿a éste que le pasaba?

-¿Qué?- pregunte inconscientemente.

El llevo las manos a su cabello castaño y lo empezó a jalar con ganas.

-No es real, tú no estás acá y yo no tengo la culpa de nada-

La confusión inicial iba siendo remplazada por miedo ¿Acaso había enloquecido?

Él empezó a acercarse a mí, y yo instintivamente empecé a querer retroceder, pero ya era tarde. El ya se encontraba de cuclillas frente a mí

-Por favor dime que es mentira- sus ojos estaba algo cristalizados -Por favor dilo- dijo en tono suplicante.

-¿Por qué diría algo que no es?- quise saber y él se levantó bruscamente y empezó a caminar por la habitación como un león enjaulado

-Fui yo- susurro de repente.

Alce una ceja

-¿A qué te refi…?- no había terminado de preguntar, cuando el dió un golpe a la pared y luego otro y otro.

Sus nudillos empezaron a sangrar, pero cuando quise acercarme, él me detuvo

-¡NO!, no te acerques, no quiero herirte, no más de lo que ya lo he hecho- me detuve en seco

-¿Mas de lo que lo has hecho?- pregunte desconcertada.

Gonzalo clavo su mirada en la mía. En ella se reflejaba una clara tristeza, mesclada con enojo y culpa.

-Fui yo- afirmó mientras dirigía su mirada al techo

-¿Qué cosa fuiste tú?-

-Yo fui el que te llamo, yo fui el que robo un celular y marco tu numero, yo fui el que te metió en esto, por mi culpa es que ahora estas secuestrada, fui yo, siempre fui yo- termino en un susurro.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora