29-Monstruoso despertar

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Tenía una sensación fría e incómoda, pero trate de bloquearlas y seguir durmiendo, sin embargo el sonido de algo molesto me impedía conciliar el sueño.

Cuando estuve algo mas consiente, pude reconocer el sonido inoportuno como el grito de alguien a lo lejos, el cual se hacía cada vez más claro e insoportable.

-¡Despierta!- grito por tercera vez, pero nuevamente lo ignore y me aferre a mis sueños.

No quería despertar, era como si algo me susurrara que era una mala idea. Muy mala.

-¡Despierta de una vez!- volvió a repetir y con ese último grito logro su cometido.

Poco a poco empecé a ser consciente de todo.

Trate de recordar en donde me encontraba, pero parecía como si todo lo que guardaba en mi mente hubiese sido borrado.

Quise levantarme, porque me encontraba en una posición incómoda, pero había una fuerza que me lo impedía.

Volví a intentarlo, esta vez con más fuerzas, pero un jalón en mis muñecas me lo impidió, haciendo que un quejido de dolor escapara de mí, provocando que mi garganta seca se sintiera ardiendo.

-Hasta que al fin despiertas- esa voz…

Todo empezó a volver, como si mi mente hubiese estallado de repente, haciendo que todas las imágenes aparecieran en flashes.

Recordé a Gonzalo, nuestro escape, la carretera, los dardos, Rodrigo…

Al ver esas imágenes, abrí los ojos, pero inmediatamente los tuve que cerrar, cuando la luz del lugar me cegó por unos segundos. Volví a intentarlo, pestañeando repetidas veces, hasta que logre mantenerlos abiertos y lo vi.

Estaba en la misma sala que conocí a Titán y frente a mí se encontraba una de mis peores pesadillas, con su postura despreocupada y su sonrisa arrogante: Rodrigo. Junto a él estaba su padre y los guardias que siempre los rodeaban.

Mis muñecas estaban amarradas a los apoyabrazos de una silla, también tenía sujetos los pies y una cuerda gruesa me rodeaba el pecho y el abdomen, ajustándome a la silla sobre la que me encontraba sentada. Me sentía como una criatura demasiado peligrosa.

-Teniendo en cuenta que ya despertaste, es hora de empezar- después de decir esas palabras, Rodrigo empezó a pasearse por la sala con aires de superioridad, mientras su padre y los guardias lo observaban en silencio.

Mi corazón se detuvo por un segundo cuando él llevo su mano al bolsillo trasero, pero sentí algo de alivio cuando vi que se trataba de un cigarrillo, el cual prendió con absoluta paciencia.

Parecía divertirle jugar con mis nervios.

Se acerco hasta mí

-Así que…- soltó todo el humo en mi cara, haciéndome sentir ahogada por unos segundos y luego empecé a toser.

Nadie en mi familia tenía ese vicio y era bastantes sensible ante aquello, ni siquiera podía olerlos sin que me empezara a picar la nariz.

-¿Hoy anda con ganas de pelear la guerrera?- pregunto desafiante

-Puede ser, pero no veo ninguna competencia- dije impasible, mirando para todos lados, ignorándolo por completo.

En el fondo se escucharon algunas risas mal disimuladas y Rodrigo estaba enrojecido de la furia y la vergüenza.

-Idiota- espeto con odio y dio otra calada

-¿Idiota? ¿Por qué? si estoy diciendo la verdad- manifesté con indiferencia -Con un solo golpe logre dejarte inconcien…- no había terminado de hablar, cuando mi mejilla ardió bajo su puño.

Realmente había dolido y hasta podía sentir el gusto de la sangre en mi boca, pero no pensaba demostrar debilidad.

-Muy valiente al pegarme- mis palabras lo desencajaron un poco, al parecer esperaba que me pusiera a llorar -Pero… ¿Por qué no me desatas, así quedamos de igual a igual? ¿Que, acaso tienes miedo que te vuelva a noquear o que te pase lo mismo que a él?- pregunte mientras señalaba con la cabeza a un guardia de nariz vendada, que reconocí como el que golpee en el escape.

El hombre bajo la cabeza avergonzado ante la mirada burlona de sus compañeros.

-Estas cavando tu propia tumba ¿Lo sabías, no?- las palabras de Rodrigo hicieron volver mi atención hacia él.

Me miraba con los ojos encendido de furia y la mandíbula apretada, mientras el cigarrillo se consumía en su mano.

-Disculpa, pero creo que deje en claro que no te tengo miedo- dije desafiante, aunque por dentro me arrepentía.

Rodrigo sonrió con malicia y sin pensarlo dos veces apago el cigarrillo en mi mano.

Un grito ahogado escapo de mi garganta, mientras el parecía divertido con la situación. Cuando estuvo completamente frio, saco el encendedor y volvió a encenderlo para repetir la acción en la otra mano.

Me lastimaba las muñecas contra las cuerdas, pero era en vano, no podía liberarme de ninguna manera.

Repitió su acción dos veces más, dejando como resultado dos quemaduras en cada mano.

Llego un punto en el que no pude resistir más y algo cálido bajo por mis mejillas.

Eran lágrimas de dolor.

El había ganado, había logrado romper mi resistencia.

Lloraba en silencio, pero vi claramente como volvió a encender el cigarro en su mano. Sollocé mas fuerte mientras cerraba los ojos y me preparaba mentalmente para el dolor, pero el calor hiriente nunca llego.

-¿No era que no tenias miedo?- la pregunta de Rodrigo me hizo abrir los ojos.

Al hacerlo, me lo encontré fumando tranquilamente

-Sabes que si no estuviera atada, ese cigarrillo te lo habrías apagado en…- la voz potente de Titán me corto el insulto

-¡Ya basta los dos!- ambos volvimos las miradas hacia él -Rodrigo, vete, ya hiciste bastante por hoy y lleven a Brenda a su lugar-

Ante la orden de su padre, Rodrigo me dedico una mirada de odio y volvió a apagar su cigallo en mi mano, haciendo que chille del dolor.

Los guardias corrieron hasta nosotros y rápidamente me desataron para empezar a arrastrarme a través del pasillo, mientras que otros sacaban a un Rodrigo que no paraba de jurarme venganza a gritos.

Lo ignore completamente y no puse resistencia en ningún momento. Mi cuerpo estaba acalambrado de luchar inútilmente, mis manos ardían y sentía un cansancio arrasador.

Solo deje que me arrastraran al lugar que supuestamente me correspondía y así podría descansar, tal vez, si tenía un poco de suerte, dormiría un día completo, y sería uno menos de tortura.

Me sorprendió ver que el guardia que me llevaba su detuviera enfrente a la habitación que tenía antes de escaparme, al parecer seguía teniendo algo de afecto por parte de Titán.

Lo que me encontré del otro lado hiso que sintiera un pinchazo en el centro del pecho.

Esto no podía ser cierto.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora